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La violencia armada, un reto para Colombia más allá del conflicto

Una de cada cuatro presuntas violaciones de las normas humanitarias que el CICR registró el año pasado ocurrió en entornos urbanos. Los desafíos para la población continúan a causa de la violencia que se origina por fuera del conflicto armado.

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Solo por un momento, imagine que usted no puede entrar en su propia casa, que estar ahí podría causarle amenazas o, en el peor de los casos, ser víctima de violencia física. Su única opción es irse a vivir a otro barrio. Esa es la vida de Gloria, en Buenaventura.

Después de que sus dos hijos, de 20 y 21 años de edad, fueron asesinados, comenzaron a llegar más amenazas, por lo que tuvo que abandonar su hogar, dejándolo al cuidado de un sobrino. En el lugar todavía funciona un pequeño negocio de Internet que montó con apoyo del CICR y que la ayuda a sostenerse económicamente.

La historia de Gloria no es la única que el CICR conoció el año pasado. En contextos que no necesariamente tienen que ver con el conflicto armado que vive Colombia, la población también sufre a causa del accionar de bandas organizadas.

En 2015, visitamos barrios que tuvieron que ser abandonados por sus habitantes a causa de la violencia armada organizada, y zonas rurales donde encontramos a comunidades que viven con miedo debido a la presencia de este tipo de actores armados. Este será un reto importante que continuará incluso después de los diálogos entre el Gobierno y las FARC-EP en La Habana.

Durante 2015, los entornos urbanos fueron el escenario de 124 posibles violaciones del DIH y otras normas humanitarias, una cuarta parte de todas las registradas por el CICR el año pasado. Esto supone el doble de los registros que se obtuvieron en 2014, dando cuenta de la continuidad y del peso que esta violencia ha ido ganando en Colombia a medida que la intensidad del conflicto armado sigue bajando. La mayor cantidad de casos registrados por el CICR se presentó en Tumaco, Medellín y Buenaventura.

Nueva geografía de la violencia

En zonas urbanas, los colaboradores del CICR registraron casos de control territorial, extorsiones y desplazamientos intraurbanos. Además, en algunas ciudades de la costa del Pacífico fueron notorios los casos de violencia sexual y desapariciones, que también ocurrieron en otras zonas urbanas del país.

En esta nueva geografía de la violencia, que incluye el accionar de bandas armadas, ‘combos’ y pandillas, el control territorial repercute directamente sobre la población que no participa en los enfrentamientos.

En ciertas zonas, los ‘toques de queda’ y las ‘fronteras invisibles’ –que impiden a la población moverse libremente por sus barrios– son una constante, lo que limita el acceso a servicios básicos de salud y educación. También es frecuente la participación de menores de edad en los enfrentamientos, y su uso como informantes por parte de los actores armados.

Para las mujeres, la violencia sexual por parte de estos grupos representa una amenaza constante. Cómo mantener un diálogo con estos grupos para que respeten las normas humanitarias es un desafío para el CICR, a pesar de su experiencia de más de un siglo y medio en todo el mundo. El reto es mayor, ya que el acceso a las poblaciones afectadas y la ayuda humanitaria en estos contextos siguen siendo indispensables.

A punta de retazos

El miedo persigue todavía a Esperanza, incluso en la esquina llena de turistas en la comuna de Medellín donde vive. El lugar le trae recuerdos de peores tiempos: han pasado trece años desde la masacre en la que murió su esposo. Hoy es microempresaria, da trabajo a otras víctimas y habla de su vida con fuerza y humor, pero sus temores siguen ahí.

No quiere fotos de su rostro ni que se conozca su nombre real, así que escoge el seudónimo ‘Esperanza’. Lo dice apenada, como si creyera que la historia de su vida es insignificante. Salió de su pueblo hace siete años, luego de que su hijo menor, quien nació con una discapacidad cognitiva, sufrió agresiones físicas. Cuando llegaron a la ciudad, fueron victimizados de nuevo.

“Llegamos acá a Medellín bastante destrozados y, a los pocos días de habernos desplazado, empezaron las amenazas: que nos iban a buscar, que nos iban a matar a mí y a mis hijos”, dice. “Hay días en que uno habla de esto y no llora”, agrega Esperanza. Pero hoy no es uno de esos días.

