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Cumbre COP26: tres llamados a reforzar la acción por el clima en las zonas de conflicto armado

La crisis climática amenaza la supervivencia de la humanidad. Se necesitan importantes iniciativas políticas para mitigar el cambio climático y evitar las consecuencias más desastrosas.

Sin embargo, aun si se aplican medidas de mitigación ambiciosas, las alteraciones del clima seguirán afectando gravemente la vida de las personas durante varias generaciones.

Por lo tanto, es esencial aumentar la adaptación al clima es para limitar los efectos del cambio climático en el plano humanitario.

Los países en los que se libran conflictos armados se encuentran entre los más vulnerables a la crisis climática. El CICR observa a diario la manera en que el cambio climático y los conflictos armados interactúan y terminan acentuando las necesidades humanitarias, además de debilitar los servicios esenciales.

La cumbre COP26 —conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático— se celebra en Glasgow entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre.

Durante esas dos semanas, el CICR abogará por reforzar la acción por el clima en los lugares afectados por conflictos armados.

El CICR persigue tres compromisos principales a fin de que la acción y la financiación climáticas no continúen dándoles la espalda a los países que atraviesan conflictos armados. Resumen:

1. Reconocer que los países que atraviesan conflictos armados son muy vulnerables a los riesgos climáticos debido a su limitada capacidad de adaptación. Este reconocimiento es crucial para ampliar la acción climática en esos lugares.

De los 25 Estados considerados más vulnerables y menos preparados para adaptarse al cambio climático, catorce están sumidos en conflictos armados. Esto no significa que el cambio climático sea una causa directa de los conflictos.

Por el contrario, el cambio climático acentúa las necesidades humanitarias derivadas de los conflictos armados, mientras que estos últimos, a la vez, aumentan la fragilidad de las instituciones, los servicios esenciales, la infraestructura y la gobernanza, que son esenciales para ayudar a las personas a hacer frente y adaptarse a un clima cambiante.

2. Cumplir con el compromiso de reforzar la acción climática en los países que las Partes de la CMNUCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) identificaron como especialmente vulnerables al cambio climático, a través del aumento del apoyo a los países en conflicto.

Si bien muchos países afectados por conflictos armados necesitan reforzar de manera urgente la capacidad de sus poblaciones para adaptarse a los crecientes riesgos climáticos y a los cambios en el entorno natural derivados del cambio climático, estos suelen tener una capacidad limitada para hacerlo por sí mismos.

Pese a la evidente vulnerabilidad de esos países a los riesgos climáticos, el apoyo que reciben a su adaptación al clima es particularmente escaso debido a la incertidumbre en materia de financiación y programación en esos lugares.

3. Tomar las medidas necesarias para que la acción climática en los países afectados por conflictos armados esté correctamente respaldada por una financiación climática adecuada.

Se observan dos desequilibrios críticos que caracterizan la financiación climática y limitan gravemente el potencial de una acción climática adecuada en los países frágiles y afectados por conflictos armados.

En primer lugar, existe una importante disparidad entre la provisión de fondos a los países de ingresos medios estables y los países menos desarrollados del mundo, una categoría en la que los países afectados por conflictos armados o situaciones de violencia están sobrerrepresentados.

A pesar del compromiso de aumentar el apoyo a los países más vulnerables asumido en el Acuerdo de París, la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) informó que, entre 2016 y 2018, esos países solo recibieron cerca del 14 % del total de la financiación climática, mientras que casi el 70 % de toda la financiación climática estuvo destinada a los países de ingresos medios.

En segundo lugar, si bien los Estados se comprometieron, en el Acuerdo de París, a garantizar un mayor equilibrio entre la financiación para las actividades de mitigación y la adaptación, los fondos destinados a estas últimas siguen siendo inferiores.