Cooperativas agrícolas en Somalia: más alimentos para todos

El CICR trabaja con las cooperativas agrícolas en Somalia para mejorar la seguridad alimentaria en medio de condiciones climáticas inestables, que oscilan entre sequías e inundaciones. Esta labor con los movimientos cooperativos en el sector agrícola fue muy productiva antes de que estallara la guerra civil en Somalia.

Marie del Marmol, especialista en cuestiones agrícolas del CICR en Somalia, relató hace poco su experiencia con las cooperativas.

¿Cuál es la nueva estrategia para prestar apoyo a las cooperativas?

Una cooperativa es un grupo de personas que se ayudan entre sí. Este tipo de organización ya es un modelo social de la cultura somalí. Notamos que, cuando los agricultores se unen para formar un grupo, les resulta más sencillo compartir recursos, como maquinarias, nuevas técnicas agrícolas, ideas y acceso a los servicios.

¿Cómo apoya el CICR a las cooperativas?

Dialogamos con los agricultores y les prestamos apoyo técnico. Asimismo, capacitamos a los jefes de cada cooperativa sobre la gestión de la actividad, dado que la cooperativa es, en realidad, una entidad social y comercial. Los alentamos a proponer ideas y a expresar sus necesidades. El año pasado, entregamos tractores a 31 cooperativas. Los integrantes de las cooperativas utilizan los tractores para realizar distintos tipos de arado a precios subvencionados, lo cual reduce considerablemente los gastos y se refleja directamente en la mejora de sus ingresos. Capacitamos a los agricultores para que sepan cómo usar, reparar y mantener un tractor.

Hemos recibido más solicitudes de la comunidad y, para fines de 2016, planeamos incorporar 20 cooperativas más en el programa.

¿De qué manera se interactúa con las comunidades para interesar a los residentes e inducirlos a participar en el programa?

En primer lugar, antes de dar inicio a cualquier programa, dialogamos con los ancianos y otras autoridades de la comunidad. Luego, comunicamos a los agricultores cuáles son los objetivos del programa y qué resultados esperamos. Posteriormente, respondemos a sus preguntas y tomamos nota de sus observaciones y de sus sugerencias acerca de cómo mejorar el programa.

¿Se aplica algún criterio específico para incorporar una cooperativa en el programa?

Trabajamos principalmente con cooperativas agrícolas informales ya existentes. En función del sistema de riego (natural o artificial), las explotaciones producen cultivos en general u hortalizas. En las regiones costeras, las cooperativas pesqueras tienen mucha actividad, y ya hemos dialogado con ellas para evaluar un posible trabajo en conjunto. En las zonas fluviales, trabajamos con pescadores de subsistencia. Más del 80% de los agricultores de las cooperativas que apoyamos también producen miel, que luego venden en el mercado local.

El CICR presta su apoyo a cooperativas en las regiones de Hiran, Shabelle Bajo y Medio, y también en Puntlandia, Jubas, Gedo, Bay y Bakool.

¿Qué ventajas tienen los agricultores?

En algunas regiones, los integrantes de la cooperativa se dividen en grupos de riqueza, que se clasifican según el tamaño de sus explotaciones. Aquellos con establecimientos más pequeños pagan una tarifa reducida por la inscripción y el alquiler de maquinarias. En algunos casos, esa tarifa no se cobra, lo cual representa un beneficio para los pequeños agricultores que, de otra manera, se encontrarían en una situación de vulnerabilidad.

Dentro de la cooperativa, los agricultores establecen fuertes vínculos laborales entre sí y tienen la capacidad de adaptarse a las innovaciones agrícolas y a las técnicas mejoradas de producción y cultivo de alimentos, lo que se traduce en una mayor rentabilidad. Como grupo, pueden asociarse y promover sociedades con entidades y organizaciones más grandes. En 2015, una cooperativa que recibió capacitación en Bacaadley, distrito de Jowhar, recurrió a un contratista local para abrir un canal de riego. Le pagaron el 50% del precio acordado y se comprometieron a saldar el resto después de la cosecha, sabiendo que iban a producir lo suficiente gracias a las técnicas agrícolas y los conocimientos sobre tractores que habían adquirido. Este tipo de planificación y organización internas es exactamente lo que esperamos que los agricultores puedan alcanzar a largo plazo.

Cuando hablan con los agricultores, ¿qué opinión expresan sobre el programa?

Están muy conformes con el nivel de apoyo del CICR, especialmente en cuanto a las grandes maquinarias. Dialogamos permanentemente con ellos para que puedan comprender que el objetivo es pasar de la dependencia a la resiliencia. Es por eso que les enseñamos a desarrollar sus capacidades para que puedan aumentar su confianza en sí mismos.

¿Han tenido algún inconveniente durante la implementación de este programa?

Al principio, nos resultó difícil conseguir piezas de repuesto para las maquinarias, como los tractores, lo que puso en riesgo la viabilidad del programa. Tras dialogar con algunas empresas, conseguimos que ciertos proveedores comenzaran a abastecer esas piezas de repuesto.

Por otra parte, si bien las mujeres representan un porcentaje muy importante de la comunidad agrícola total en Somalia, esperamos que en el futuro aumente aún más el número de participantes femeninas en nuestros grupos de debate.

¿Cómo ampliará este programa el CICR?

Seguiremos fomentando el intercambio de ideas y de información entre las cooperativas sobre temas relacionados con el almacenamiento de víveres, el cultivo y el contacto con los mercados. Enviaremos personal calificado para asesorar a los agricultores durante todo el ciclo anual y seguiremos ofreciendo capacitación y trabajo con parcelas de experimentación.

En el futuro, además de contar con un centro de investigaciones con base en Somalia, designaremos algunas cooperativas para realizar pruebas piloto de multiplicación de semillas y de bancos de semillas. Esta estrategia garantizará la oferta de semillas de buena calidad en el mercado a un precio accesible durante todo el año.