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Exhumación de alta complejidad en Perú

El esfuerzo coordinado permite avanzar con la búsqueda de las personas desaparecidas.
Toma aérea de una fosa en medio de una montaña, con personas presenciando detrás de un cordon de seguridad.

A 4.100 metros de altura, a 18 metros de profundidad al interior de una montaña, los cuerpos de personas desaparecidas aparecen ante la vista de los peritos forenses cuya tarea será tratar de identificarlos para devolverlos a sus familiares, más de tres décadas después de estar físicamente con sus seres queridos y su comunidad.

Del 9 al 12 de julio de 2024, se llevó a cabo la exhumación de alta complejidad de cuatro cuerpos de personas desaparecidas en el anexo de Siusa, distrito de Saño, región Junín, Perú. Esta diligencia, a cargo de la Fiscalía Especializada de Derechos Humanos e Interculturalidad de Junín, continúa la búsqueda iniciada en el año 2017 que previamente culminó con la exhumación de otros 10 cuerpos en los últimos años para alivio de sus familias.

A inicios de la década de los 90, en medio del periodo de violencia que vivía el Perú (1980-2000), un grupo de pobladores fueron desaparecidos de las comunidades de Paccha, Ñahuimpuquio, Rangra, San José de Tiso y Huahuanca.

Trabajadores del CICR y del Estado dialogan con una mujer.
El CICR y la Dirección de Búsqueda del Ministerio de Justicia brindan acompañamiento psicosocial a los familiares.
Foto: Jesús Moya Choy/CICR

“Espérame, no me sigas, yo voy a volver”, esas fueron las últimas palabras que escuchó la hija de Pablo Teófilo Samaniego Gaspar, quien tenía 6 años de edad, cuando sufrió la desaparición de su padre, un músico de la comunidad.

“Nosotros nos sentimos apenados por la pérdida de mi papá. Hasta hoy no se llega a saber dónde está sepultado, por esa razón andamos buscando y queremos darle una sepultura digna. Vamos a seguir buscando hasta encontrar a nuestros familiares, ese es nuestro objetivo y tenemos que lograrlo”, manifestó Aquiles Alcócer, familiar que acudió con su primo Abel hasta el lugar donde ser realizaba la diligencia para verificar si se encontraba alguna evidencia que podría pertenecer a su hermano.

Debido a la geografía del lugar, los familiares y los equipos de las instituciones involucradas fueron trasladados a la zona, ubicada en un paraje a dos horas en auto desde la ciudad de Huancayo más media hora de caminata a la fosa.

Para descender, las personas autorizadas fueron acondicionados por el equipo de la Unidad de Rescate de la Policía, que les colocó cuerdas, arnés y línea de vida para asegurar un descenso seguro. En la superficie, los miembros del equipo de rescate junto con un equipo médico monitoreaban el tiempo de permanencia bajo tierra y estaban atentos ante la necesidad de cualquier urgencia. Adentro, no podían estar más de 3 personas por la falta de oxígeno a esa profundidad y por las condiciones del espacio.

Imagen de una fosa o cueva con una luz al fondo.
Desde el interior de la fosa, se observa el estrecho espacio entre los niveles subterráneos y la distancia de la superficie.
Foto: Jesús Moya Choy/CICR

El lugar de ubicación de los cuerpos es un segundo nivel subterráneo de aproximadamente cuatro metros cuadrados. Para acceder a él, se debe bajar en posición vertical por un ducto muy estrecho en el cual se han producido formaciones rocosas puntiagudas conocidas como estalactitas, que pueden golpear el cuerpo en el camino. Luego de llegar a un primer nivel, se debe pasar reptando por un estrecho orificio con el cuerpo recostado sobre la roca porque de otro modo no hay espacio para ingresar.  

La exhumación movilizó a profesionales, entidades públicas y privadas, para dar respuestas a las familias, demostrando que la unidad y el trabajo coordinado son fundamentales para avanzar en la búsqueda.

El periodo de violencia que vivió el Perú entre los años 1980-2000 afectó a toda la sociedad en su conjunto. Según el Registro Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (RENADE), hasta finales del 2023,  22.551 personas han sido registradas como desaparecidas. 

Como parte de su mandato de proteger y asistir a las víctimas de conflictos armados y otras situaciones de violencia, así como aliviar su sufrimiento, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) acompaña a los familiares y contribuye con las autoridades para avanzar en los procesos de búsqueda, con el objetivo de brindar respuestas a las familias y permitirles que den un adiós digno a sus seres queridos desaparecidos.

La incertidumbre sobre el destino de una persona desaparecida es una fuente de angustia continua. Las desapariciones no solo afectan a las familias sino a comunidades enteras, dañando el tejido social. Contribuir a los procesos de búsqueda de personas desaparecidas con enfoque humanitario y facilitar la restitución de los restos o a un cierre simbólico, ayuda en la reconstrucción de las relaciones comunitarias y el restablecimiento de la confianza en las instituciones.

foto grupal de familiares y miembros de instituciones.
Foto: Jesús Moya Choy/CICR

Participaron de esta diligencia: 
Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Equipo Forense Especializado del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses del Ministerio Público, Unidad de Rescate de la Policía Nacional del Perú, Un profesional ingeniero de Minas privado, Sistema de Atención Móvil de Urgencia (SAMU) del Ministerio de Salud, Componente de Salud Mental del Ministerio de Salud, Pastoral Social de Dignidad Humana del Arzobispado de Huancayo, Delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja para Perú, Bolivia y Ecuador.

Camioneta del CICR en una montaña con el anuncio del lugar: Siusa.
Especialistas de ciencias forenses e igeniería y un fiscal miran una fosa.
Policía de rescate manipula unas cuerdas.
Trabajador forense es extraído de la fosa.
Una pareja.
Tres mujeres miran a la cámara.
familiares se abrazan llorando
Manos con hoja de coca.
Familiares escriben mensajes en un corazón de papel.
Trabajador del CICR atiende a familiares.
Fotos: Jesús Moya Choy/Bernarda Carrera Herrera/CICR