Comunicado de prensa

Siria: en sociedades resquebrajadas por conflictos armados, la población civil paga un alto precio durante años

Declaración de Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, (CICR) tras su visita a Siria esta semana.

Una sociedad hecha trizas por un conflicto armado puede tardar años, incluso décadas, en recuperarse.

El pueblo sirio sabe por experiencia propia que las guerras comienzan fácilmente, pero no se acaban sino mediante iniciativas sostenidas y a largo plazo para lograr paz y reconciliación, no sin antes dejar a su paso un enorme sufrimiento. La destrucción a gran escala que trae consigo la guerra urbana y el dolor de la separación y la desaparición de familiares son algunas de las desgracias más comunes que se repiten en conflictos armados por todo el mundo.

La población civil es la que paga el precio más alto cuando se libran guerras en las que se incumple el derecho internacional humanitario. Por otra parte, están los desplazados, personas que se ven obligadas a instalarse en campamentos o refugios provisorios y terminan viviendo en condiciones durísimas por años o, incluso, décadas, casi sin esperanzas.

Al-Hol, escenario de una de las peores crisis de protección de los últimos años, aún alberga a más de 56.000 personas, de las cuales dos tercios son niños y niñas. En mi tercera visita al campamento esta semana, vi con mucho pesar el deterioro de las condiciones del lugar. Aquí los niños acceden a menos alimentos, agua potable, atención de salud y educación que lo exigido por las normas internacionales. Están expuestos a peligros todo el tiempo, y sus derechos se pasan por alto. El hecho de que no capten tanta atención no es excusa para relegar a las mujeres y los niños que viven aquí.

Si bien celebramos las iniciativas emprendidas para repatriar a mujeres y niños a sus países de origen, este campamento sigue siendo la vergüenza de la comunidad internacional. Ninguna persona debería ser apátrida. Se necesitan voluntad política y soluciones sostenibles antes de que se pierdan más vidas.

En toda Siria, una economía en ruinas producto de la crisis y las sanciones disminuye en gran medida la capacidad de la población de satisfacer necesidades vitales y acceder a servicios básicos. Las necesidades humanitarias en el país siguen siendo descomunales: el 90 % de la población vive bajo la línea de pobreza, y unas 14,6 millones de personas –de un total de 18 millones– siguen necesitando ayuda humanitaria. La destrucción generalizada y el deterioro gradual de la infraestructura vital (agua, electricidad y atención de salud) llevan al límite la capacidad para sobrellevar la situación.

A once años del inicio de la crisis, los efectos persistentes de la COVID-19, que ahora se suman a la crisis en Ucrania, repercuten fuertemente en una economía debilitada, al interrumpir las importaciones de alimentos y combustible, y provocar la vertiginosa caída de la libra siria. 

Tras diez años de visitar este país en mi carácter de presidente del CICR, el pueblo sirio ocupa un lugar especial en mi corazón. Este ha sido uno de los contextos que más ha marcado mi presidencia y las actividades humanitarias internacionales.

Es un conflicto que me ha movilizado por el sufrimiento humano que implica, así como por la resiliencia que ha demostrado la población, de los cuales he sido testigo en mis recorridos por los escombros de tantos hogares y en el diálogo con familiares que reclaman por sus seres queridos desaparecidos. En un momento en el cual el conflicto prolongado atraviesa una nueva etapa, es innegable la necesidad del apoyo de la comunidad internacional para ayudar a un pueblo que se desmorona estrepitosamente.

Me parece evidente que cuanto más se respeten las normas y los principios humanitarios en los conflictos armados, más posibilidades habrá de reconciliación y, en última instancia, de disminuir el sufrimiento. Debemos guiarnos por el reflejo humanitario de prestar asistencia a quienes no tienen acceso a alimentos, agua, refugio, atención médica, a quienes tienen familiares desaparecidos o están separados de ellos, así como a quienes se encuentran detenidos.

Las necesidades de los sirios a largo plazo son inconmensurables. Es fundamental dar con una solución política para poner fin al sufrimiento de millones de personas. La población civil sigue pagando el precio de la falta no solo de avances políticos, sino también de enfoques transaccionales respecto de la labor humanitaria de todas las partes concernidas.

Mi visita ocurre en un momento en el cual la tragedia se cierne sobre otras partes del mundo. Ya sea que hablemos de la labor del CICR para evacuar personas civiles de Alepo a finales de 2016 o, más recientemente, de Mariupol, Ucrania, me enorgullece que el CICR haya podido brindar ayuda y protección a quienes más lo necesitan, en el desarrollo de una labor humanitaria neutral e imparcial.

Para más información:

Adnan Hezam, CICR Damasco, Tel.: +97 733 721 659 o ahizam@icrc.org

Imene Trabelsi, CICR Beirut, Tel.: +33 662 28 19 56 o itrabelsi@icrc.org