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Perú: Entierro digno en Accomarca casi cuatro décadas después

Los familiares de 80 personas de la comunidad de Accomarca en Ayacucho, desaparecidas hace casi cuatro décadas, en medio de la violencia armada ocurrida en el Perú entre los años 1980 y 2000, finalmente pudieron enterrar con dignidad a sus seres queridos.

El viernes 20 de mayo, las familias de las víctimas de la violencia armada en el distrito de Accomarca, Ayacucho, recibieron para un entierro digno los restos humanos, prendas y objetos simbólicos de sus seres queridos desaparecidos hace más de 35 años. En su mayoría, pertenecen al evento ocurrido en agosto de 1985, donde 69 varones, mujeres y niños fueron asesinados y posteriormente los cuerpos fueron quemados.

"El estado de los restos dificultó la recuperación y posterior identificación de todas las personas, es por ello que sólo en algunos casos se ha hecho la restitución de los cuerpos identificados, pero en otros casos no se ha podido identificar, por lo que las autoridades hicieron una entrega simbólica a cargo del Ministerio Público y de la Dirección de Búsqueda de Personas Desaparecidas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Minjusdh)", dijo Jean Philippe Rossier, Coordinador de Protección del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Desde el CICR, bajo el mandato de aliviar el sufrimiento humano de las personas, venimos acompañando las gestiones del Estado y la Sociedad Civil, y apoyando en caso necesario para que las familias tengan apoyo psicosocial, un trato adecuado y nichos donde enterrar. Durante todo el proceso de búsqueda, desde hace más de tres décadas, los hemos escuchado y hemos respondido a las necesidades de las familias accomarquinas.

En el 2020 estuvimos presente cuando las autoridades exhibieron las prendas exhumadas del lugar de los hechos para que las familias hagan un reconocimiento y luego se contraste con análisis de ADN.


Durante la exhibición de prendas, los familiares observan cada pieza tratando de recordar si pertenecía a su ser querido.
(Foto: Jesús Moya Choy/CICR)

"Se debe tener especial atención en los familiares que no reciben a su ser querido, por ello, las sesiones de acompañamiento en todas las etapas de la búsqueda son fundamentales para ayudarlos a vivir con esta pérdida e incertidumbre que perdurará en el tiempo, pues para un familiar de desaparecido conocer su paradero, identificar el cuerpo y poder darle un entierro digno es fundamental para poder iniciar un proceso de duelo", expresó Rossier.

El caso Accomarca 

El 14 de agosto de 1985, 69 pobladores de la comunidad de Accomarca, ubicada a cuatro horas de la capital de Ayacucho, en los Andes peruanos, fueron ejecutados. Más de 20 eran niños y varias mujeres y ancianos. Días después, los sobrevivientes enterraron los restos carbonizados de sus familiares.

Los testigos y familiares de las víctimas notificaron lo ocurrido ante la prensa y las autoridades. Días después aparecieron muertos varios testigos sobrevivientes.

Tras un largo proceso judicial, los familiares obtuvieron una sentencia condenatoria a los responsables del hecho y algunos ya se encuentran en prisión.


El CICR apoyaba a los familiares de las víctimas de Accomarca cuando tenían que viajar a Lima para declarar ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), en el año 2002.
(Foto: Archivo LUM/Defensoría del Pueblo)

Este proceso fue muy desgastante para los familiares, por el transcurso del tiempo, por el sufrimiento constante y la incertidumbre que generó la desaparición de sus seres queridos. Sin embargo, se apoyaron entre ellos a través de la conformación de una asociación de familiares, en esta organización encontraron el apoyo y la solidaridad necesarios para mantenerse unidos y empoderados en el proceso judicial y en la búsqueda de sus seres queridos.

Por ello, era relevante para los familiares que la restitución se realice de manera conjunta y simbólica, considerando los distintos eventos ocurridos en Accomarca, en los que desaparecieron un total de 114 personas.


