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Un poco de historia: la Agencia Central de Búsquedas

La Agencia de 1870 a 1914

Los orígenes de la Agencia Central de Búsquedas se remontan a la guerra franco-prusiana de 1870. En la ciudad fronteriza de Basilea (Suiza), se instaló un cuartel general para acoger y asistir a las víctimas de ambos campos. Allí, un médico, que se ocupaba de esos soldados, comprobó que, en su mayoría, se sentían desmoralizados por la idea de que su familia ignoraba la suerte que corrían, si habían muerto o si habían sido capturados.

Los representantes del CICR se dieron cuenta de la necesidad de organizar una oficina de información en territorio neutral porque las víctimas de una guerra no son solamente los enfermos, los heridos y los hambreados, sino también las personas que, prisioneras del adversario y separadas, por lo tanto, de su familiar sufren moralmente.

Comprobaron muy rápidamente que la moral de los internados mejoraba si podían enviar cartas a su familia. La Oficina de Informaciones de la Agencia Internacional de Socorro a los Militares Heridos o Enfermos en Basilea tomó entonces otra iniciativa y transmitió las listas de prisioneros que le habían entregado las partes en conflicto: por primera vez en la historia, se comunica a los familiares de los soldados capturados que sus padres, hijos o hermanos están vivos, pero prisioneros. El Convenio de Ginebra de 1864 no contiene disposición alguna relativa a los prisioneros no heridos. A esta gestión histórica del CICR siguieron otras medidas en favor de las víctimas.

Siete años mas tarde, las víctimas de la guerra ruso-turca de 1877, para las cuales se abrió una oficina en Trieste, se beneficiaban de una asistencia similar.

Cuando, en 1912, estalló la guerra de los Balcanes, el CICR organizó la Agencia Internacional de Belgrado que tomó en seguida la iniciativa de transmitir a los prisioneros paquetes y dinero enviados por los respectivos familiares. Otra iniciativa, de gran importancia actualmente, fue la de enviar las tarjetas de captura a las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja de los 5 Estados beligerantes, con miras a obtener información acerca de los prisioneros. La Cruz Roja de Serbia se mostró particularmente activa en este ámbito: comunicó a la Agencia información acerca de 10.500 prisioneros turcos, incluidos sus nombres, su graduación y su número de matricula.

En el transcurso del conflicto de los Balcanes, el CICR se vio también confrontado por primera vez con problemas lingüísticos y fonéticos. Contrató entonces al personal necesario para descifrar y traducir la información relativa a los prisioneros serbios, griegos, turcos y búlgaros.

Actividades de la Agencia durante la Primera Guerra Mundial

Cuando, en 1914, estalló la guerra, el CICR fundó la Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra , prevista en el Convenio de La Haya de 1907. Aunque en ese tratado no se menciona expresamente al CICR como organizador de dicha Agencia, la experiencia que había adquirido durante los conflictos precedentes lo había convenido naturalmente en el candidato ideal para asumir esa tarea. Además, en 1912, durante su Conferencia Mundial, celebrada en Washington, la Cruz Roja Internacional había designado al CICR para organizar el trabajo de la Agencia en caso de una nueva guerra.

Al comienzo de las hostilidades, los miembros del CICR se encargaron personalmente de la organización de la Agencia y de toda la correspondencia. Pero el conflicto cobró tales proporciones que debieron resolverse a contratar a personal porque, tras las primeras grandes batallas en Bélgica y en Francia, el CICR recibía un promedio de 30.000 cartas por día. En septiembre de 1914, la Agencia tenía 200 empleados; algunos meses más tarde, ese número se multiplicó por seis a causa del creciente volumen de mensajes familiares y de solicitudes de búsqueda que pasaban por sus oficinas.

De 1914 a 1918, millones de mensajes llegaron a la Agencia que, además, recibió a unas 120.000 personas que viajaron a Ginebra para explicitar personalmente los motivos y los detalles de su solicitud de búsqueda. Al final de la guerra, la Agencia había abierto 7 millones de expedientes. Entre sus actividades se contaban igualmente el envío de paquetes familiares a prisioneros de guerra y a personas civiles en territorios ocupados, así como la organización de la repatriación de las víctimas.

