Pretoria/Ginebra (CICR) - La violencia armada en Cabo Delgado, la provincia más septentrional de Mozambique, obliga a decenas de personas a abandonar sus hogares, destruye aldeas y centros de salud, lo que dificulta la recuperación de las familias tras el paso del ciclón Kenneth, que azotó la zona en abril de 2019.
Desde 2017, los ataques a los mozambiqueños han sido recurrentes en Cabo Delgado. Preocupan al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) las consecuencias de la violencia armada en los mozambiqueños desplazados y en las comunidades que los acogen, en caso de que continúe esa tendencia.
"La población de Cabo Delgado sufre a causa de dos desastres: un ciclón —que, a principios de este año, destruyó hogares y cosechas— y la violencia armada", dijo Patricia Danzi, directora regional del CICR para África. "Los pobladores han sufrido dos años de ataques a sus aldeas, por lo cual muchos de ellos se vieron obligados a abandonar sus casas y sus pertenencias."
En los últimos dos años, cientos de personas resultaron heridas y muertas, muchas casas fueron incendiadas y hubo saqueo de bienes. El acceso seguro a las comunidades afectadas es un desafío para las organizaciones humanitarias, como el CICR, lo que dificulta la tarea de identificar la magnitud real de las necesidades.
"La comunidad humanitaria tiene problemas para acceder a todas las zonas de la provincia", dijo Danzi. "La violencia armada nos impide, tanto a nosotros como a terceros, ir a cualquier lugar en cualquier momento. Lo mismo les sucede a los pobladores: si no se sienten seguros para trasladarse a lugares donde puedan acceder a los servicios básicos, no irán. Aún se desconoce el verdadero número de personas afectadas."
Cada vez son más las personas que buscan refugio en la relativa seguridad de las grandes ciudades, como Macomia, lo que implica una gran presión sobre recursos que, de por sí, son escasos. La mayoría de las personas desplazadas por la violencia armada viven con familias locales, que comparten generosamente sus hogares y los recursos de que disponen. Otras, en cambio, duermen en los espacios abiertos que pueden encontrar, como aulas vacías.
"Yo era comerciante y trabajaba en un banco", dijo Maquela Salimane, que huyó de su aldea con su esposa y sus cuatro hijos, y ahora vive con otra familia en la ciudad de Macomia. "Pero, en cuanto entraron los hombres armados, quemaron mi banco y todas mis pertenencias. La ropa que llevo puesta es la única que tengo."
La violencia armada también afecta la capacidad de las personas para alimentar a sus familias. Los agricultores abandonan sus campos fuera de las grandes ciudades, como Macomia, por miedo a sufrir ataques. Esto se produce después de haber perdido la cosecha anterior como consecuencia del ciclón Kenneth, lo que deja a muchas familias con poco que comer y con opciones limitadas para ganarse la vida.
Albertina Clemente, que perdió su hogar en el ciclón Kenneth, dijo: "Los ataques son frecuentes. Vivimos con miedo. No podemos dormir. Ayer mismo oímos disparos, y algunos de nosotros nos escapamos para dormir en el monte".
En 2018, el CICR comenzó a trabajar en Cabo Delgado y, desde entonces, ha colaborado con la Federación Internacional y con la Cruz Roja de Mozambique para suministrar semillas, aperos y otros artículos de socorro a las familias tras el paso del ciclón Kenneth. También reconstruyó el hospital de maternidad de la ciudad de Macomia, que había quedado destruido por la tormenta, y, en la actualidad, trabaja para restablecer el sistema local de abastecimiento de agua. Sin embargo, estas son solo una muestra de las necesidades reales que tiene la población.
"Los pobladores de Cabo Delegado sufren el doble impacto de la violencia armada y del ciclón que arrasó la provincia a principios de año y destruyó muchos de los bienes de las personas", dijo Danzi. "Todo esto se suma a la tarea que ya tienen: deben reconstruir sus vidas dos veces".
Para más información:
Tendayi Sengwe, CICR, Pretoria, +27 66 476 4446
Crystal Wells, CICR, Nairobi (inglés), +254 716 897 265