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Colombia: Proteger la dignidad en medio del conflicto

Editorial

Christoph Harnisch

  

  Christoph Harnisch
  Jefe de la Delegación del CICR en Colombia

 

En 2019, hubo casi una víctima al día de artefactos explosivos y minas, nuevos casos de desplazamiento y de confinamiento de comunidades, homicidios, amenazas, desapariciones, agresiones contra la Misión Médica en las zonas de menor cobertura sanitaria, destrucción de recursos naturales, violencia sexual, y reclutamiento y uso de menores por parte de actores armados. 

Estas son las violaciones más graves que documentaron los equipos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Nuestra presencia en los territorios para promover la aplicación del derecho internacional humanitario nos permite afirmar que todavía existen al menos cinco conflictos armados en Colombia.

La protección de la integridad física y de la dignidad humana significa que todos los actores armados deben ser inequívocamente responsables de sus actos y omisiones.

Aun así, el miedo de las víctimas al momento de hablar nos indica que el panorama actual es todavía más complejo. Insistimos en la necesidad de acciones de mayor contundencia por parte de las instituciones gubernamentales y de la sociedad civil para responder a las necesidades de la población tras los abusos a los cuales es sometida.

Además de este escenario de violaciones a las normas humanitarias, se observa una población migrante en condiciones de suma vulnerabilidad, pero con capacidad para superar las dificultades. Gran parte de los colombianos y el Gobierno han acogido a estas personas con las puertas abiertas, pero la respuesta de la comunidad internacional ha sido insuficiente.

Las autoridades nacionales y las organizaciones sociales, incluido el Movimiento Internacional de la Cruz Roja, seguirán enfrentando desafíos si los recursos no son acordes a las necesidades de las poblaciones y si su respuesta humanitaria no pone como eje fundamental la voz de quienes más conocen el conflicto y la violencia en el país: sus víctimas. La responsabilidad de todos nosotros es escucharlas.

Con 50 años de experiencia en la primera línea del conflicto armado en Colombia, seguimos comprometidos a encontrar soluciones pragmáticas a los complejos dilemas humanitarios, poniendo de relieve que las guerras sin límites son guerras sin fin.

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