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Respuesta mundial del CICR a la pandemia de COVID-19

La pandemia de COVID-19, o enfermedad por coronavirus, no tiene precedentes en la historia reciente y está propagándose con rapidez. No es solo una crisis de salud pública, sino que también está gestándose una crisis humanitaria.

En los países devastados por la guerra, la COVID-19 representa una dramática amenaza para la vida. Los sistemas de salud se han deteriorado por la violencia, y la amenaza de una mayor presión sobre la asistencia sanitaria por la pandemia de COVID-19 representa un riesgo enorme para las comunidades.

Los planes para prevenir y responder a la propagación del virus deben realizarse con urgencia antes de que llegue a los países en conflicto.

En breve, el virus podría pisar fuerte en los lugares más complejos y afectar a los grupos más vulnerables de la población. Al tiempo que intentan proteger a sus ciudadanos y a la sociedad en general, los gobiernos deben atender también a las personas que se encuentran en centros de detención y en campamentos de desplazados. Debemos intensificar nuestra respuesta, trabajando conjuntamente con nuestros socios de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, las autoridades correspondientes y el sector privado. – Robert Mardini, director general del CICR.

La COVID-19 no tiene que ser catastrófica para los países con sistemas de asistencia sanitaria débiles.

Pero sí requiere que la comunidad internacional adopte medidas inmediatas para aumentar los recursos (fondos, insumos médicos, equipos y personal) y, así, evitar lo peor y salvar vidas.

El CICR, junto con sus socios del Movimiento, puede hacer importantes aportes en zonas determinadas. Estamos trabajando para ampliar nuestra respuesta operacional en ámbitos como lugares de detención, campamentos de desplazados y servicios de salud de apoyo. – Peter Maurer, presidente del CICR.

La ayuda humanitaria que brindamos en las líneas del frente es esencial para salvar vidas durante esta crisis.

En muchos países, el valor distintivo del CICR respecto de otras organizaciones es el acceso que tiene a las zonas de conflicto. Gracias a ese acceso, podemos ayudar a dar respuesta a un brote en zonas devastadas por la guerra y de difícil acceso. Trabajaremos en estrecha colaboración con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja para prestar apoyo a sus actividades e incluirlas en las nuestras.

El CICR aborda los problemas de salud en zonas de conflicto de manera multidisciplinaria: los equipos de agua y saneamiento trabajan para aumentar el acceso al agua limpia en muchas zonas afectadas por crisis, incluidas las cárceles. El jabón está incluido en los paquetes de asistencia que se entregan a las familias que huyen de la violencia.

El CICR hará hincapié en sus esfuerzos para continuar y aumentar su apoyo a los servicios de salud pública en contextos afectados por conflictos armados y por la violencia. Desde el brote de COVID-19, hemos desarrollado un plan de emergencia para garantizar la continuidad del funcionamiento de los hospitales con más necesidades a los que brindamos asistencia en todo el mundo. Esto implica aumentar las reservas de insumos médicos esenciales y establecer o reforzar planes de contingencia y medidas de prevención y control de infecciones en los hospitales que dependen, en gran medida, del apoyo del CICR.

Nuestra ayuda a los hospitales en zonas de conflicto comprende la donación de insumos y equipos, el apoyo financiero y la formación del personal. Colaboramos con los trabajos de infraestructura para ampliar la capacidad de los hospitales, asegurar la gestión apropiada de residuos y el suministro de agua de manera estable, y mejorar la prestación general de servicios médicos. Brindaremos asesoramiento, orientación y normas a autoridades para prevenir y controlar el brote.

Estamos listos para extender este apoyo a otras instalaciones médicas, según el caso, si ocurriese una escalada de la violencia o un brote de la enfermedad. Al mismo tiempo, estamos analizando la forma en que continuaremos prestando los servicios de los que ya dependen las personas en zonas de conflicto en todo el mundo de una manera responsable, tanto para el bienestar de nuestro personal como para no favorecer la propagación de la enfermedad.

En muchos lugares de detención en todo el mundo, el CICR trabaja conjuntamente con las autoridades correspondientes para fortalecer las prácticas habituales, como los exámenes médicos de los nuevos ingresantes en el sistema y el establecimiento de medidas de prevención, como las estaciones de lavado de manos, para los detenidos, visitantes y guardias, y para el personal que presta esos servicios. Asimismo, apoyamos las medidas de desinfección, como las campañas de fumigación y la distribución de jabón y otros elementos de higiene y limpieza a personas detenidas.

Sabemos, por experiencia, que estas medidas de saneamiento, como las estaciones de lavado de manos, son eficaces, ya que hemos visto que han ayudado a evitar la propagación y la entrada del ébola y del cólera en los lugares de detención.

Ampliación de la respuesta a la COVID-19 en contextos urgentes

En Afganistán y en Myanmar, el trabajo del CICR en las cárceles y de apoyo a los sistemas sanitarios se concentra en los procedimientos de preparación para casos de COVID-19 y en los procedimientos de detección y prevención de esta enfermedad. También estamos elaborando un plan de respuesta rápida con medidas de aislamiento, mejora de la higiene y materiales de protección.

En Burkina Faso, estamos haciendo anuncios radiales con información sobre COVID-19 y cómo se puede prevenir esta enfermedad. Seguimos mejorando el acceso al agua limpia y al jabón en zonas afectadas por la violencia, y seguimos distribuyendo jabón y alcohol en gel en centros de detención.

En República Democrática del Congo, ayudamos a los hospitales que prestamos apoyo a establecer medidas de aislamiento, capacitar personal para asistencia sanitaria en casos sospechosos aislados e implementar medidas de prevención y control de la infección en centros médicos y lugares de detención que visita el CICR.

En El Salvador, estamos instalando 103 tanques de suministro de agua en 9 centros penales para facilitar el lavado de manos entre la población carcelaria. Asimismo, estamos distribuyendo jabón a los detenidos para ayudarlos a lavarse las manos y detener la propagación de la enfermedad.

También entregamos kits de higiene en Guatemala y en Honduras.

En Gaza, el CICR ha donado 500 colchones y 1.000 mantas a pedido de las autoridades para ayudar a acomodar a las personas en cuarentena. Además, ha donado 43 termómetros infrarrojos a las autoridades sanitarias para ayudar a detectar casos sospechosos.

En Irak, hemos donado jabones, desinfectantes, equipos de protección, como guantes, gafas y batas, y termómetros a trece lugares de detención que albergan a 22.000 detenidos. Próximamente, haremos donaciones a otras once instituciones que albergan a 20.000 detenidos. También proporcionamos materiales para estaciones de lavado de manos y rociadores con cloro.

En México, el CICR y la Cruz Roja Mexicana están distribuyendo agua, artículos de higiene e información sobre el virus para evitar su propagación.

El CICR dirige una sala de emergencias en el Hospital Universitario Rafik Hariri, en Líbano, donde se están atendiendo casos de COVID-19.

Entregamos carpas para aislamiento al hospital de Mogadiscio, en Somalia, al que prestamos apoyo, y estamos implementando un sistema de vigilancia para efectuar el seguimiento de casos sospechosos en clínicas que reciben apoyo de la Media Luna Roja Somalí. Asimismo, entregamos artículos de higiene a detenidos, y jabones, pastillas de cloro e información de higiene sobre COVID-19 a más de 120.000 familias.

En el campamento de Al Hol, en Siria, nuestro hospital de campaña sigue funcionando y nuestro equipo ha comenzado a tomar todas las medidas necesarias y preventivas para proteger a los pacientes de la COVID-19.