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Colombia: “Con el nuevo acueducto, ya no hay riesgo de bombas ni minas”

Una comunidad de 2.000 personas en el suroccidente de Colombia llevaba años sin poder reparar su acueducto porque para hacerlo era necesario atravesar una zona contaminada con artefactos explosivos improvisados y ocupada por actores armados. Con apoyo del CICR, construyeron uno nuevo y tienen agua garantizada por los próximos 25 años.

Trabajar como fontanero del acueducto de Bajo El Palo era uno de los oficios más peligrosos que alguien pudiera imaginarse. En esta pequeña población de 2.000 personas, ubicada en el norte del Cauca, el encargado de reparar el acueducto tenía que superar múltiples obstáculos: artefactos explosivos improvisados alrededor de las instalaciones, enfrentamientos armados, constantes interrogatorios por las partes en conflicto... Con el paso de los años, el mantenimiento se hizo imposible y la población se fue quedando sin agua.

"Por la vieja bocatoma detonaron cuatro bombas hace un mes", cuenta Frederman Torres, quien aceptó el trabajo de fontanero "porque alguien tenía que hacerlo". Antes había otro encargado pero renunció "por miedo a subir a hacer mantenimiento, porque podía explotar una bomba o, de pronto, había un enfrentamiento".

Ante el servicio ineficiente del viejo acueducto, los habitantes de Bajo El Palo tenían que salir del pueblo a buscar el agua, exponiéndose a peligros constantes. En la escuela, mientras tanto, 650 niños sobrevivían su jornada sin una gota. "Me ha tocado ver la problemática de nuestros niños y niñas por falta de agua, incluyendo las enfermedades", cuenta Lida Mina, la rectora.

El empeño de la comunidad por resolver el problema del acceso al agua encontró una respuesta en el CICR. Se decidió construir un nuevo acueducto en un lugar seguro, para lo cual los habitantes de Bajo El Palo se comprometieron a aportar mano de obra no calificada y el CICR les proporcionó los diseños, materiales, mano de obra calificada y la asesoría de un ingeniero.

Vereda Bajo El Palo, municipio de Caloto, Cauca, Colombia. La comunidad trabajó arduamente en la construcción del nuevo acueducto. En cinco meses, la infraestructura ya estaba terminada. © Carlos Andrés Henríquez/CICR

"Fueron cinco meses de trabajo duro. Excavar en la parte alta de la montaña, a cinco kilómetros del caserío, no fue fácil. Llevar el material, tampoco, pero la comunidad cumplió con los compromisos pactados", explica el ingeniero del CICR, Carlos Andrés Henríquez, durante la inauguración de la obra.

La comunidad cuenta ahora con un nuevo sistema de suministro completo que permite a cada familia de Bajo El Palo disfrutar en la comodidad de su casa de agua en la cantidad y la calidad adecuadas. Henríquez señala que el abastecimiento de agua está garantizado por los próximos 25 años. "En este momento hay mucha más agua de la que se necesita. Lo que hace la comunidad es regular la cantidad que entra al acueducto".

"Nos han premiado con este acueducto", dice Jorge Velasco, el presidente de la junta del acueducto. "Llegaron en el momento justo cuando los necesitábamos, sobre todo ahora que comienza el verano". Entre los más satisfechos está Frederman, el fontanero, pues su trabajo dejó de ser un peligro. "Con el nuevo acueducto, por allá no se aposenta ningún grupo, ya no le preguntan a uno cosas, ya no hay riesgo de bombas ni minas".

Vereda El Palo, municipio de Caloto, Cauca, Colombia. "Era raro cuando teníamos agua", dice una profesora de la escuela local, adonde asisten 650 niños y niñas. El restaurante escolar cuenta ahora con agua permanente. © Érika Tovar/CICR