Artículo

Filipinas: detenido recupera el contacto con su padre luego de veinte años

El colaborador del CICR Alvin Loyola todavía recuerda cuando un detenido de 25 años de edad le preguntó en la cárcel provincial de Aurora: "¿Cree que puede encontrar a mi padre verdadero?".

El joven no había recibido ninguna visita de familiares desde su detención en 2009. Tras cinco años de detención en el este de Luzón central, le contó a Alvin que había sido separado de su padre cuando era un bebé.

Alvin pidió al detenido que escribiera un Mensaje de Cruz Roja a su padre y le dijo que, cuando el CICR lograra localizarlo, se le entregaría ese mensaje. Lo hizo con ayuda de Alvin, porque no sabía escribir. En lugar de firmar al final del mensaje, puso la huella dactilar de un pulgar.

Aun así, el detenido era escéptico y afirmaba: "No creo que lo puedan encontrar". Los únicos datos que tenía eran los nombres de sus padres y hermanos verdaderos y el nombre de un municipio en el que podían vivir.

Alvin preguntó a personas del lugar por el padre del detenido y aprovechó todas las ocasiones que tuvo en sus visitas a la zona en la que se encuentra ese municipio para tratar de localizarlo, pero no tuvo éxito. Pasaron meses sin ninguna pista.

Luego, un día de marzo, por casualidad, una primera pista llegó. En una visita a una aldea remota de la provincia de Quezón, Alvin preguntó por el hombre que buscaba. Aunque la aldea ni siquiera estaba en el municipio donde se creía que vivía el padre del detenido, la misma tribu indígena a la que pertenecía el detenido habitaba esa zona.

"Estuvo aquí ayer para cambiar anguilas por arroz", señaló un concejal local.

Cuando Alvin finalmente pudo ver al hombre en cuestión, supo que era el que buscaba. ¡El detenido y su padre se parecían mucho!

El hombre no podía hablar y estaba a punto de llorar cuando recibió noticias del hijo que había perdido hacía tanto tiempo. Según el padre, su hermana había adoptado al niño poco después de su nacimiento. El padre no había tenido noticias de ellos desde que la familia se fue de la aldea unos años más tarde.

Alvin regresó a la cárcel para dar la buena noticia al detenido. Cuando la cara de sorpresa del detenido se transformó en una amplia sonrisa, le dijo con orgullo: "Te dije que el CICR lo encontraría".

Desde entonces, el detenido trata de obtener apoyo para poder reencontrarse con su padre. En su solicitud para el Programa de Visitas de Familiares, que conduce el CICR, incluyó esta vez su firma. Incluso ha aprendido a escribir su nombre, gracias a los programas educativos que el Estado ofrece a los detenidos.

Ahora, el detenido espera el momento de poder reencontrarse con su padre por primera vez en dos décadas.

Siempre que las personas se separan de sus seres queridos o no reciben noticias de ellos, como consecuencia de conflictos armados, violencia, desastres naturales u otras situaciones que requieren una respuesta humanitaria, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja moviliza sus recursos para restablecer el contacto entre familiares.

Relato de Ai Awaji, delegado del CICR sobre el terreno