Página archivada:puede contener información desactualizada

Mujeres guerrilleras (extractos)

03-03-2003 Artículo, por Karen Marón

  Nota: La publicación de textos de autores que no pertenecen al CICR se hace bajo su exclusiva responsabilidad y/o de las institución(es) a que representan; por lo tanto, no constituyen ni pueden ser interpretados como tomas de posición del CICR  

   

   

  Las guerras afectan la vida de las mujeres y las niñas como miembros de la población civil o como integrantes de las fuerzas en disputa donde se enfrentan grupos étnicos o políticos en conflictos internos. En Colombia, donde se vive el conflicto más prolongado y cruento de la historia reciente en América Latina, las mujeres guerrilleras constituyen el 40 por ciento de las filas insurgentes. En oposición a los roles establecidos por la sociedad andina que margina a las mujeres de papeles protagónicos, ellas rompen con tabúes a partir de verse envueltas en la vorágine de la guerra fratricida. Historias de mujeres que decidieron levantarse en armas como forma de vida.  

  El nuevo rostro de la lucha armada  

  ESPECIAL PARA TIEMPOS DEL MUNDO      

   

Con el arribo de Andrés Pastrana a la presidencia, se construyó un espacio público que humanizó y dio forma a los integrantes de la guerrilla a partir del inicio d el proceso de paz del 7 de enero de 1999. Para ello, el gobierno le cedió a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), la organización insurgente más poderosa de Latinoamérica, que cuenta con 17 mil integrantes en sus filas y ocupa el 40 por ciento del territorio colombiano, el control de 42 mil kilómetros cuadrados, dos veces el tamaño de El Salvador, para que sirviera como sede de las negociaciones.

Este nuevo escenario de discusión aportó protagonismo a diferentes actores sociales y entre ellos a las mujeres guerrilleras, objeto de múltiples hipótesis sobre su participación dentro de las facciones insurgentes. Sin cumplir roles políticos destacados durante el proceso de paz, salvo contadas excepciones, fueron el nuevo rostro de la guerrilla que fascinaba con la extraña combinación de fusiles, largas cabelleras, cuerpos armoniosos, uñas pintadas de colores fuertes y rostros enigmáticos que expresan desconfianza.

Desde la violencia --período de 10 años que comenzó con el asesinato del líder populista Jorge Eliécer Gaitán en 1948--, se conoce que las mujeres participaban activamente en los oficios de la guerra aunque respetando la tradicional división sexual del trabajo de la sociedad campesina, basada en el protagonismo político masculino y la lucha femenina por el cuidado y la sobrevivencia cotidiana.

Pero estas diversas formas se modificaron con el tiempo. Actualmente en las FARC, el 40 por ciento de sus filas está constituido por mujeres que visten uniforme, llevan fusil terciado y se declaran combatientes revolucionarias de tiempo completo con iguales deberes, derechos y responsabilidades que los hombres.

Pasaron más de tres décadas desde que las guerrilleras Miryam Narváez y Judith Grisález, en 1964, eran parte del grupo de 48 campesinos que decidieron reorganizarse en guerrillas móviles dando nacimiento a las FARC, para evitar ser aniquilados cuando se puso en práctica el Plan LASO (Latin American Security Operation) u Operación Soberanía contra las regiones de Autodefensas Campesinas de Colombia. Han recorrido un largo camino donde accedieron a puestos de dirección en la estructura militar-patriarcal, son libres de elegir a su compañero, planifican la maternidad pero siguen subordinadas respecto de la toma de decisiones políticas y estratégicas.

El epicentro de la zona desmilitarizada era el municipio ganadero de San Vicente del Caguán, ubicado entre los llanos y las selvas del sur de Colombia. Las prevenciones para llegar al casco urbano fueron numerosas. Era considerada zona liberada en Bogotá, y el desconocimiento de lo que allí sucedía hacía creer que se adentraba en un terreno desconocido y tan impenetrable que habría dificultades para salir. Pero al llegar, los hombres armados eran escasos y los pobladores transitaban libremente por las precarias y polvorientas calles del municipio.

