Artículo

Sudán: una segunda oportunidad en la vida

Hubo un problema con los frenos. Eran las cinco de la madrugada y quería parar para la oración de la mañana, pero mi colega quería seguir. Diez minutos después intervino el destino. Al Taher Al Jak, de 38 años de edad, víctima de un accidente de tráfico, relata su historia.

Al bajar el peligroso paso de montaña de Al Akaba, podía ver los destellos de las luces de un autobús que se acercaba a toda velocidad a mí.

Giré bruscamente para salir de la carretera, choqué con una roca gigante y un coche estacionado y salí despedido hacia el suelo con la pierna extendida hacia afuera. Me la atropelló un neumático trasero del autobús.

No quedó nada de la pierna, ningún hueso, solo carne. Cuando el conductor del autobús, presa del pánico, corrió a un puesto de seguridad para entregarse, los pasajeros del autobús se abalanzaron hacia mí y me agradecieron que les hubiera salvado la vida al evitar un choque.

Sentado en medio de la carretera, yo trataba de poner en su sitio lo que quedaba de los dedos de mi pie. Aunque el dolor era insoportable, pensar que seguía vivo me ayudó a suavizar la agonía.

Aceptar el destino

En el Hospital Universitario de Port Sudan, el médico me dijo que había que amputarme inmediatamente la pierna. En contra de los deseos de mis familiares y mis colegas, firmé los papeles de mi propia amputación. Desde niño, he sido una persona de esas que aceptan el destino.

Me amputaron la pierna por debajo de la rodilla y después tardé seis meses en recuperarme. Estaba conmocionado, pero no había perdido la esperanza y creía que el mundo me tendría reservado algo mejor que la enfermedad. Cuando Dios te quita algo, te da otra cosa.

Muy pronto me casé y fuimos bendecidos con una hija. Antes de casarnos, había personas que molestaban a la que pronto sería mi esposa y se lamentaban de que tuviera en cuenta a un hombre con una sola pierna. Era una mujer muy bella y había tenido muchos pretendientes. Ella me defendió y dijo: "No ha perdido su valor. Esto es algo que Dios quería para él. ¿Por qué deberíamos castigarlo por eso? No me casaré con nadie que no sea él".

Aunque el accidente me había afectado, lo oculté en mi interior. Lo único que sí me importaba era no poder rezar de pie: en la mezquita tenía que sentarme con los ancianos.

Tenía previsto viajar a Egipto para conseguir una prótesis, pero un policía retirado con una discapacidad similar a la mía me aconsejó visitar el centro de la Autoridad Nacional de Prótesis y Órtesis en Jartum, que cuenta con el apoyo del CICR. Me dijo que allí me brindarían una mejor atención, y decidí ir.

Aprender a caminar de nuevo

Un equipo de profesionales analizó mi pierna y me explicó el proceso de rehabilitación. El primer paso fue la fisioterapia para ejercitar y dar fuerza a los músculos y los sentidos de la pierna, lo cual me preparó para la prótesis.

Las sesiones de fisioterapia llevaron un mes, y en cada visita me sentí como si fuera a ver a amigos. Los miembros del personal me alentaron mucho y me decían: "Está bien, mire a tal y tal persona. Si completa las sesiones, estará como ellos". Eso fue el impulso que necesitaba.

Luego llegó la etapa de la prótesis. Tomaron medidas exactas para fabricar mi pierna y, una vez que me la colocaron, los técnicos hicieron ajustes para que quedara bien. Aprender a caminar me llevó veinte días de práctica en zonas llanas, escaleras e incluso rocas.

Desde niño, conducir ha sido mi hobby. Ahora podía conducir, caminar y hacer todas las cosas que hacía antes. Podía hacer cualquier fila para la oración y rezar como antes. Decidí cambiar de profesión y ahora vendo coches a tiempo completo, camino de zoco en zoco (de mercado en mercado). Eso se lo agradezco al CICR y a la Autoridad Nacional de Prótesis y Órtesis.

Jartum, Sudán. Al Taher Al Jak, vendedor de coches, inspecciona un vehículo para un comprador potencial. CC BY-NC-ND/CICR/Mohamed Nureldin

 

Jartum, Sudán. Al Taher Al Jak al volante, para probar un coche para un comprador potencial. CC BY-NC-ND/CICR/Mohamed Nureldin

El CICR presta apoyo a los servicios de rehabilitación física en Sudán desde 1990. Al brindar apoyo técnico y material a los centros de la Autoridad Nacional de Prótesis y Órtesis en todo el país, así como al centro Khartoum Cheshire Home (un programa de rehabilitación para niños en la capital sudanesa), el CICR garantiza que haya servicios de calidad a disposición de las personas con discapacidad. Aunque el programa de rehabilitación física se puso en marcha para ayudar a las víctimas del conflicto armado, hoy en día la mayoría de los usuarios de sus servicios son víctimas de diabetes, pie de Madura y accidentes de tráfico.

El CICR, en asociación con la Autoridad Nacional de Prótesis y Órtesis y el centro Khartoum Cheshire Home, ayuda a las personas con discapacidades y contribuye a una sociedad inclusiva.

  • En 2015, más de 2.900 personas con discapacidad obtuvieron servicios de distintos tipos en centros de rehabilitación física con apoyo del CICR.
  • El CICR apoya a la Asociación Sudanesa de Fisioterapeutas para fomentar un enfoque de equipo multidisciplinario.
  • El CICR ayuda al Comité Paralímpico Sudanés en el desarrollo de deportes para personas en silla de ruedas.
  • Cincuenta personas con discapacidades que recibieron atención para su rehabilitación física en Darfur también han recibido subsidios para poner en marcha sus propios negocios.
  • El CICR apoya a los profesionales de la rehabilitación sudaneses al financiar su participación en cursos de capacitación a nivel local e internacional.