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“Algunos de los momentos más inspiradores de mi vida han ocurrido en el terreno”

Isabel Ortigosa estaba embarazada de cinco meses cuando fue contratada por el CICR, en 2016. Después de trabajar en diferentes organizaciones internacionales no gubernamentales y organismos humanitarios gubernamentales, se unió a nuestro equipo como coordinadora de comunicación en Colombia. Hoy, Isabel es jefa actual del Centro Regional de Comunicación en Nairobi, que abarca catorce países del este y sur de África. En esta entrevista, habla sobre los desafíos de ser una trabajadora humanitaria internacional y madre al mismo tiempo.

Dia de la Madre
Entrevista: Isabel Ortigosa, madre y trabajadora humanitaria

¿Puedes contarnos una de las experiencias más gratificantes y que más te enorgullezca en la labor con tu equipo del Departamento de Comunicación?

Bueno, hay muchas... Hasta ahora, he tenido equipos fantásticos y creo que juntos hemos hecho cosas formidables, como la creación de campañas exitosas, la implementación de estrategias digitales innovadoras y la elaboración de muy buenos contenidos que se han utilizado ampliamente para llevar nuestras preocupaciones humanitarias a la agenda pública. Sin embargo, lo que me hace sentir que realmente lo hemos logrado es cuando los colegas de otras unidades, especialmente de la División de Protección, se acercan y nos dicen que lo que hicimos verdaderamente les ayudó, por ejemplo, porque un interlocutor difícil finalmente les pidió reunirse tras haber leído una entrevista que facilitamos o porque fueron invitados a hablar en el Parlamento después de una de nuestras campañas. Prestar apoyo a las actividades operacionales me hace sentir que, de alguna forma, ayudamos a cambiar ciertas cuestiones en las comunidades con las que trabajamos.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Sin duda, lo que más disfruto es estar en contacto con las comunidades afectadas. Algunos de los momentos más inspiradores de mi vida han ocurrido en el terreno. Siento que recargo mi energía y que aprendo mucho de otros colegas, en especial, de las personas que se han enfrentado a demasiadas situaciones en su vida. También puede ser doloroso; muchas de las historias que presenciamos son difíciles de soportar y pueden afectarte. Pero, de alguna forma, necesito este golpe de realidad que me conecta con el verdadero significado de lo que hacemos.

¿Tuviste la oportunidad de trabajar para el CICR en diferentes puestos y países. ¿Te fue difícil irte de casa y adaptarte a diversas culturas y formas de trabajo?

Siempre intento ver el lado positivo y, de hecho, ¡hay muchos puntos a favor! Tener la oportunidad de aprender de tantas personas, conocer un poco más de otras culturas, estar en contacto con otras realidades, más allá del papeleo y de la burocracia, es un verdadero privilegio. Realmente, me siento afortunada todos los días de mi vida, pero no voy a mentir: no todo es fácil. Siempre extrañas a tus familiares y amigos cercanos, y puede ser difícil cuando no participas en eventos familiares importantes.

Además, debemos adaptarnos muy rápidamente a los nuevos puestos, ya que tenemos que brindar resultados en un corto período de tiempo. Sin embargo, tomarte cierto tiempo para comprender el nuevo contexto, aceptar la ayuda de otras personas y confiar en tu nuevo equipo son elementos fundamentales para adaptarte a una nueva realidad.

¿Cómo describirías el hecho de trabajar en el sector humanitario internacional y ser madre al mismo tiempo? ¿Qué sacrificios haces? ¿Cuál es el apoyo que recibes del CICR en este sentido? ¿Qué otras medidas pueden adoptarse para ayudar a madres y padres a mantener un equilibrio entre la vida laboral y familiar?