La condición para un corresponsal era acreditarse en la Oficina de Información de las FARC, ubicada frente a la plaza central. Preparados para ser indagados minuciosamente por un comité guerrillero, se desplegaban la mayor cantidad de credenciales que certificaran la condición de periodista.

Pero el recibimiento estaba a cargo de una esbelta guerrillera de nombre Sonia , vestida con indumentaria de combate, perfectamente maquillada, largas uñas esmaltadas y peinado impecable. Seria pero solícita, estaba entrenada en el arte militar y en las relaciones públicas. Su cuerpo torneado y el andar felino no opacaba su capacidad de mando, lo acrecentaba.

" Por favor descanse. ¿Quiere tomar algo? En unos minuto s me comunico con el comandante Reyes que está en Los Pozos para que la pueda recibir " , dijo amablemente.

Su remera camuflada con la inscripción Army al frente, me recordó algún film hollywoodense que emulaba el empeño de las mujeres por ingresar en las fuerzas especiales norteamericanas, muy diferente a una combatiente campesina del Tercer Mundo.

La sede de las negociaciones se ubicaban en el poblado Villa Nueva Colombia en Los Pozos, a una hora de trayecto por un sinuoso y polvoriento camino que prometía ser asfaltado. Abordar el primer retén insurgente constituía un nuevo enigma, pero una niña guerrillera no mayor de 15 años, de facciones armoniosas y sonrisa amplia, ofrecía café a todos los participantes de las Audiencias Públicas, organizadas para debatir sobre temas centrales de la política nacional. La jovencita era asediada por los sorprendidos hombres y las mujeres miraban con recelo el asombro producido por las beldades guerrilleras.

   

" Nosotros también tenemos nuestra estrategia de marketing " , dijo el comandante Andrés París , vocero de las FARC en la Mesa de Diálogo, frente a los comentarios reiterados que destacaban la presenc ia femenina en la insurgencia. " Todos esperan encontrarse con feos guerrilleros en los retenes y sin embargo, los reciben las guerrilleras más bonitas. Ese es un atractivo para que se incorporen a nuestras filas " , expresó y dejó ver una novedosa pero contradictoria estrategia de mercado para una guerrilla marxista, que tendrá que acoplarse a la de Guerra Popular Prolongada que diseñó en los años 30 Mao Zedong en China y utilizaron los vietnamitas treinta años más tarde.

     

  Perfil de una guerrillera  

Era la guerrillera con mayor exposición durante el proceso de paz. La " comandante Mariana " se desempeñó como coordinadora de las Audiencias Públicas. Allí se acercaban con la anuencia del gobierno y la guerrilla, los integrantes de sectores socialmente marginados que exponían las dificultades con que se enfrentaban. Seria en extremo y de gestos adustos, focaliza su accionar en las múltiples tareas que estaban bajo su responsabilidad.

  Mariana Páez es universitaria y producto de las milicias urbanas del Partido Comunista que tuvieron que pasar a la clandestinidad durante la década del 80, como única forma para preservar la vida. Se considera " una comunista por herencia " . Sus padres la formaron ideológicamente desde el inicio de su vida. " No recuerdo un solo instante en que no haya sido comunista. Hoy soy parte de este movimiento revolucionario que lucha para tomar el poder. Elegimos las armas porque ya tuvimos la experiencia con la Unión Patriótica donde asesinaron a 3 mil miembros y a dos candidatos políticos " , señala.

" Los secuestros son una de nuestras fuentes de financiamiento. Mucho más daño hacen los políticos y la oligarquía que somet en al pueblo a la pobreza y la marginación. Por eso haremos todo lo que tenemos que hacer para lograr la toma del poder " , sentencia. No quiere hablar de las relaciones entre la guerrilla y el narcotráfico, pero admite que los niños menores de 15 años son reclutados por el grupo armado violando el Derecho Internacional Humanitario que establece disposiciones explícitas sobre el tema.

