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Afganistán: jugadores de baloncesto en silla de ruedas logran el sueño imposible

Los jugadores que forman el equipo nacional de baloncesto en silla de ruedas provienen de diferentes partes de Afganistán, pero se expresan con una sola voz cuando manifiestan qué importante es para ellos ser embajadores de las personas con discapacidad en su primer torneo en el exterior.

A juicio de Alberto Cairo, jefe del programa de rehabilitación física del CICR en Afganistán, para los jugadores, el baloncesto ha significado un cambio de vida.   "Además de la alegría y el divertimento de jugar al baloncesto (de lo que se vieron privados durante años), el deporte les ha dado confianza en sí mismos y autoestima”, explica Alberto Cairo.  "Deberíamos tener presente que para una persona con discapacidad en Afganistán, deporte significa, más que nada, ver a otros jugar, en general por televisión."

Gracias al baloncesto, los jugadores ahora tienen la confianza necesaria para afrontar nuevos retos.

Al jugar al baloncesto con regularidad, algunos jugadores se han inspirado para adquirir nuevas capacidades.

"Algunos han comenzado a tomar lecciones de inglés", añade Alberto.  "Durante años les aconsejamos que lo hiciesen.  El deporte hace milagros, ayuda a derrumbar barreras."

"Otros, como Saber, que era analfabeto, han aprendido a leer y escribir", añade Alberto.  "Han obtenido préstamos para poner en marcha sus propios emprendimientos. Gracias al baloncesto, los jugadores ahora tienen la confianza necesaria para afrontar nuevos retos.” 

Viaje a Italia para el primer partido internacional

 

Gimnasio del centro de rehabilitación física del CICR de Kabul.
El entrenador Jess Markt (izquierda) y los jugadores conversando acerca de técnicas de juego.
© CICR / Jessica Barry

El programa es hoy un éxito gracias a los efectos combinados de la acción del abnegado personal del CICR, las sillas de ruedas asequibles y debidamente adaptadas, producidas por Motivation, una asociación benéfica británica, y la inspiración de un entrenador de baloncesto profesional. Los jugadores, que son pacientes o empleados de los centros de rehabilitación física del CICR, provienen de los más diversos rincones del país. Comenzaron a jugar juntos en 2010. Hace un año se formó un equipo nacional auspiciado por el Comité Paraolímpico de Afganistán, con apoyo del CICR. El equipo jugará su primer partido internacional, en Italia, entre el 20 y 30 de mayo.

"Cuando anuncié que habíamos recibido una invitación para jugar en Italia, el equipo estalló de alegría", recuerda Alberto.  "El equipo anfitrión es Briante84, de Cantù, cerca de Milán, el equipo ganador de la Liga Italiana 2012-2013."

Para quien pudo ver entrenar últimamente al equipo con su entrenador, Jess Markt, la tensión y las emociones estaban a flor de piel. Para Farhad, Shapoor, Nasrulla y Saber, cuatro de los 15 jugadores que irán a Italia, el reto que se avecina trasciende sus sueños más ambiciosos. 

Farhad Mohammadi (de 21 años de edad) oriundo de Herat: afectado por la poliomielitis

Cuando uno sufre una discapacidad, es fácil pensar que no se puede lograr nada. (...) Convertirnos en deportistas nos ha ayudado a tener fe en nosotros.

Cuando uno sufre una discapacidad, es fácil pensar que no se puede lograr nada. (...) Convertirnos en deportistas nos ha ayudado a tener fe en nosotros.

Hasta los siete años de edad, solo podía arrastrarme con la ayuda de las manos y las rodillas. Entonces, un amigo le comentó a mi familia sobre la existencia del centro de rehabilitación física del CICR en Herat, y mis padres me llevaron allí. Actualmente, tras años de tratamiento, puedo caminar.

 

Farhad Mohammadi, de Herat
© CICR / Jessica Barry

Creo que el deporte tiene efectos positivos para la salud y el estado de ánimo. Por otra parte, el baloncesto se ha convertido en una parte importante de mi vida desde que empecé a jugar hace cuatro años. Mi familia me alienta, y mi madre y mi hermano están especialmente orgullosos de lo que estoy haciendo.

Sé que será difícil superar a los jugadores italianos, ya que practican el deporte desde hace años. Sin embargo, nuestro equipo también tiene talento, y queremos mostrarle al mundo que tener una discapacidad no es impedimento para lograr cosas.

Tengo muchas ganas de jugar contra estos jugadores internacionales y, después del partido, reunirme con ellos y conversar. Al regresar a Afganistán, espero que podamos ser un ejemplo para otras personas con discapacidad. Cuando uno sufre una discapacidad, es fácil pensar que no se puede lograr nada. Sin embargo, jugar baloncesto me ha demostrado que no es así. Convertirnos en deportistas nos ha ayudado a tener fe en nosotros.

