Declaración

Declaración del CICR en Hábitat III

Declaración del CICR en Hábitat III, pronunciada por Hugo Slim, jefe de Políticas Humanitarias del Comité Internacional de la Cruz Roja, 17-20 de octubre de 2016, Quito, Ecuador

El CICR acoge con satisfacción la Nueva Agenda Urbana.

La declaración, la visión, los compromisos y el plan de aplicación de la Nueva Agenda Urbana se centran, con razón, en las ciudades que deseamos. Sin embargo, la Nueva Agenda Urbana debe comenzar, inevitablemente, con las ciudades que tenemos.

Mientras nosotros estamos en Quito, miles y miles de personas en la ciudad siria de Alepo están luchando para sobrevivir en medio del conflicto armado: sus casas están destruidas, sus seres queridos han muerto, sus servicios de agua, salud y electricidad apenas funcionan, y gran parte de la ciudad está en ruinas.

En Mosul, Irak, otros miles de personas están preparándose para un largo enfrentamiento que traerá muerte y destrucción a sus barrios. Es posible que, al igual que la población de Faluya en el pasado, cientos de miles de esas personas deban huir de su ciudad sin poder llevarse sus pertenencias y sumarse a los 65 millones de personas que han tenido que desplazarse por la fuerza a nivel mundial, el 75% de las cuales viven en zonas urbanas.

El reto inmediato de la Nueva Agenda Urbana es lograr que las ciudades de hoy sean más resilientes a los conflictos armados, los desastres y la violencia. Una ciudad verdaderamente resiliente es una ciudad que sigue funcionando en los malos momentos del mismo modo que lo hace en los buenos. Los malos momentos son la dura prueba de la resiliencia en las ciudades. Mantener las ciudades en funcionamiento para su población, en las terribles condiciones que imponen los conflictos, los desastres y la violencia, es el reto enunciado en los importantes compromisos humanitarios de la Nueva Agenda Urbana.

Pero ninguna ciudad debería tener que soportar violaciones del derecho internacional humanitario (DIH), tal como se afirma en el párrafo 30 de la Nueva Agenda Urbana. El CICR insta a todas las partes en conflicto a que respeten el DIH en las guerras de la actualidad, que cada vez más se libran en ciudades. También las instamos a evitar el uso de armas explosivas con un área de impacto extensa en zonas densamente pobladas. Y pedimos a todos los beligerantes que protejan las instalaciones de salud, su personal y los pacientes.

Los compromisos humanitarios enunciados en la Nueva Agenda Urbana son significativos, y el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja se ha esforzado mucho para lograrlos, con la ayuda de muchos de los Estados que están aquí presentes, de ONU Hábitat y de varios interlocutores de la Asamblea General de Socios. Nos complace comprobar que los compromisos humanitarios figuran en los diversos párrafos de la Nueva Agenda Humanitaria.

No solo en los trágicos conflictos de Oriente Medio se han destruido ciudades y se ha forzado a los pobladores a abandonar sus hogares y congregarse como "personas internamente desplazadas" urbanas, o irse como migrantes a otro país.

Millones de personas en ciudades, poblados y asentamientos informales en todo el mundo se encuentran en condiciones similares. Los conflictos armados y la violencia urbana obligan a miles de personas a desplazarse de una parte de su ciudad a otra para buscar seguridad; con frecuencia son alojadas por familias urbanas pobres, cuyas condiciones de vida ya son extremadamente vulnerables.

A raíz de las guerras, las ciudades cambian y se forman otras nuevas. Una pequeña aldea del norte de Nigeria recientemente aumentó en veinte veces su población en el plazo de tres días, dada la afluencia de personas que buscaban seguridad. Los poblados y las ciudades de la cuenca del Lago Chad ahora se han sumado a los de Sudán del Sur, República Centroafricana y República Democrática del Congo como ciudades que alojan personas internamente desplazadas, en su mayoría desplazados urbanos que carecen de servicios básicos. En Asia, Afganistán y Myanmar, numerosos poblados y ciudades afrontan retos similares.

Los dos aspectos más acuciantes que afrontan las ciudades afectadas por conflictos armados y las ciudades que luchan contra la violencia urbana son la seguridad y los servicios. La seguridad y los servicios son el mayor desafío doble para los alcaldes y las autoridades municipales, así como para sus socios operacionales.

Por ello, complace al CICR comprobar que la Nueva Agenda Urbana haga tanto hincapié en la seguridad y los servicios. En esos dos ámbitos debemos ganar la lucha humanitaria destinada a apoyar a las poblaciones urbanas afectadas por la violencia urbana.

Seguirá habiendo conflictos armados y violencia en el periodo de veinte años contemplado por la Nueva Agenda Urbana. Los compromisos relativos a la seguridad y los servicios serán directrices políticas esenciales para que las autoridades de las ciudades, en estrecha colaboración con las organizaciones humanitarias, logren que sus ciudades respeten los límites jurídicos impuestos a la violencia armada, protejan a las personas que corran mayores riesgos y reparen las consecuencias humanitarias de los conflictos armados.

Si la dura prueba para una ciudad resiliente es su funcionamiento en malos momentos, la prueba de la seguridad y los servicios es la dignidad humana. Incluso en los peores momentos, toda ciudad debe procurar afirmar y preservar la dignidad de todos los seres humanos que la habiten o que lleguen a ella en búsqueda de refugio.

El CICR se complace en haber sido parte de Hábitat III, y con satisfacción respaldaremos la Declaración que formulará el presidente de la Cruz Roja Ecuatoriana en nombre de todo el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

La Nueva Agenda Urbana comienza hoy y debe aplicarse a la realidad de las ciudades de hoy. Como sin duda nos recordará la población de Alepo: una ciudad inteligente es una ciudad segura.