Considera que la lucha será larga y cada día más difícil. Su vida gira exclusivamente en torno a la revolución a pesar de tener un compañero al que no ve hace tiempo y una hija de 12 años.

  Sandra tiene 18 años, cabello al que cuida con esmero, de mediana estatura y rasgos delicados. Nació en un pequeño poblado del Departamento del Meta en el seno de una familia campesina donde recibió contención y afecto. Era la pequeña mimada, pero desde los dos años, cuando conoció a la guerrilla, sabía lo que quería para el resto de la vida. Ella es una niña de la guerra y su motivación para ingresar no fue ideológica.

" En mi casa se oponían porque tenía que pensar que otros familiares están en el Ejército " , recuerda. Tenía 11 años cuando le pidió permiso a su madre para entrar a las FARC, pero obtuvo una negativa.

Sandra no se rindió. " Me dijeron que era una niña y que no tenía la edad para ser una guerrillera. Lloré hasta que me admitieron " . Ingresó en el Bloque Oriental y empezó observando los entrenamientos, se incluía a los trotes y a las marchas nocturnas. Hoy es radista, enfermera y artillera. La transición de ser una niña consentida a una mujer guerrillera no fue complicada. " Siempre estuve contenta porque se cumplió mi ilusión " . Su entrenamiento formal empezó a los catorce años. " Recién a los quince me dieron el entrenamiento sofisticado y fui portando mis propias armas. Seguí especializándome en otras cosas. Estuve en combat e y afortunadamente nunca me ha pasado nada " . Pero antes de eso llegó el amor. Cuando cumplió 13 años se " cuadró " con un compañero, pero recuerda que el inicio de su relación fue traumática.

Expresó su resentimiento porque se sintió violentada ante la pérdida de su niñez, pero luego lloró la muerte de ese hombre. " Cubriendo una retirada lo hirieron en las piernas. A mí me dio muy duro y no pude parar de llorar, pero superé esa etapa. Yo entendía que eso me iba a pasar pero no estaba preparada.

Jamás se ilusionó con tener un hijo y como todas las guerrilleras se sometió a partir de los 14 años a una planificación con inyecciones y dispositivos anticoncepción. " Es porque estoy convencida de lo que hacemos y por lo que estamos luchando. El camino que elegí fue el mejor. Aquí además la mujer tiene su libertad y no se prohíbe ser femenina según su gusto " , dando especial relevancia, como muchas otras guerrilleras, al cuidado personal. " A la guerrillera le gusta mucho maquillarse, depilarse y cuidar su cabello largo y a mí me gusta hacer cosas de mujeres " , concluye.

El ingreso de Francelina a las FARC tiene una motivación diferente, casi visceral. Es el claro ejemplo de que las mujeres son víctimas directas o indirectas de la violencia y con el tiempo se convierten en sujetos políticos que se incorporan a la vida armada y ello tiene consecuencias en su vida. Es una actora de la guerra por obligación. Tiene 33 años y hace veinte, su familia conformada por siete personas, fue masacrada por las fuerzas paramilitares. Eran humildes campesinos que ni siquiera conocían a los insurgentes. Con 13 años su única alternativa era ingresar a la guerrilla fariana. " A esa edad la impresión es terrible porque quedé desprotegida. Ahí conocí a las FARC y sencillamente pedí el ingreso " .

Tuvo a su cargo hasta el 20 de febrero de 2002, cuando se dio por finalizado el proceso de paz, la guardia de los voceros en la Mesa de Negociación. Como para muchas mujeres campesinas el ingreso a la guerrilla significó progreso, porque le permitió integrarse a nuevos espacios, recorrer las regiones y recibir una educación que tenía vedada por su condición social. " El propio arte como guerrillera lo inicié a los 15 años, pero antes me enseñaron a leer y escribir. Esto es una universidad, uno no puede ser un profesional pero tiene una parte práctica superior a un universitario. Acá todos los días se estudia. A los seis meses ya sabía leer " , explica.

