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Tanzania: mirada a la vida de un refugiado

Michel Ntirabampa utiliza el servicio gratuito de llamadas telefónicas de la Cruz Roja para ponerse en contacto con sus familiares y amigos en Burundi. Vive en el campamento de refugiados de Nyarugusu, en la región de Kigoma, Tanzania.

"Estoy feliz de poder hablar con mis familiares que aún están en Burundi", dice.

En este momento, las mujeres machacan yuca caliente sobre una batea de madera cerca de la carpa de Ntirabampa. La yuca está casi a punto, pero las señoras dicen que todavía hay que machacarla un par de minutos más. Se trata de una tarea tediosa que requiere el trabajo de tres a cuatro mujeres, para que la preparación quede homogénea.

Región de Kigoma, Tanzania. Mujeres machacando yuca en el campamento de refugiados de Nyarugusu.

Ntirabampa está sentado frente a su carpa, con la mirada fija a la distancia, hacia lo que parece ser un lugar muy remoto. Es un día caluroso, en un intervalo entre las lluvias que han estado cayendo sobre las colinas de Kigoma en diciembre. Hay niños correteando alrededor de las carpas cercanas.

Ntirabampa se vio reducido al papel de observador de la vida del campamento, puesto que ya no puede realizar tareas pesadas.

"Me hirieron cuando trataba de defender mi propiedad en Bujumbura. Debido a las heridas ya no puedo trabajar."

Tras el incidente con su propiedad, Ntirabampa se fue de Bujumbura con su familia y llegó a Tanzania en julio de 2015. Desde entonces, depende de su esposa, pues es ella quien debe mantener a la familia.

Aunque está agradecido por la ayuda que recibe, no está acostumbrado a no hacer nada. Le gustaría una dieta más variada de tanto en tanto, por lo cual su esposa sale a buscar yuca, que se puede vender una vez machacada, por 200 chelines tanzanos (10 centavos de dólar estadounidense). Este pequeño ingreso ayuda a suplementar la dieta de la familia.

"En Burundi, tenía una granja grande y una cosecha bastaba para cubrir las necesidades de mi familia. Ahora, debo depender de otros", explica Ntirabampa su realidad actual.

El almuerzo está listo y sus hijos se reúnen a comer con él. Mientras está sentado con su familia bajo una carpa pequeña, se nota la desesperación en su mirada.

La vida de refugiado

No es la primera vez que Ntirabampa vive como refugiado en Tanzania. De hecho, se trata de la tercera vez. Inclusive, dos de sus hijos nacieron en Tanzania. Padre de ocho hijos, esperaba no tener que volver a enfrentar las penurias y la monotonía de la vida de refugiado.

Él y su esposa se valen de relatos y canciones para que sus hijos recuerden la vida en Burundi, mientras la familia mantiene viva la esperanza de que pronto regresarán a su hogar.

Convertirse en refugiado hace que una persona se vuelva vulnerable, pues la expone a penurias, a incertidumbre y a la posibilidad de contraer enfermedades, de resultar herida o de morir. El CICR y el Movimiento de la Cruz Roja en su conjunto trabajan para ayudar a las personas que se convirtieron en refugiados o migrantes como resultado de conflictos armados o de desastres naturales, a que sigan en contacto con sus familiares y amigos mediante llamadas telefónicas o cartas. En el campamento de refugiados de Nyarugusu, se hicieron en 2015 más de 100.000 llamadas telefónicas gratuitas.

El CICR sigue priorizando la situación de los refugiados y de los migrantes para garantizar que se les brinde un trato respetuoso, digno y humano.

Más información acerca de nuestra labor para reunir familiares separados en Burundi y Tanzania: