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Conferencia Internacional: discurso de apertura pronunciado por Peter Maurer, presidente del CICR

Discurso pronunciado por Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja en la XXXII Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

Señor presidente,

Excelencias,

Señoras y señores,

Queridos colegas y amigos:

Es un honor darles la bienvenida a la XXXII Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, foro verdaderamente único para que nuestro Movimiento y las Altas Partes Contratantes en los Convenios de Ginebra se reúnan y tracen el futuro de la acción humanitaria.

Hemos ingresado en una era en que los conflictos armados han cobrado mayor complejidad y tienen un mayor número de actores, se prolongan más en el tiempo, tiene efectos regionales más vastos, utilizan tácticas y armas más diversas y, en general, son más atroces por lo que respecta al sufrimiento humano que causan. Es una era de conflictos armados prolongados, que se añaden a un mundo en guerra.

Su impacto es sistémico y global; desde el colapso de los servicios públicos esenciales, como los de salud, electricidad, agua y saneamiento, hasta la erradicación de lo que promueve el crecimiento de una sociedad: educación para los niños, trabajo para los adultos y seguridad para los más vulnerables. El sufrimiento humano que causan los conflictos actuales se manifiesta de muchas formas: personas muertas, personas heridas, personas que se quedan sin esperanza, sin rumbo, con traumas físicos y psicológicos que no sanarán por sí solos. La violencia, casi siempre exacerbada por la pobreza, la exclusión, la discriminación o la injusticia, afecta a demasiadas personas y domina a demasiadas sociedades. Como consecuencia de ello, se observa una fragilidad crónica a escala mundial: de personas, comunidades, sistemas y regiones enteras.

Por consiguiente, debemos tomar dos medidas: reforzar nuestras intervenciones para atender las necesidades existentes y aumentar la pertinencia de esas intervenciones. Una mayor cooperación y coordinación dentro del Movimiento, adaptada a la realidad de cada contexto y respetuosa del cometido, las competencias y las aptitudes de cada uno de los componentes, nos permitirán hacerlo.

Ayer, el Consejo de Delegados adoptó textos que influirán de forma sustancial en el funcionamiento, la percepción y el alcance del Movimiento en el futuro cercano. La resolución sobre el fortalecimiento de la cooperación y la coordinación en el Movimiento mejorará la forma en que trabajamos juntos para atender mejor a las personas necesitadas; la iniciativa sobre la marca distintiva del Movimiento incrementará la visibilidad y la comprensión de nuestra misión; y el mensaje para la Cumbre Humanitaria Mundial, que se celebrará el año próximo, se plasmará en el programa de nuestros colegas del sector humanitario.

Por otro lado, los programas políticos dominan el mundo, y tenemos una valiosa contribución que hacer, sobre todo en torno a dos problemas humanitarios críticos de nuestra época: la migración y el terrorismo.

La migración ha alcanzado una dimensión sin precedentes. Actualmente, cerca de sesenta millones de personas están desplazadas a causa de la violencia y la guerra, la cifra más elevada que se ha registrado desde la Segunda Guerra Mundial. Debemos recordar que nadie deja su hogar, su familia, su vida entera, por capricho. Las personas se van de sus hogares por un motivo, y estos motivos no desaparecerán pronto. La crisis dista de estar superada.

La estrategia sobre migración que adoptó nuestro Movimiento en 2011 sigue teniendo la misma pertinencia que hace cuatro años, y debe seguir aplicándose en forma integral. Dos aspectos son cruciales: la vulnerabilidad de las personas migrantes junto con su estatuto, y el pragmatismo por sobre el ombliguismo. El primer criterio para prestar asistencia y protección a los migrantes debe ser su vulnerabilidad, al tiempo que su estatuto jurídico determina sus derechos. Las vulnerabilidades y los derechos no deben oponerse entre sí. Y los Estados no pueden centrarse solamente en lo que sucede en el interior de su territorio. Las rutas migratorias atraviesan las fronteras, y lo mismo debe hacer nuestra intervención conjunta.

Los Estados y los componentes del Movimiento deben establecer asociaciones innovadoras, para apoyar y empoderar a las personas desplazadas, desde el parís de origen hasta el país de destino. Apiñarlas en campamentos no es una solución. Debemos dar a los migrantes la capacidad y la oportunidad de llevar vidas normales. Insto a los Estados a poner a disposición los recursos que exigen las dramáticas necesidades actuales.

Como Movimiento, seguiremos prestando asistencia de salud y de otro tipo a los migrantes vulnerables; procuraremos localizar a sus familiares, cuando sea posible; y apoyaremos a los detenidos, sobre todo a los menores de edad. El CICR continuará prestando apoyo a las comunidades en los países de origen y las regiones aledañas, cerca de las líneas del frente de los conflictos que son la causa del primer desplazamiento, para que menos personas se vean obligadas a huir de sus hogares. También incrementaremos nuestro apoyo a los asociados del Movimiento a lo largo de las rutas migratorias.