Ella dice estar conforme con su vida y reivindica el papel de las mujeres en la FARC, acrecentado luego de la Octava Conferencia Guerrillera de donde emanaron documentos que equiparan las libertades de hombres y mujeres.

   

Tienen la libertad de elegir a su compañero y no deben estar sometidas a sus órdenes aunque el amor en la guerrilla es secundario porque primero está la lucha. Se unen a ellos porque los eligen y no para solucionar el problema del sostenimiento. " El único compromiso que tenemos es con el pueblo. Si tenemos un compañero es algo complementario " , y descarta las tareas do mésticas como privativas de las mujeres, " acá no nos tenemos que preocupar por lavar la ropa o hacer la comida. El amor es el que se brinda. No es como en la vida civil, no me tengo que quedar. Eso pertenece al capitalismo y acá vivimos en una etapa de socialismo " , señala.

" Pero el hecho de ser un combatiente no significa que uno no se enamore " , aclara al hablar de su compañero. En las FARC no existe la institución del matrimonio, se habla de asociaciones amorosas, que son consultadas con los comandantes y luego de la aprobación correspondiente, se pasa a la intimidad de una relación normal. Pero esta vida amorosa está supeditada siempre al desarrollo del régimen interno que está por encima de los afectos.

Las mujeres guerrilleras se metieron en el monte y cumplen roles en un mundo masculino, lo que significa un proceso de adaptación que las lleva a replantear su identidad para desempeñarse con éxito y sobrevivir en ese terreno. Son valoradas por esas cualidades de dureza, audacia, don de mando y arrojo. Esto plantea una nueva relación con la maternidad, con la lógica femenina. " Uno piensa en ser una combatiente y no se puede ser madre de familia, porque no se puede ser una madre irresponsable " , explica Francelina.

" Si se es madre se pierde el arte militar. Y no me gustaría tener un niño porque se lo estigmatiza y corre el riesgo de que lo maten o lo desaparezcan " . Aunque hay guerrilleras que han quedado embarazadas porque falló la planificación, son ellas las que deciden seguir con la gestación o decidir su interrupción bajo la supervisión de los médicos y enfermeros.

Coincidente con Sandra, resalta la faceta de la feminidad. " Por el hecho de ser guerrilleras no quiere decir que perdamos la parte femenina. Son los compañeros quienes nos compran las pinturas, los esmaltes, las lociones, los moñitos. Les gusta vernos así. Tanto a los mandos como a los muchachos de base. Nos pintamos para que nos vean bien " , cuenta, mientras limpia una Kalashnicov procedente de Jordania, parte del arsenal de 33 mil armas con que cuenta la insurgencia colombiana.

Historias de mujeres que eligieron las armas voluntariamente a diferencia de otras muchas que luchan por la paz. Guerreras, marginadas, protagonistas, víctimas, heroínas. Mujeres, simplemente otras mujeres. *

  Las víctimas de la guerra  

   

De las 6 mil mujeres que integran las FARC y el ELN (Ejército de Liberación Nacional pro castrista), el 54 por ciento son niñas cuya edad oscila entre los 12 y 17 años. El fenómeno se registra también en los grupos paramilitares como las Autodefensas Unidas de Colombia. Del total de mujeres que conforman las guerrillas, se estima igualmente que el núcleo mayoritario de adultas fluctúa entre los 18 y 20 años, según las cifras contenidas en el libro "Las Mujeres y la guerra" y que hacen parte de una investigación sobre la mujer en el conflicto armado realizado por la escritora Charlotte   Lindsey . Tan solo en 2001, 28 mujeres fueron capturadas en el desarrollo de operaciones contraguerrilla del Ejército y siete de ellas eran menores entre los 14 y 17 años.

