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Diario: testigo de la crisis en Siria


Esta semana, nuestro presidente, Peter Maurer, está en Siria. Todos los días nos hará llegar sus impresiones sobre el terreno. Actualizaremos la información cada tarde.

Lunes: "Hoy llegué a Damasco"

Esta es mi cuarta visita desde que comenzó la guerra en Siria. Desde 2012, año en que asumí la presidencia del CICR, he viajado a zonas de guerra en todo el mundo: Somalia, Gaza, Irak, Afganistán, Yemen, y muchas otras partes. Siria, país que había visitado como turista mucho antes de que comenzara la guerra, es un ejemplo dramático de lo que la guerra puede provocar a un país y a una sociedad.

En mi primer viaje a Siria con el CICR, visité algunas localidades que acababan de ser destruidas; las casas habían sido bombardeadas, los pobladores habían tenido que huir y abandonar todas sus pertenencias. Años después, la guerra no ha finalizado. Muchas personas siguen desplazadas, algunas han quedado completamente separadas del mundo y viven en zonas sitiadas. Ya no pueden estar seguras de contar siquiera con lo más básico: alimentos, agua, refugio y atención médica.

Por estos motivos, el CICR está presente en Siria: para prestar ayuda y protección a la población, de todas las formas que podamos y en todos los lugares donde podamos.

Estaré una semana en Siria. Voy a reunirme con autoridades, acompañar a nuestro personal en las distribuciones de ayuda a la población y viajar a diferentes lugares para conocer y escuchar a las personas que están sufriendo.

Como organización humanitaria neutral, independiente e imparcial, hacemos todo lo posible para llevar ayuda y esperanza.

Como seres humanos, también estamos aquí para poner de relieve la crisis en Siria.

Martes: "Muchas historias de vida en mi segundo día en Siria"

La historia de Mahmoud, un niño de trece años de edad conectado a una máquina de diálisis. Sonrió cuando le di la mano. La historia de Loujain, una niña de cinco años de edad, desplazada de Deir ez-Zor. Necesita una cirugía para tratarse una afección renal, pero su familia no tiene el dinero para costearla. La historia de una anciana somalí, que llegó a Siria para tratarse la diabetes y escapar de una guerra, y ha quedado atrapada en otra unos años después.

Once mil voluntarios de la Media Luna Roja Árabe Siria trabajan en todo el país. Hoy me reuní con algunos de ellos, en un impresionante centro de salud en las afueras de Damasco. En 2012, cuando la guerra acababa de comenzar, tuve la oportunidad de conocer a unos pocos de ellos. En ese entonces, también ellos empezaban a atender a los heridos y los enfermos que toda guerra causa. El hombre al que conocí en un sótano en 2012, mientras ayudaba a pacientes en una sala de primeros auxilios improvisada, ahora es el jefe de un equipo de intervención ante desastres plenamente operacional. La guerra crea profesionales, y en el caso de los colegas de la Media Luna Roja Árabe Siria, son de los mejores.

Estos hombres y mujeres están capacitados y motivados, y tienen una dedicación extraordinaria a su tarea de ayudar a todo aquel que sufra. Además, tienen historias que contar. Desde que comenzó la guerra, 53 voluntarios de la Media Luna Roja Árabe Siria murieron mientras trataban de salvar vidas.

Los recordamos, junto con sus historias.

Miércoles: "Un largo día llega a su fin en Damasco"

Mantuve reuniones maratonianas con todas las autoridades vinculadas con nuestras actividades operacionales en Siria. El CICR está listo y dispuesto a aumentar su distribución de asistencia en todo el país; pero hacerlo implica una enorme cantidad de planificación y preparación. Prever tiempos de importación de alimentos, obtener garantías de seguridad para áreas peligrosas, establecer qué tipo de material quirúrgico puede llevarse a qué ciudad, y cuándo: detrás de cada distribución de asistencia hay semanas y meses de planificación.

En esos planes, debemos prever que la situación puede cambiar cada día. Un nuevo acceso a lugares sitiados como recientemente en Madaya, Moadamiyeh, Foua y Kefraya, o nuevos desplazamientos masivos como en Alepo implican que tenemos que ajustar nuestro plan y entregar la ayuda rápidamente.

