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Sudán del Sur: la llamada telefónica que restableció el contacto entre 2.500 personas separadas por la guerra

Hace cinco años, un conflicto en la frontera entre Sudán y Sudán del Sur dividió a una comunidad en dos. Cientos de familias quedaron separadas cuando huyeron de la violencia y perdieron por completo el rastro de sus seres queridos. En base a los relatos que fue recogiendo de distintos habitantes, el CICR logró restablecer el contacto entre ellos y, con solo una llamada telefónica, 2.500 personas volvieron a tener noticias de sus familiares.

En una época donde todo el mundo está permanentemente conectado gracias a los teléfonos celulares y a las redes sociales, cuesta comprender cómo es posible que familiares cercanos separados por un conflicto pierdan contacto durante años, o incluso décadas. Sin embargo, esto es exactamente lo que le sucedió a una comunidad rural situada en la frontera entre Sudán y Sudán del Sur.

El clan werni –parte de la tribu nuba– vivió durante varias generaciones en Kordofán del Sur, en el extremo meridional de Sudán. Sus integrantes habitaban en aldeas lideradas por Bashir Anil y Gibril Nadir, dos jeques que, a la vez, eran cuñados. Sin embargo, en 2013, los intensos enfrentamientos que se desencadenaron en las cercanías obligaron a toda la comunidad werni a huir de sus aldeas.

Unas 500 personas quedaron en medio de los enfrentamientos y fueron obligadas a huir hacia el sur junto con Bashir Anil. Cruzaron la frontera hacia el vecino país de Sudán del Sur y viajaron durante varias semanas hasta que se asentaron en el pueblo de Kodok, en el estado del Alto Nilo.

En Kodok, encontraron refugio para rehacer sus vidas, pero perdieron por completo el contacto con el resto de la comunidad, es decir, más de 2.000 personas. No tenían el número de teléfono de sus familiares y, aunque lo hubieran tenido, en Kodok no funcionaban las líneas telefónicas. Al no tener forma de contactarse con ellos, los miembros de la comunidad quedaron sumidos en la angustia de no conocer el paradero de sus seres queridos.

Cuatro años después, en abril de 2017, la guerra civil de Sudán del Sur llegó a Kodok. De repente, el pueblo se transformó en el escenario de los enfrentamientos entre el Gobierno y las fuerzas de la oposición. Las familias huyeron junto con el resto de la población hacia el norte, a un pequeño campamento de desplazados en Aburoc. Al mismo tiempo, la oficina del CICR en Kodok también debió ser evacuada, y se trasladó a un nuevo lugar en Aburoc. Es allí donde una colaboradora del CICR llamada Céline tomó contacto con las familias de la tribu nuba y conoció al jeque Bashir Anil. Céline escuchó sus relatos y supo que el resto de la comunidad quizás había huido hacia otro campamento de desplazados en Sudán del Sur, llamado Yida.

Como este campamento quedaba lejos de Aburoc, el CICR envió a otro de sus colaboradores que trabaja en la región, Nassim, para tratar de encontrar a esta comunidad. Nassim buscó minuciosamente, pero pronto se dio cuenta de que ninguno de los miembros de la comunidad estaba en el campamento Yida. Sin embargo, durante la búsqueda, Nassim se enteró de que había una comunidad de desplazados nuba a pocos kilómetros de allí, en un lugar llamado Ajuong Thok.

Tras recorrer caminos de tierra durante un par de horas, Nassim encontró a las familias. Allí le presentaron al jeque Gibril Nadir, el cuñado del jeque Bashir Anil. Recibir noticias de la otra mitad de la comunidad le provocó una alegría inmensa, y expresó: "¡No supimos más nada de ellos desde que nos separamos en Sudán!".

Una vez transmitidas las buenas noticias, Nassim y otro colaborador del CICR se organizaron para facilitar una llamada telefónica satelital entre las dos comunidades. Eran muchos los que querían tener noticias de sus seres queridos y, como era imposible lograr que todos hablaran, las dos mitades de la comunidad designaron a determinados líderes para que actuaran como portavoces de las familias.

Al comienzo de la llamada telefónica, los líderes dudaban de que el CICR hubiera verdaderamente encontrado a la otra parte de la comunidad y de que las personas al teléfono fueran efectivamente sus familiares. Sin embargo, tras algunas preguntas, se convencieron por completo de que quienes estaban al otro lado de la línea eran sus seres queridos, y sus rostros comenzaron a expresar sorpresa y alegría.

La llamada duró casi dos horas y permitió que las familias intercambiaran sus tan anheladas novedades. Desde entonces, el CICR organiza llamadas telefónicas mensuales para que todos los miembros de la comunidad nuba puedan comunicarse con sus seres queridos.

"Ahora la situación [en materia de seguridad] es buena", afirma el jeque Bashir Anil, en Aburoc. "Estamos listos para regresar a los Montes Nuba. Ya es hora."

Ahora que restablecieron el contacto, el jeque Bashir Anil puede coordinar el regreso con la otra mitad de la comunidad, de manera que no pierdan el contacto y puedan reencontrarse nuevamente en casa.