Mientras tanto, la violencia indiscriminada, en la forma de ataques terroristas en todo el mundo (los hechos trágicos más recientes que podemos mencionar son los de Yola, Bamako, París y Beirut) ha suscitado un sentimiento generalizado de inseguridad y dado lugar a respuestas de los Estados cada vez más fuertes. Es importante señalar que, en este contexto, todos los ataques intencionales contra no combatientes y todos los ataques destinados a sembrar el terror están prohibidos por el derecho internacional humanitario.

El CICR y el Movimiento continuarán recordando con vehemencia a todas las partes la necesidad de preservar la humanidad y de aplicar el derecho internacional humanitario (DIH) y otros marcos jurídicos pertinentes, como el derecho de los derechos humanos, como medio para prevenir y abordar esos actos de violencia inaceptables. Deberemos redoblar los esfuerzos para lograr que el derecho sea conocido, comprendido y respetado. Asimismo, deberemos demostrar que el uso de la fuerza debe atenerse a los límites que impone el derecho, y que el trato de los detenidos conforme a los principios internacionales cumple un papel sumamente importante en el intento por reducir los actos de terrorismo y otras formas de violencia extrema.

Nuestra interacción a nivel mundial con los portadores de armas, y la experiencia que adquirimos a través de las visitas a cientos de miles de detenidos por año, nos colocan en una posición sólida para guiar a los Gobiernos acerca de las medidas más apropiadas para respetar las leyes de la guerra. Insto a los Estados a atenerse al principio de humanidad cuando tienen que tomar decisiones complejas en el marco de acciones militares y de seguridad.

Señoras y señores, estimados colegas,

No es esta conferencia una celebración de nosotros mismos; por consiguiente, no me detendré en los extraordinarios esfuerzos que los quince mil miembros del personal del CICR y los casi diecisiete millones de voluntarios y miembros del personal de las Sociedades Nacionales y la Federación Internacional realizan cada día en todo el mundo, con el objetivo de ayudar y proteger a las personas afectadas por los conflictos, la violencia y los desastres. No obstante, permítanme dedicar un momento a nuestros amigos y colegas que han perdido la vida en su labor por salvar las de otros.

Como bien saben tras haber pasado cuatro años de trabajo para llegar al día de hoy, esta conferencia es, más que nada, una oportunidad para reunirnos, demostrar nuestro compromiso por mejorar el cumplimiento del DIH y reforzar nuestra decisión de proteger la misión médica, prevenir la violencia sexual, defender el trato humano en los lugares de detención y promover una mayor responsabilidad en el empleo y la transferencia de armas.

A diario vemos que el DIH no es respetado y que tampoco se lo hace respetar. Conforme a los Convenios de Ginebra, esta última tarea es una obligación de todos los Estados y de los actores no estatales. Con demasiada frecuencia, se pasan por alto y se infringen las normas del DIH, que son la única herramienta capaz de proteger a las personas durante las guerras. Debemos ser honestos con nosotros mismos: colectivamente, no logramos proteger a las personas más vulnerables de los efectos de los conflictos armados y la violencia.

Un ejemplo elocuente de esa falla es la frecuencia de los ataques contra las instalaciones y el personal de salud a nivel mundial, pese a la protección específica que les confiere el DIH. Debemos renovar el compromiso de respetar el derecho, el espíritu del derecho y su propósito: precauciones máximas en el ataque y tolerancia cero frente a los errores.

Otro ejemplo es la disponibilidad generalizada y el uso inapropiado de armas, que solo pueden contrarrestarse si las transferencias responsables de armas y su uso adecuado se convierten en la práctica habitual. Yo mismo he visto el impacto de las armas explosivas empleadas en zonas densamente pobladas, en Yemen, Siria y Somalia, por nombrar unos pocos casos. Reitero aquí los llamamientos del CICR y del Movimiento a todas las partes para que eviten emplear armas explosivas en zonas habitadas. Asimismo, instamos a todos los Estados a adherirse al Tratado sobre el Comercio de Armas y a que lo apliquen fielmente.

El cumplimiento del derecho internacional humanitario es el método más importante para garantizar una mejor protección en tiempo de conflicto armado. Pero el DIH es, ante todo, un logro de los Estados, que se reunieron y decidieron hacer historia a través de la elaboración de esas normas y que, con frecuencia, hacen grandes esfuerzos para hacerlas respetar. En esta Conferencia, tienen una oportunidad única para instaurar un mecanismo que podría contribuir significativamente al logro de ese objetivo crítico, y volver a hacer historia.

El proceso de consultas sobre la resolución ha sido largo y exhaustivo. Ahora refleja la mayor convergencia de las diversas opiniones expresadas a lo largo de cuatro años. El proyecto de resolución que tienen ante ustedes reconoce que una plataforma intergubernamental regular y específica para los intercambios sobre cuestiones de DIH clave, incluida la presentación de informes voluntarios y la organización de debates temáticos, representa la mejor oportunidad para fortalecer aún más el respeto del DIH.

Debemos tener en claro que una mayor dilución del texto hará mermar el apoyo que hasta ahora ha recibido la resolución y que un mayor fortalecimiento del mecanismo alejará a los que aún falta convencer.

