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Colombia: la pasión de un hombre por servir a su comunidad

Cuando la chispa del voluntariado nace, es muy difícil que se apague. Por el contrario, crece con el pasar de los años, con un agradecimiento, un abrazo o una sonrisa sincera.

Esta chispa ha marcado la vida de Mario Alberto.

Integrante del CICR en el departamento del Caquetá, suroccidente colombiano, también fue parte de la Cruz Roja Colombiana y mantiene vivo el espíritu del voluntariado, característico del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja

"Soy completamente feliz de formar parte del Movimiento Internacional."

Mario, nacido en la ciudad de Manizales, en el eje cafetero colombiano, ha pasado la mayor parte de su vida al servicio de la comunidad.

"Soy una persona común y corriente, enfermero de profesión. Llevo unos 20 años en la Cruz Roja Colombiana. Ingresé como voluntario cuando tenía 12", afirma Mario Alberto.

Muchas personas le decían que estaba regalando el tiempo, pero él nunca lo vio así. "En la Cruz Roja, he aprendido sobre salud y me he formado como persona, viajando a misiones en otros países y conociendo diversas zonas de Colombia. El Movimiento y los voluntarios son mi segunda familia; de ahí salen las ganas de servir, de brindar al necesitado una mano amiga, ya sea en un desastre natural, un accidente, una recreación con niños o ancianos, o en un hogar de paso".

En sus años como voluntario, participó en rescates durante catástrofes y desastres naturales como el del terremoto de 2010 en Haití, que lo marcó para toda su vida: "Pude participar prestando mis servicios como voluntario en el terremoto de Haití, entregando ayuda humanitaria; era muy triste ver a más de 80 mil familias que vivían encarpas, en plásticos o en chozas, que no tenían absolutamente nada".

"Estas personas se mantenían con lo que nosotros les podíamos entregar y lo más gratificante que podíamos recibir era ver la sonrisa de un niño, el agradecimiento de los adultos, porque aunque hubiera una barrera idiomática, el sólo hecho de la mirada al entregarles socorros, implementos para reconstruir sus viviendas, lo decía todo."

"El don del servicio voluntario"

Las actividades humanitarias de Mario lo llevaron al CICR, donde pone sus esfuerzos al servicio de las víctimas del conflicto armado en el sur del país.

"Mi trabajo se puede ver reflejado en la ayuda a todas estas personas que tanto lo necesitan. Aunque ya no trabajo como voluntario, el don del voluntariado nunca lo voy a perder. Querer ayudar, buscar que la gente esté bien, eso nunca va a terminar. Soy completamente feliz de poder formar parte del Movimiento. Ahora desde el Comité Internacional de la Cruz Roja seguiré trabajando por el que más lo necesita."