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Curar las heridas ocultas: sobrevivir a la violencia armada en Burkina Faso

Estrés postraumático, insomnio, tendencia al aislamiento, irritabilidad... Quienes atravesaron situaciones de violencia tienen heridas ocultas con graves consecuencias para su vida, un fenómeno que la población civil de Burkina Faso, desgraciadamente, conoce de cerca.

Más de dos millones de habitantes de Burkina Faso se han visto obligados a huir de su hogar, llevando consigo unas pocas pertenencias y un sinfín de recuerdos dolorosos.


Aly: la culpa del superviviente

ICRC / Alphonse Dioh

Aly con su padre en marzo de 2024.

Aly tiene 15 años. Hace tres, él y su familia tuvieron que abandonar su hogar y buscar refugio en un asentamiento para personas desplazadas densamente poblado en las afueras de Ouahigouya, en el noroestee de Burkina Faso. Desde entonces, atormentado por los recuerdos, Aly padece insomnio y terrores nocturnos.

Primero probamos con medicina tradicional y después con medicina moderna, pero nada daba resultado,

cuenta su padre.

La madre de Aly asistió a una sesión de salud mental que se organizó en el asentamiento en el que vivían y decidió inscribir a su hijo para recibir terapia en el centro médico Lazaré, que cuenta con apoyo del CICR.

En 2023, el CICR observó un aumento en el número de niños traumatizados por haber presenciado situaciones de violencia. Ante esa situación, la organización inició un proyecto en Ouahigouya y Dori que consistía en ofrecer a los niños un espacio para expresar sus emociones por medio del dibujo y la narración.

En Ouahigouya no es nada fácil obtener apoyo psicológico. Está el hospital universitario regional, pero solo atiende los casos más graves.

Al llegar al centro médico Lazaré, el joven Aly no dijo demasiado. "Se sentía culpable. Había dejado atrás a algunos de sus amigos y estaba abrumado por emociones negativas. Nuestra tarea era ayudarlo a despejar esas emociones por medio del dibujo y la escritura".

Con el transcurso de las sesiones, Aly logró poner en palabras sus temores y volcar lo que sentía en el papel. Poco a poco, pudo reanudar algo así como una vida normal.

Hoy ha vuelto a estudiar, tiene nuevos amigos y ya no sufre los terrores nocturnos que solían impedirle dormir.

Safy: "madre coraje" y sus siete hijos

CICR/ Alphonse Dioh

Safy también estaba traumatizada luego de haberse visto desplazada por la violencia que presenció y padeció en carne propia. Una mañana, un grupo de hombres armados entraron en la aldea donde vivía y provocaron una matanza. Safy y sus familiares consiguieron esconderse, pero no por mucho tiempo. Ella apenas logró salvar su vida, pero su marido y las demás esposas de él no corrieron la misma suerte.

Safy decidió irse con sus cuatro hijos y los otros tres hijos de su esposo, ahora huérfanos. Traumatizada, sin dinero y con siete niños a su cargo, Safy cayó presa de la desesperación.

Perdió interés en la vida y en sus hijos, pero la acosaba la culpa: "Es lo que hace una madre", decía sobre atender a los niños.

Ellos también estaban traumatizados; lloraban en sueños y fueron adoptando una actitud cada vez más retraída.

En Ouahigouya, Safy conoció a trabajadores de la salud formados por el CICR. Aceptó su ayuda y empezó a recibir sesiones en un centro de salud o en su hogar.

Safy tiene un largo camino por delante hacia su recuperación, pero su relación con los niños ya se ha vuelto más calma. Ellos se sienten menos aislados y han vuelto a la escuela.

El señor Sankara: una luz de esperanza

CICR / Alphonse Dioh

La ancha sonrisa del señor Sankara parece desmentir los recuerdos que lo atormentan, sobre todo el del ataque contra su aldea en el que perdió a sus dos tíos y a su hermano menor, incidente que se cobró la vida de 13 personas en total.

Para escapar de la violencia, huyó con su esposa e hijos a ocultarse en las tierras que cultivaban. Estaba por llevarse la cosecha, pero tuvo que abandonarlo todo para buscar un lugar seguro donde vivir, y terminó él también en Ouahigouya.

Ya a salvo, empezó a sentir los efectos de la ansiedad. El insomnio, los terrores nocturnos y unos pensamientos atroces le impedían dejar atrás el pasado. En Ouahigouya, enseguida recibió atención de la Cruz Roja de Burkina Faso y de un equipo de psicólogos. El señor Sankara reconoce que probablemente habría enloquecido de no haber tenido esas sesiones.

Hoy sabe identificar los síntomas del estrés postraumático en sí mismo y en sus hijos, que también volvieron a dormir bien.

Le preguntamos si le gustaría volver a su hogar. Su respuesta revela el arraigo a su tierra: "Estemos donde estemos, siempre preferiríamos estar en casa".

En la segunda mitad de 2023, unos 200 niños en Ouahigouya recibieron atención psicológica en el centro médico Lazaré, así como seguimiento en el hogar, por parte de trabajadores de salud. De esos 200 niños, 68 completaron su programa de recuperación. En 2023, 899 personas en Burkina Faso recibieron atención psicológica en centros de salud que cuentan con apoyo del CICR.

Este artículo se publicó por primera vez en el blog "L'Humanitaire dans tous ses Etats" (en francés).