Las personas que no tenían un retrato, recibieron uno ilustrado por el proyecto "Retratos por la memoria". A los niños se les colocó una pelotita sobre sus osarios.
(Foto: Jesús Moya Choy/CICR)

Para esta ceremonia en la que recibieron los restos humanos de sus familiares, una antigua base militar se ha convertido ahora en su santuario de la memoria, donde descansan sus familiares y podrán ir a visitarlos, prenderles una velita y llevarles flores.

La edificación fue restaurada para convertirla en santuario de la memoria.
(Fotos: Jesús Moya Choy y Sebastián Castañeda Vita/CICR)

El sentido testimonio de Teófila Ochoa, sobreviviente de la violencia armada, resume este acontecimiento: "Desde el momento que hubo esa matanza, mi vida ha cambiado totalmente, porque he perdido a mi madre, a mis hermanos y muchos paisanos. Yo tenía 12 años. Este pueblo quedó desolado. Yo le dije a mi madre que algún día la encontraría y la traería de regreso a mi pueblo. Muchas personas me dieron fuerza y hoy por fin puedo dar su cristiana sepultura".

En el Perú, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas (RENADE), se estima que 19.200 personas desaparecidas aún continúan sin ser encontradas (de un universo total de 21,918), lo que continúa siendo un reto para que estas familias puedan cerrar el círculo de dolor haciendo efectivo su derecho a saber qué pasó con sus familiares desaparecidos, saber dónde están y, en los casos que sea posible, enterrar dignamente a su ser querido.

Foto: Archivo Ministerio Público/IDEELE

El 14 de agosto de 1985, 69 pobladores de Accomarca fueron víctimas de la violencia.

Foto: Sebastián Castañeda Vita/CICR

Días después de los hechos, los sobrevivientes enterraron los restos carbonizados de sus familiares.

Foto: Sebastián Castañeda Vita/CICR

Las familias visitaron el paraje de Locllapampa, donde fueron desaparecidos sus seres queridos.

Foto: Sebastián Castañeda Vita/CICR

La casa que fue quemada es ahora un santuario para ellos.

Foto: Sebastián Castañeda Vita/CICR

El CICR acompañó a las familias durante la diligencia forense.

Foto: Jesús Moya Choy/CICR

El proceso de más de 30 años ha significado una afectación a su salud mental.

Foto: Jesús Moya Choy/CICR

Algunas personas dieron un adiós simbólico, porque no recibieron restos óseos identificados de sus seres queridos.

Foto: Jesús Moya Choy/CICR

La labor de identificación y entrega de los cuerpos estuvo a cargo del Equipo Forense Especializado de Ayacucho.

Foto: Sebastián Castañeda Vita/CICR

Por la noche, velaron a sus seres queridos en la iglesia del distrito de Accomarca.

Foto: Jesús Moya Choy/CICR

El CICR asistió a los familiares en sus traslados hacia el entierro y brindó acompañamiento psicosocial.

Foto: Jesús Moya Choy/CICR

Además, contribuimos a la construcción de nichos adicionales para el entierro digno.

Foto: Jesús Moya Choy/CICR

Toma aérea del antiguo cuartel que se convirtió en santuario de la memoria para el pueblo de Accomarca.

Foto: Sebastián Castañeda Vita/CICR

Los familiares realizaron un recorrido con los cuerpos hasta las alturas del santuario.

Foto: Sebastián Castañeda Vita/CICR

Todas las generaciones se juntaron en el santuario para dar un entierro digno a sus seres queridos.

Foto: Sebastián Castañeda Vita/CICR

Retratos ilustrados de las víctimas que no tenían una fotografía. Más de 20 eran niños y varias mujeres y ancianos.

Foto: Jesús Moya Choy/CICR

En el santuario donde fueron enterrados, se colocó una placa con sus nombres y edades.

Foto: Jesús Moya Choy/CICR

Finalmente, las familias se despidieron de sus seres queridos y ahora tienen donde ir a llevarles flores y visitarlos.