Sin duda, las madres y los padres humanitarios se enfrentan a diferentes desafíos. Sin embargo, no estoy segura de que difieran tanto de los que afrontan otros tantos padres y madres que trabajan en la actualidad. Viajamos mucho, y puede ser difícil dejar a los niños cuando son pequeños o acaban de llegar a un lugar nuevo. Se necesita una excelente organización y un buen sistema de apoyo, pero es posible.

Honestamente, al manejar tantas agendas diferentes al mismo tiempo, ¡a veces siento que podría trabajar en el área de logística! Una vez, en un viaje del terreno en lo más recóndito de la selva colombiana, recuerdo que desperté en medio de la noche y no pude volver a conciliar el sueño porque recordé que había olvidado dejar las indicaciones sobre la clase de yoga de mi hija mayor. Con el tiempo, he aprendido a ser más amable conmigo misma y a asumir que hacer lo mejor posible –aunque no sea perfecto– es suficiente.

En cuanto a las políticas institucionales, es evidente que se pueden mejorar aún más, pero creo que vamos por buen camino. Esta pandemia nos ha enseñado a todos lo importante que es ser flexible con los colegas que atraviesan situaciones personales difíciles, y prestarles apoyo. No obstante, incluso antes de que empezara la pandemia, ya tenía un equipo increíble y una jefa directa muy comprensiva, siempre dispuesta a ayudar y capaz de adaptar los planes en favor de un equilibrio saludable entre la vida laboral y familiar.

Como jefa y madre, ¿has vivido alguna situación de sesgo por parte de interlocutores o de otras personas durante tu trayectoria hasta ahora? ¿Cómo actuaste o lidiaste con la situación? ¿O las reacciones son más bien positivas?

Supongo que algunos contextos pueden ser más difíciles que otros. No he vivido ninguna situación que no haya podido atender hasta ahora, pero sé que otros compañeros pueden haber tenido experiencias muy perturbadoras. Sí, he tenido que escuchar comentarios en los que se cuestionaba la capacidad de las madres, su dedicación, etc. Lo que realmente me molesta es que, generalmente, no se escuchan comentarios similares respecto de los padres trabajadores. ¿No se espera que se preocupen por sus hijos? Espero que no, porque sería increíblemente triste.

De todos modos, siempre he tenido el apoyo de excelentes jefes directos que nunca han cuestionado mi capacidad. De hecho, me contrataron con cinco meses de embarazo y, apenas una semana después de comenzar a trabajar, debieron hospitalizarme por complicaciones inesperadas. Cuando retomé mis actividades laborales, muchos meses después, me sentí sumamente mal por todo lo sucedido, y comencé mi primera reunión disculpándome con el jefe de delegación por haberme enfermado, un problema que, en realidad, estaba fuera de mi control. Nunca olvidaré ese momento: interrumpió mis disculpas y simplemente me dijo que había elegido a la persona que consideraba más idónea para el puesto, independientemente de las circunstancias personales. Dijo que, en ningún momento, se arrepintió de su decisión. Nunca retomamos el tema, pero sus palabras me marcaron de una forma inexplicable.

Para muchas personas, la idea de tener una carrera humanitaria y una familia al mismo tiempo parece imposible. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación? ¿Qué le recomendarías a las madres y a los padres que desearan hacer una carrera como empleados móviles en el CICR?

Es posible –las familias como la mía son un claro ejemplo–, pero puede que no siempre sea fácil y, a veces, quizás deban tomar decisiones difíciles. También hay cierto nivel de incertidumbre, ya que no se sabe cuál será su próxima misión o, incluso, si tendrán una nueva tan pronto como terminen la actual. En mi caso personal, hasta ahora vale la pena; sin embargo, comprendo que otras personas puedan no pensar del mismo modo.

De todas formas, si se sienten atraídos por este estilo de vida, siempre les aconsejaría que lo intenten y que sean lo más abiertos posible. Su vida familiar será próspera y estará llena de nuevas experiencias, y sus hijos crecerán con una apertura y una curiosidad que marcarán la diferencia en sus vidas como adultos.