A pesar de ciertos obstáculos administrativos, se pudo realizar una gigantezca obra humanitaria. La base de ese éxito fue una perfecta organización de la Agencia y una ejemplar cooperación con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y con las diversas organizaciones semioficiales o de ayuda, así como los contactos mantenidos con los comandantes de los campamentos de prisioneros y con los prisioneros en sí.

Reinstaurada la paz, no cesó, sin embargo, el trabajo de la Agencia: las modificaciones de las fronteras del continente dieron lugar a un importante fenómeno de desplazamiento de personas civiles. Además, los conflictos zonales, como la guerra greco-turca y la guerra civil española, requirieron la movilización de sus servicios.

Actividades de la Agencia durante la Guerra de España

Las guerras civiles son el resultado, generalmente, de una escalada de odio en un país; la de España, que estalló en 1936, no fue una excepción. Durante los primeros enfrentamientos hubo pocos prisioneros, dado que los combatientes capturados fueron ejecutados u obligados a incorporarse en las filas del enemigo.

Esta guerra de España marcó una nueva etapa para la Agencia: en efecto, los delegados del CICR introdujeron una innovación efectuando las búsquedas directamente sobre el terreno, práctica corriente hoy en el marco de conflictos similares tales como el de Líbano o el de El Salvador. En España, ninguno de los dos gobiernos rivales aceptó la propuesta del CICR de instalar oficinas de información para intercambiar datos acerca de los prisioneros. Sin embargo, ambas partes transmitieron listas; pero solamente para el canje de prisioneros.

Durante el conflicto, la Agencia obtuvo información por medio de fuentes indirectas (directores de prisión, comandantes de campamentos, miembros de la adm inistración militar y civil, los propios prisioneros). A diferencia de los conflictos anteriores, los delegados se ocuparon no sólo de las tareas de búsqueda, sino también de transmitir la correspondencia tanto a los combatientes como a las personas civiles, sin que esto originase reacciones negativas por parte de los beligerantes. Cabe señalar que, en el marco de esta guerra civil, el CICR actuaba sin tener una base jurídica, puesto que los dos Convenios de Ginebra entonces vigentes no protegían más que a las víctimas militares de los conflictos armados internacionales.

El formulario del mensaje de Cruz Roja, introducido durante la Primera Guerra Mundial, fue aceptado ampliamente en España como medio de comunicación entre los prisioneros y la respectiva familia, así como entre familiares separados en diferentes regiones. Muchas de las solicitudes de búsqueda relativas a la guerra civil española - durante la cual el Servicio de España de la Agencia abrió unos 30.000 expedientes - estaban aún en curso en Ginebra cuando comenzó a deteriorarse nuevamente la situación política en Europa.

Actividades de la Agencia durante la Segunda Guerra Mundial

Un año antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, el CICR instituyó una «Comisión para Obras de Guerra» a fin de preparar la reactivación de una Agencia en gran escala. La Comisión se reunió 25 veces antes de desencadenarse la guerra y, en enero de 1939, ya se habían ofrecido 30 ex colaboradores de la Agencia durante la Guerra de 1914-1918 para prestar servicios en caso de necesidad.

La Agencia Central de Prisioneros de Guerra se abrió oficialmente en septiembre de 1939, tras la invasión de Polonia. La importante labor que la Agencia habría de realizar se puede evaluar teniendo en cuenta que, durante las primeras semanas de la guerra, las fuerzas soviéticas y alemanas capturaron a 600.000 soldados polacos. Al comienzo de las hostilidades, el CICR comunicó oficialmente a todos los beligerantes que se había instalado la Agencia y les recordó que, de conformidad con el Convenio de Ginebra de 1929, debían instalar Oficinas Nacionales de Información , a fin de que colaborasen con la Agencia para solucionar los problemas de los prisioneros de guerra, intercambiar listas de nombres, mensajes y noticias.

