Artículo

Editorial Honduras: "Una década promoviendo la humanidad tras los muros"

Esta editorial formal parte del Balance Humanitario 2024 

Por Guela Sekhniachvili, jefe de Misión del Comité Internacional de la Cruz Roja en Honduras

La humanidad no debería conocer barreras. Incluso detrás de los muros de una prisión, las personas deben ser tratadas con dignidad, independientemente de las razones por las cuales están detenidas.

La prisión, afirman las Reglas Nelson Mandela¹, es aflictiva por el hecho mismo de que despoja a las personas de su autodeterminación al privarlas de su libertad, y el sistema penitenciario no debe agravar el sufrimiento inherente a esa situación. Cualquier sufrimiento adicional es injustificado y no contribuye al objetivo de reinserción social.

Por ello, los sistemas penitenciarios deben garantizar que todas las personas privadas de libertad tengan acceso a servicios esenciales: agua, alimentación, atención médica; que puedan mantener la comunicación con sus familiares; que sus derechos fundamentales sean respetados; que las personas en situación de mayor vulnerabilidad o con necesidades específicas sean atendidas de forma diferenciada; y que tengan acceso a programas efectivos de reinserción.

En un mundo donde la detención a menudo implica la pérdida de derechos y dignidad, y en el que las personas privadas de libertad son relegadas al olvido, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) –cuya misión es proteger la vida y dignidad humana–, trabaja de la mano con las autoridades en diferentes países para promover sistemas penitenciarios humanos: un trabajo profundo, de largo aliento y cada vez más necesario.

En Honduras hemos trabajado en los centros penitenciarios desde 2015: monitoreamos las condiciones de detención y escuchamos de forma constante las necesidades y preocupaciones de las personas privadas de libertad. A través del diálogo bilateral y confidencial, trabajamos en apoyo a las autoridades para promover un trato digno a las personas y mejorar la gestión penitenciaria. Destacamos y agradecemos su apertura, acceso y colaboración, que facilitan nuestro trabajo

Destacamos y agradecemos su apertura, acceso y colaboración, que facilitan nuestro trabajo.

Nuestro compromiso es inamovible: contribuir a forjar un sistema penitenciario seguro y humano a través de mejoras estructurales y perdurables, en concordancia con los estándares internacionales en la materia.

En estos casi 10 años de labor humanitaria en las prisiones hemos impulsado proyectos con impactos positivos para las personas privadas de libertad, el personal y las autoridades penitenciarias, tales como labores para garantizar el acceso al agua potable y el trabajo en la prevención de riesgos. Sin embargo, no obviamos los retos que se presentan.

En junio, el fallecimiento de 46 mujeres que se encontraban detenidas en la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS) puso de relieve el desafío de velar por la seguridad de las personas privadas de libertad y del personal: una preocupación presente en cualquier gestión penitenciaria en el mundo. Somos conscientes de los retos de seguridad pública que enfrentan las autoridades desde las cárceles. Nuestro diálogo confidencial con ellas parte de la comprensión de la compleja situación y busca la mejora continua, poniendo siempre en el centro la importancia de proteger la vida e integridad de las personas.

Al mismo tiempo, el Estado debe asegurar otros derechos de las personas, como el acceso a la salud de forma oportuna y a las garantías judiciales que les permitan conocer su proceso y acceder a beneficios penitenciarios cuando es aplicable. La voluntad de las autoridades y el trabajo coordinado son clave para hacerlo posible.

Con representantes del Poder Judicial, del Instituto Nacional Penitenciario (INP) del Ministerio Público (MP) y de la Procuraduría General de la República (PGR), impulsamos una reforma a la Ley especial de excarcelación para personas privadas de libertad con enfermedades terminales, con el fin de que las personas que están en esa situación puedan pasar sus últimos momentos en condiciones dignas y humanas, al lado de sus seres queridos, y reciban de ellos el cuidado necesario.

Está en manos de la Corte Suprema de Justicia presentar este proyecto ante el Congreso Nacional de la República. Su discusión y posterior aprobación serían una muestra tangible de que la humanidad detrás de los muros no solo es posible sino alcanzable.

Las cárceles son espejos que reflejan el compromiso de una nación con los derechos y la dignidad de las personas. Reiteramos nuestra disposición para seguir trabajando de manera conjunta con las autoridades hondureñas y actores humanitarios, con el único objetivo de proteger la vida y dignidad de las personas en los centros de detención.

En prisión la humanidad cuenta y debe ser protegida

Conoce más de nuestro trabajo en México y América Central

Para descargar nuestros balances humanitarios por cada país que cubre la Delegación, dale clic a cada una de las imágenes a continuación.