Ahora trabajo como tornero en el centro de rehabilitación física de Herat y puedo ganarme la vida por mis propios medios.  Si no existieran los centros, muchas personas como yo sencillamente estarían mendigando en las calles. 

Shapoor Sorkhabi (de 21 años de edad) oriundo de Maimana: tiene dificultad para caminar desde la infancia a causa de graves quemaduras

 

Shapoor Sorkhabi, de Maimana
© CICR / Jessica Barry

Mi madre trató de desalentar mi pasión por el baloncesto y me decía que lo prioritario era estudiar. Pero insistí, y empecé a jugar hace cuatro años en el centro de rehabilitación física de Maimana, donde estaba recibiendo tratamiento.

Participé en un torneo de baloncesto en silla de ruedas en el centro, aquí en Kabul, en 2012. Me destacaron como mejor jugador del partido; mi madre estaba muy orgullosa de mí, y yo también.   

No solo he triunfado en el ámbito del baloncesto. Después del torneo, me quedé en Kabul y me sometí a diversas cirugías en las piernas, gracias a las cuales he recuperado cierta movilidad.

Es verdad que me encanta el baloncesto, pero el fútbol me gusta más.  Ronaldo es mi héroe. Incluso estampé "su" número en mi camiseta, el número siete, cuando me incorporé al equipo nacional de baloncesto.

Estoy muy contento de ir a Italia. Quiero conocer a otros deportistas y hacer turismo.  También me gustaría ir a la playa.

Nasrullah Nastratyar (de 19 años de edad) oriundo de Herat: afectado por la poliomielitis

He jugado al baloncesto durante los últimos tres años en el centro de rehabilitación física del CICR de Mazar. Mientras juego, me siento un hombre perfecto; y ello me ayuda a superar el sentimiento, que a veces tengo, de no poder hacer nada.

 

Nasrulla Nastratyar, de Mazar
© CICR / Jessica Barry

Mientras juego, me siento un hombre perfecto; y ello me ayuda a superar el sentimiento, que a veces tengo, de no poder hacer nada.

Todas las demás personas del lugar donde vivo me están apoyando, y van a seguir la actuación del equipo mientras estemos en el exterior. Ellos me dan mucho ánimo y apoyo.

Este será mi primer viaje al exterior, y trato de imaginar cómo será. Además de jugar al baloncesto, tengo muchas ganas de visitar lugares de interés histórico y conocer gente hermosa.

Este viaje nos dará la posibilidad de conocer muchas cosas nuevas, si bien estoy feliz con mi vida actual. Me siento bien, y estar jugando en el equipo nacional es un sueño hecho realidad. A largo plazo, quiero terminar los estudios, y luego veremos. Por ahora, vivo día a día. 

Mohammad Saber Sultani (24 años de edad) oriundo de Kabul: perdió las dos piernas cuando tenía tres años de edad en un accidente causado por minas antipersonal

Entrenamos tres horas por la mañana y dos horas por la tarde. Jess, nuestro entrenador, nos enseña bien. Nos cansamos, pero vale la pena. ¡Nuestro objetivo es ganar!

Actualmente me desempeño como tornero fabricando pies ortopédicos. Mi vida ha mejorado mucho ahora. Estoy aprendiendo a leer y escribir, y con la ayuda de Alberto, he construido yo mismo una casa.

 

Mohammad Saber Sultani, de Kabul
© CICR / Jessica Barry

Cuando tenía yo dos años, mi padre murió y, un año después, perdí las dos piernas. Yo vivía con mi tío, pero nos mudamos a Pakistán durante el régimen talibán. Unos años más tarde, tras regresar a Kabul, abrí una pequeña tienda de comestibles. Lo que ganaba no era demasiado, pero nos alcanzaba para sobrevivir.  Un amigo me contó acerca del entrenamiento de baloncesto en el centro de rehabilitación física del CICR, aquí en Kabul. Como estaba interesado en los deportes, me decidí a venir. Así fue como supe del apoyo que el CICR brinda a las personas con discapacidad, la formación vocacional y los microcréditos que ofrece. Transcurrido algún tiempo, me concedieron un préstamo para mi tienda, pero no me ha ido bien.

Casi todo el personal de los centros son expacientes que han recibido formación profesional como terapeutas o técnicos. Le pedí a Alberto un trabajo y me contrataron. Actualmente me desempeño como tornero fabricando pies ortopédicos. Mi vida ha mejorado mucho ahora. Estoy aprendiendo a leer y escribir y, con la ayuda de Alberto, he construido yo mismo una casa. Ahora estoy centrando mis esfuerzos en el baloncesto. Lo importante es tener una actitud positiva y jugar con orgullo.

Cuando vaya a Italia, me gustaría ver la casa de Alberto, ya que él me ayudó a construir la mía, y me encantaría ver la suya.

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