Ante una situación sin precedentes, el CICR facilitó rápidamente a la Agencia Central de Prisioneros de Guerra los medios más modernos para la administración burocrática y la comunicación: máquinas fotocopiadoras, calculadoras para las estadísticas, etc., es decir, prestó un apoyo técnico tan revolucionario para la época como lo son hoy las computadoras. Estos elementos resultaron de un valor inapreciable para los 4.000 empleados de la Agencia que, tanto en Ginebra como en otras partes de Suiza, se esforzaron por establecer una correlación entre las escuetas informaciones recibidas de los campos de batalla y de los campamentos de prisioneros, por un lado, y las desgarradoras y desesperadas cartas de madres, esposas e hijos, por otro lado. Los 26 servicios de la Agencia trataron, a veces, hasta 100.000 comunicaciones en un solo día.

Ya en 1940, la Agencia había convencido a casi todos los beligerantes para que utilizaran las tarjetas de captura de la Cruz Roja, que no sustituían a las listas oficiales enviadas por las potencias detenedoras pero que, dado que las rellenaban los prisioneros mismos, contenían menos errores que las listas hechas por personas que ignoraban el idioma de los prisioneros. Además, las tarjetas llegaban a veces a Ginebra semanas antes de que se recibieran las listas oficiales, lo que permitía notificar más rápidamente a los familiares la suene que corrían los suyos.

Durante el conflicto, el CICR extendió, asimismo, sus actividades más allá de las fronteras suizas: sus delegados efectuaron unas 11.000 visitas a campamentos de prisioneros de guerra y de detenidos civiles. Desafortunadamente, la Agencia recibió muy pocas informaciones del frente del Este, porque la Unión Soviética no había firmado el Convenio de Ginebra de 1929 relativo al trato debido a los prisioneros de guerra y, además, tanto ese país como Alemania se negaron a firmar un acuerdo recíproco sobre el intercambio de información relativa a los prisioneros de guerra. Dado que los beligerantes se negaron a extender a las personas civiles de los territorios ocupados los beneficios del Convenio de Ginebra de 1929, los detenidos de los campos de concentración nazis quedaron sin protección.

No obstante, la Agencia Central de Prisioneros de Guerra hizo todo lo posible por reconfortar moralmente, por la naturaleza misma de sus actividades, a los otros millones de víctimas de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, se distribuyeron, en total, 36 millones de paquetes de Cruz Roja; se intercambiaron 120 millones de cartas entre prisioneros de guerra y sus familiares, y 23 millones entre personas civiles residentes en los diversos países beligerantes. Se calcula que, gracias a la Agencia, solamente en Europa, 700.000 personas pudieron reunirse con sus familiares.

Sólo después de la rendición de Alemania, el Alto Mando de las Fuerzas Aliadas en Europa se dio cuenta de las verdaderas dimensiones de la tragedia: millones de seres humanos exterminados, deportados, evacuados, refugiados o separados de su familia. Se fundó entonces, bajo la égida de las Naciones Unidas, el Servicio Internacional de Búsquedas (SIB), que se instaló en Arolsen, Alemania . Este Servicio fue administrado primeramente por una oficina de las Naciones Unidas, y luego por la Organización Internaci onal de los Refugiados hasta que, en 1955, se confió la dirección del SIB al Comité Internacional de la Cruz Roja. La misión del SIB consiste en «reunir, clasificar, conservar y tratar los documentos relativos a los alemanes y no alemanes que estuvieron detenidos en los campos de concentración o de trabajo nacionalsocialistas, o a los no alemanes desplazados a causa de la Segunda Guerra Mundial».

Se calcula actualmente que la Agencia Central de Búsquedas deberá seguir consultando los millones de documentos de los archivos de la Segunda Guerra Mundial hasta el año 2.000, por lo menos. Hoy, el 25% del trabajo de la Agencia está dedicado a casos generados por este largo conflicto y sus consecuencias.