Víctimas como ella enfrentan el desafío cotidiano de reconstruir sus vidas a punta de retazos. Hoy Esperanza tiene cinco máquinas de coser en su microempresa de confecciones, producto de capacitaciones y apoyos del CICR, la Cruz Roja Colombiana y organismos estatales.

Luego de haberse secado las lágrimas vuelve al ruedo. Saluda a los clientes con una tarjeta de negocios, se la ve sonriendo y no es para menos: pronto le donarán dos máquinas más y podrá emplear a más madres cabeza de hogar.

Será difícil recuperar la tranquilidad que sentía antes de recibir amenazas y perder a su esposo, pero ahora nadie le puede quitar sus propios mecanismos para mantenerse estable: “Quiero estudiar psicología, para ayudar a aquellas mujeres, niñas y hombres que están pasando por lo mismo que yo sufrí”.

Cómo respondimos a la violencia armada en 2015

Los problemas humanitarios generados por bandas armadas que operan dentro y fuera de las ciudades necesitan una respuesta integral.El CICR apoyó a las víctimas en sus esfuerzos para conseguir trabajo y las ayudó a sacar adelante sus proyectos económicos.

  • 4.200 personas que viven en 13 ciudades afectadas por la violencia recibieron apoyo y capacitación para tener empleo. De ellas, 420 están en Buenaventura.
  • 330 víctimas del conflicto que viven en 6 cascos urbanos mejoraron la productividad de sus negocios gracias a un programa de ayuda económica que se realizó en alianza con el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA).
  • 3.800 habitantes de las zonas rurales y urbanas de Tumaco (Nariño) tienen mejor acceso al agua con sistemas de recolección de lluvia y otros tipos de infraestructura.
  • 460 bóvedas fueron construidas en el cementerio de Buenaventura para albergar de forma digna los cuerpos de 460 personas no identificadas.

Más espacios humanitarios, más alternativas para Medellín

Tras cuatro años de trabajo, en 2015 el CICR y la Cruz Roja Colombiana completaron el proyecto ‘Más espacios humanitarios, más alternativas’, cuyo objetivo fue mitigar los efectos de la violencia armada en seis comunas de Medellín. Durante 2016, cuatro barrios de la ciudad serán priorizados para seguir trabajando con las comunidades. La iniciativa se enfocó en tres aspectos:

1. Prevención de la violencia en las escuelas a través de campañas de sensibilización, brigadas educativas y talleres para evitar accidentes en caso de balaceras o presencia de restos explosivos.

2. Protección de la población a través del diálogo con los actores armados para que respeten a quienes no participan en las disputas. Además, se capacitó a las comunidades en primeros auxilios, salud sexual, apoyo psicosocial y en cómo acceder a rutas de atención oficiales.

3. Ayuda a las víctimas para que mejoren su situación económica a través de formación para el trabajo, apoyo para conseguir un empleo formal y acceso a microcréditos.

Algunos resultados obtenidos en Medellín entre 2012 y 2015: 

  • 170 familias mejoraron sus condiciones de vida y su negocio, gracias al acceso a microcréditos, asesoría técnica y apoyo en materiales.
  • 375 familias mejoraron sus ingresos gracias a cursos, formación laboral, y a referencias a empresas.
  • 9.400 estudiantes y 950 docentes fueron capacitados para aprender los comportamientos seguros en caso de quedar atrapados en el fuego cruzado, y cómo evitar accidentes por la presencia de armas y restos explosivos.
  • 830 jóvenes recluidos en centros de atención especializada se beneficiaron de las visitas del CICR.
  • 240 miembros de las redes de jóvenes y de mujeres recibieron nuevas herramientas para capacitar a otros sobre salud sexual y reproductiva en su comunidad.
  • 150 profesores aprendieron cómo sensibilizar a sus alumnos frente a las consecuencias de la violencia, la transformación creativa de los conflictos.
  • 1.900 miembros de la Fuerza Pública aprendieron sobre derecho internacional humanitario, uso de la fuerza y derechos humanos

Colombia es una de las 15 operaciones más grandes del CICR en el mundo. En 2015 el presupuesto de esta delegación fue de 33,3 millones de francos suizos, unos 100.000 millones de pesos (cambio promedio en 2015).


 

Descargue las fotos del informe 'Colombia: retos humanitarios 2016'.

Entérese de más noticias sobre este trabajo humanitario en la página del CICR en Colombia.

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