Porque las personas necesitan alimentos y utensilios de cocina; necesitan mantas y refugio; necesitan asistencia de salud y medicamentos. Sin embargo, la triste verdad es que, mientras que nuestras actividades operacionales aumentaron de manera sostenida durante los últimos cinco años en Siria, las necesidades humanitarias aumentaron mucho más rápido. Queremos, y debemos, reducir esa brecha, de modo que seguimos negociando y seguimos planificando.

Mi parte favorita del día de hoy fue un encuentro con los colaboradores del CICR basados en Damasco. Desde el chofer hasta el jefe de la delegación, se trata de personas que trabajan muy arduamente y corren riesgos para ayudar a las personas que sufren en Siria. Les agradezco todo lo que hacen.

Mañana me dirijo a Homs, para ver nuestra operación en la ciudad y sus alrededores. Me pregunto qué nos dirán las personas en Homs acerca de su vida y anhelos. Ellos deben tener prioridad, siempre.

Jueves: "Dormir es un lujo que escasea en el mundo humanitario"

Lo que me impide dormir por las noches cambia, pero esta noche será la historia de Khaled.

Khaled vendía verduras antes de que comenzara la guerra en Siria. Él y su esposa tenían ocho hijos y una vida plena. Hoy en día, Khaled es un hombre destrozado. Todo comenzó cuando su hijo fue a comprar pan y murió a raíz de los morteros. Khaled y su familia huyeron de los enfrentamientos, cuatro veces, dejando todas sus pertenencias cada vez. Luego, su esposa murió al dar a luz. Actualmente, Khaled vive con seis de sus hijos en un refugio en Al Waer, un área en las afueras de Homs que está sitiada. No hay trabajo, ni escuela formal; saber si pueden ingresar alimentos o mercancías a Al Waer resulta impredecible. Khaled me dijo que lo único que desea es que sus hijos puedan jugar. Pero le preocupa que si la guerra se sigue extendiendo, perderá a todos sus hijos.

Hoy visité Homs, la ciudad natal de Khaled. El centro de la ciudad es una escena surrealista de destrucción masiva. Prácticamente no existe un edificio que no esté destruido, un recordatorio doloroso de la crueldad de la guerra urbana, en la que los civiles son las primeras víctimas. Ya no queda nadie allí, lo que suma a la impresión de que se trata de un pueblo fantasma. En la ciudad antigua de Homs, también había destrucción, pero las personas regresan poco a poco, y hasta han abierto algunos pequeños comercios, donde venden jabón en polvo en envases individuales y pequeñas cantidades de aceite vegetal.

Anhelo que Khaled pueda regresar a la ciudad de Homs y observar a sus hijos mientras juegan, en paz.

Viernes: "hoy me fui de Siria"

Mi cuarta visita en cuatro años confirmó la triste constante del sufrimiento. Cada vez que vengo, veo más destrucción y más personas necesitadas.

Este conflicto tiene la particularidad de combinar todos los factores de la guerra moderna: diversas partes en el conflicto, todo tipo de armas, guerra urbana cruel y ataques deliberados contra civiles y contra la infraestructura que las personas necesitan para vivir: hospitales, escuelas, sistemas de suministro de agua, centrales generadoras de energía.

En unas pocas horas, se prevé una cesación del fuego. Hoy, durante todo el día, se escuchaban aviones y explosiones, algunos bombardeos, algunos disparos. Espero, como todos, que esta cesación del fuego se mantenga, y que sea uno de muchos pasos que conduzcan a la paz y la reconstrucción en Siria. Lo que sabemos a través de nuestro trabajo sobre el terreno y de las operaciones como las que visité esta semana, es que las necesidades son inmensas. Necesidades inmediatas, como alimentos, refugio y agua, pero también necesidades a largo plazo, como saber qué ocurrió con los seres queridos desaparecidos.

Lo que sabemos en el CICR es que, ya sea que la cesación de fuego se mantenga o no, que se llegue a un acuerdo de paz o no, las personas necesitan ayuda y la necesitan ahora. Así que mis colegas en Siria seguirán haciendo todo cuanto esté a su alcance para prestar asistencia a las personas, en todas las partes de la guerra. Estoy orgulloso de lo que hacen en nombre del CICR.

La guerra en Siria destruyó muchas vidas y muchos lugares. Las personas con quienes estuve esta semana me mostraron que no destruyó a la humanidad. No creo que lo haga.