Artículo

Uruguay: "Siempre hacemos el ejercicio de recordar lo que pasó, para que se cultive la memoria" - Entrevista a Anahit Aharonian

Anahit Aharonian. ©João Pina

Hija de refugiados armenios que se trasladaron a Uruguay a principios del siglo 20, Anahit Aharonian dice que ya nació buscando la verdad. Era estudiante de Agronomía y militante política cuando fue presa, el 11 de septiembre de 1973. Estuvo 11 años y 6 meses detenida en la cárcel, la mayor parte del tiempo en Punta de Rieles, en los alrededores de Montevideo. Después de su liberación, concluyó sus estudios y se dedicó a la docencia universitaria. Hoy en día actúa en varios movimientos sociales y colectivos apoyando a diferentes causas.

¿Cómo recuerda las visitas del CICR?

Les costó mucho a los delegados del CICR hacer las visitas, los militares no querían dejarlos entrar. La primera visita fue en la década de 70, después de bastante presión del CICR. La que tengo más clara fue en 1980, en el año del plebiscito, cuando los uruguayos dijeron que no querían más dictadura, pero igual duró cinco años más hasta que terminara.

Recuerdo que nos trajeron un montón de libros. Eso puede parecer una cosa secundaria, pero es muy importante: la llegada de libros. En la década de los 70, nosotros teníamos prohibidos muchísimos libros de autores clásicos como Tolstoi, Dostoievski y Oscar Wilde. Tampoco teníamos acceso à literatura actualizada, entonces el CICR nos dio muchos libros que no conocíamos y que eran de autores de esa época.

Nosotros no teníamos radio, televisión, noticias o reloj, ni comunicación exterior más que las pocas visitas familiares. No sabíamos qué pasaba en la calle, como vivía la gente.

¿Qué le parece más importante del contacto entre el delegado del CICR y el detenido?

Había dos cosas. Primeramente, la tranquilidad personal de la tarea cumplida. O sea, hice una denuncia que quería hacer y pude hacerla. Por eso antes de las visitas nos quedábamos muy ansiosas, porque repasábamos las cosas, puesto que solo teníamos algunos minutos para decirlas y para que quedaran lo más claro posible.

Por otro lado, había la satisfacción de saber que ese esfuerzo no iba a un saco vacío, sino que iba a informar lo que estaba pasando.

Estuvo diez años presa. ¿Cree que su historia de vida contribuyó para que mantuviera la razón frente tantos momentos difíciles?

Sí, fundamentalmente. La historia de vida de uno ayuda mucho y también se enriquecen con las historias de vida de quienes te acompañan. Nosotras vivíamos en un colectivo muy grande, en una celda de 12 mujeres y todo, absolutamente todo lo que hacíamos era compartido. Cuando me iba a la celda de castigo, estaba mal quedar sin las compañeras, pero ese aislamiento a mí me ayudó. Parece una contradicción pero para mí no lo era. Yo venía de estar siempre con muchos sonidos. Entonces en ese silencio también me permitía aflorar lo que tenía adentro. Teníamos prohibido hablar en otros idiomas pero no estaba prohibido pensar y en el silencio me inventaba diálogos en armenio, en inglés, en francés... En la búsqueda de vocabulario, de preguntas y respuestas, usaba mi mente. En vez de transformarse en algo negativo, ese aislamiento fue una manera de encontrar algo que no tenía en el colectivo. Fue fundamental para llevar todo lo que estaba pasando con, alegría no es la palabra, pero con otra energía.

¿Cómo se siente al verse retratada en una muestra y recordar su trayectoria a casi 20 años de su salida de la cárcel?

Yo soy una señora que hace sus actividades cotidianas, que está siempre disponible para charlar, para ayudar a los jóvenes en sus tesis, en su búsqueda de la memoria. Siempre hacemos el ejercicio de recordar lo que pasó, para que las nuevas generaciones sepan donde estuvimos para ver adónde vamos, para que se cultive la memoria. En eso trabajamos permanentemente. Porque los problemas no terminan con la dictadura, el reintegrarse lleva tiempo, he visto como les costaba a las personas hacer cosas sencillas, como estudiantes universitarios que tenían miedo de hacerles preguntas a sus profesores. Pero creo que también me permite tener una vida más abierta, más amplia, con más actividades y no solo quedar encerrada en lo que es memoria porque creo que sería muy difícil vivir sólo con eso, ¿no?

Vea también:

Entrevista a Alicia Cadenas