No estamos aquí para decidir entre temores o esperanzas, ni para decidir el futuro de una vez y para siempre. No estamos tomando una decisión sobre un mecanismo perfecto. Pero nuestro texto, que tienen ante ustedes, es la mejor solución intermedia a la que podremos llegar.

Por lo tanto, les pido a todos ustedes que hagan sus mayores esfuerzos para llegar a un acuerdo sobre este mecanismo.

Estamos aquí para dar un paso pragmático pero necesario en el reto continuo que representa el fortalecimiento del respeto del DIH; este es el momento de trabajar juntos.

Señoras y señores, estimados colegas,

El dilema crónico de la acción humanitaria es y será la dependencia de las soluciones políticas.

Una vez más, insto a los Estados a que trabajen por hallar soluciones políticas para los conflictos armados de hoy. La única forma de acabar con el sufrimiento humano en las guerras es acabar con las guerras.

Después de todo, hemos visto que, con una diplomacia resuelta, es posible allanar el camino a los acuerdos pacíficos. Creo en la capacidad de la comunidad internacional de dedicar sus esfuerzos, y los recursos necesarios, a lograr más historias de éxito que demuestren que las conclusiones pacíficas son preferibles a los embargos, las sanciones y la violencia.

Mientras tanto, nuestra aspiración, como trabajadores humanitarios, es responder en forma significativa a las necesidades de las personas, tanto en cantidad como en calidad, a través de una acción humanitaria basada en principios. Pese a una generosidad sin precedentes, especialmente de nuestros donantes de larga data, tenemos dificultades para financiar un presupuesto cada vez mayor que abarca tanto actividades de emergencia en crisis de corto plazo como esfuerzos de estabilización de largo plazo en conflictos prolongados. Los componentes del Movimiento deben seguir trabajando juntos para demostrar el valor añadido de la acción humanitaria basada en principios.

Los Principios Fundamentales adoptados en Viena hace cincuenta años –Humanidad, Neutralidad, Imparcialidad, Independencia, Unidad, Universalidad y Servicio Voluntario– son tan pertinentes hoy como entonces.

No existe una manera mejor de garantizar que nuestra intervención sea realmente significativa que hacer participar a las personas que nos proponemos atender, en cada etapa del camino. Nuestra campaña "De la palabra a la acción" es pionera en la promoción de una nueva forma de comunicación interactiva con los beneficiarios y las comunidades, con la participación real de personas sobre el terreno.

De ningún modo deseamos aislarnos del resto del sector humanitario. La Cumbre Humanitaria Mundial, que se celebrará el año próximo en Estambul, será una oportunidad para subrayar cómo la complementariedad, y no la uniformidad, fomenta la innovación y da resultados.

Una cooperación más estrecha entre los actores locales e internacionales, dentro y fuera del Movimiento, nos permitirá sumar más experiencias, visiones y conocimientos a nuestras operaciones. Con frecuencia escuchamos que la ayuda debe ser local. Sin embargo, en el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, sabemos con certeza que la complementariedad de lo local y lo internacional es lo que nos permite trabajar y asegurarnos de responder con nuestras mejores aptitudes tanto a las emergencias de corto plazo y los conflictos prolongados, los desastres naturales y los provocados por el hombre, como a las situaciones de fragilidad crónica y los conflictos agudos.

Fuera de nuestro Movimiento, la cooperación dinámica con la comunidad humanitaria en su conjunto, con los Estados y el sector privado, aumentará y enriquecerá la respuesta humanitaria, y la volverá más eficiente y significativa para las personas necesitadas. Debemos unirnos para dialogar con nuestros interlocutores, fomentar el respeto y en última instancia influir y cambiar los comportamientos, porque la falla actual en materia de protección es una realidad y una grave preocupación.

Señoras y señores, estimados colegas,

La competencia entre potencias mundiales, la acción unilateral y la parálisis prolongada se han vuelto la nueva norma en el sistema internacional, y ello repercute gravemente en los millones de personas que sufren las consecuencias.

Antes de concluir, permítanme exhortarlos a que cumplan su papel en empoderar a la humanidad, a través de la formulación de promesas y el apoyo a las resoluciones. Los insto a apropiarse de esta Conferencia Internacional a través de sus propios compromisos.

En los próximos dos días, lo más útil será la capacidad de llegar a un acuerdo: la sustancia debe imponerse a la desconfianza, y el progreso debe imponerse al politiqueo. Decidamos sobre lo que está sobre la mesa, y no sobre lo que algunos pueden temer que se esconde detrás.

Mientras los jefes de Estado y de Gobierno se reúnen en París en torno a otra crisis que amenaza la vida, el cambio climático, nosotros tenemos también una oportunidad única de sumar nuestras fuerzas, con los Estados, las Sociedades Nacionales y otras entidades, y unirnos detrás de nuestra humanidad compartida, el respeto del derecho internacional humanitario y los millones de personas que sufren a raíz de los conflictos armados, los desastres y la violencia.

Gracias.