Los estudios indican que sin embargo, son muchos los factores que llevan a la mujer a vincularse a las filas de las organizaciones armadas ilegales y a veces no ingresan siguiendo lineamientos ideológicos sino a través de engaños, amor y falsas promesas a las que se suman la coacción y el reclutamiento forzado. Los resultados de esa realidad se traducen en un mundo de desilusión y sometimiento continuo.

Para Florence Thomas , coordinadora del grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia, los sentimientos influyen en la decisión de ser guerrilleras. " Una mujer por amor es capaz de cualquier cosa, hasta de someterse al rigor de ser guerrillera " y señala que las mujeres siguen siendo las principales víctimas de las guerras porque no se les consulta, sólo se les ordena.

Según cifras suministradas por la Fundación por la Defensa de la Mujer, Fundemujer, el 44 por ciento de las mujeres incorporadas a la guerrilla sostienen relaciones permanentes con hombres de la organización y un 15 por ciento tienen a sus hijos estando en sus filas.

Además, recientemente aparecieron pruebas que ratifican el rol sexual que caracteriza la vida de estas mujeres. Necropsias practicadas a los cuerpos de nueve menores, entre 14 y 17 años que murieron en combates entre el Ejército y las FARC sorprendieron a los forenses de Medicina Legal tras advertir la presencia de dispositivos intrauterinos. Estas niñas que eran parte de la columna móvil Arturo Ruiz, podrían haber sido sometidas a acosos pues sus cuerpos presentaban dilataciones anormales de sus genitales, lo que indicaban una marcada actividad sexual. *

  Las mujeres que toman parte de las hostilidades  

   

Las mujeres participan activamente en muchos conflictos armados en el mundo y desempeñan diversos roles a través de la historia. A partir de la Segunda Guerra Mundial las mujeres ingresaron a las filas como reservistas o como unidades de apoyo que incluía el trabajo en fábricas de municiones en las fuerzas alemanas y británicas. En el caso de la Unión Soviética, su participación directa en lucha como miembros de todos los servicios y unidades conformaban el 8 por ciento de las fuerzas armadas. De esta forma las mujeres asumieron e ingresan en forma voluntaria o involuntaria a las fuerzas armadas para desempeñar tareas de apoyo o de combate. Por ejemplo, entre los militares de Estados Unidos, el 14 por ciento del personal activo está constituido por mujeres y de las fuerzas estadounidenses que sirvieron en la Guerra del Golfo 40 mil eran mujeres.

Por otra parte se calcula que una quinta parte de las fuerzas armadas eritreas pertenecen al sexo femenino y hasta una tercera parte de las fuerzas combatientes de los Tigres de Liberación de Eelam Tamil (LTTE) de la guerra en Sri L anka son mujeres. El rol de las " mujeres bombas " suicidas del LTTE subraya hasta qué punto las mujeres están preparadas para actuar en ese conflicto. Las mujeres son las preferidas cuando se trata de misiones de inflitración y de ataque porque despiertan menos sospechas y porque en las sociedades conservadoras del Medio Oriente y de Asia Meridional se vacila en registrar corporalmente una mujer. Además las mujeres pueden ocultar un dispositivo suicida debajo de su ropa y dar la apariencia de estar embarazada. Las mujeres son tan capaces como los hombres de cometer actos de extrema violencia.

Asimismo, las mujeres apoyan " activamente " a sus compañeros en operaciones militares, no tomando armas sino suministrando el apoyo moral y físico para combatir en la guerra. También hay mujeres que corren peligro a causa de su presencia entre las fuerzas armadas pero que están allí en contra de su voluntad, secuestradas para que presten servicios sexuales o para que cocinen y aseen el campamento. *

  Fuente: De Las Mujeres y la Guerra por Charlotte Lindsey.  



Secciones relacionadas