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Vocación humanitaria: mi experiencia con voluntarios de Cruz Roja Nicaragüense

Testimonio de Gerardo M. Águila, Oficial de Comunicación Operacional

"Hemos sobrevivido a todo. Huracanes, emergencias y desastres pero nunca habíamos vivido algo así. No estábamos preparados", testimonio de un voluntario de la Cruz Roja Nicaragüense.

Llego por primera vez a Managua y se respira un aire fresco y cálido. De camino al hotel, el taxista me narra lo hermoso que era su país antes de que empezaran los disturbios. "Éramos la ciudad más segura de Latinoamérica", recuerda. El trayecto es largo, rodeado de verde y muy colorido, pero pocas personas andan por las calles.

Le cuento que trabajo para el CICR y que estoy de visita para apoyar a la Cruz Roja Nicaragüense (CRN). En ese momento se hace un silencio prolongado que yo mismo rompo con una pregunta: "¿Qué percepción tiene usted de la labor que está haciendo Cruz Roja?" Me comenta que les respeta pero que no entiende por qué atienden a la gente de las turbas. Esos son "gente mala". De inmediato no puedo evitar hacerme la siguiente pregunta: "¿Es fácil ser neutral en un país polarizado?". El taxista me cuenta cómo vivió las manifestaciones, el crecimiento de las barricadas o "tranques", en la jerga local, y el clima de inseguridad durante los disturbios. Al llegar al hotel me enfatiza: "Después de las seis de la tarde, no salga".

En esa primera misión a Nicaragua conocí al personal voluntario del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) de la CRN, un grupo diverso, mayoritariamente joven, y animoso. Durante mis primeros días en el país dialogué con cada uno de ellos. Escuché testimonios cargados de frustración, miedos e incertidumbre ante lo que habían vivido los primeros 40 días de sus operaciones. Todos ellos tenían algo en común: los voluntarios no se dan por vencidos y desean hacer más por la gente. Sin parar, cansados y enfrentando cuestionamientos que la sociedad les ha hecho llegar a través de las redes sociales, han venido explicando que su labor humanitaria se apega a los principios de la imparcialidad y neutralidad.

Voluntarios Cruz Roja Nicaragüense

El principio de imparcialidad requiere que ayudemos a los heridos en función estrictamente de quien más lo necesita. Voluntarios de la Cruz Roja Nicaragüense atendiendo a la población. CC BY-NC-ND / Cruz Roja Nicaragüense

Muchas personas, como yo hasta antes de trabajar en el CICR, desconocen en qué consisten estos principios de humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad. Son la base en la historia de la red humanitaria más grande del mundo. Ahora más que nunca es pertinente preguntarse por qué es imperativo que las personas en cualquier parte del mundo los comprendan, o simplemente tratar de hacer comprender que la tarea fundamental de la Cruz Roja es la de ayudar a todos los afectados independientemente del grupo al que pertenezcan.

Esos principios son el resultado de más de un siglo y medio de trabajo humanitario en las situaciones más hostiles a las que el mundo se ha enfrentado. Dan sentido al Movimiento y reflejan los más elevados ideales de la humanidad para llevar ayuda esencial a las personas más vulnerables cuando más lo necesitan en cualquier situación de violencia.

Sin embargo, enfrentar situaciones hostiles o complejas no es tarea sencilla para cualquier voluntario de la Cruz Roja. El dilema ético al que deben hacer frente cada día debe responder a cómo puede una persona seguir siendo voluntario y ayudar a los demás cuando su propia familia y sus vecinos lo acusan de ayudar al "enemigo".

Gracias a estos principios, que son más práctica que teoría en su labor, la Cruz Roja Nicaragüense es de las pocas organizaciones que se ha ganado la confianza de millones de personas en la compleja coyuntura en la que se encuentra el país en estos momentos. Mediante la prestación de servicios médicos de urgencia, la Cruz Roja se ha convertido en el principal proveedor de traslados en ambulancias y asistencia pre hospitalaria en Nicaragua. Esto se ha logrado gracias a la dedicación de sus voluntarios y voluntarias, en su mayoría jóvenes, que lo han dejado todo y han entendido la dificultad que entraña prestar asistencia en un país inmerso en disturbios y violencia.

Esta experiencia me ha hecho reflexionar sobre qué importante es poner rostro aquellos que desarrollan una labor humanitaria en contextos como el mencionado. Muchas veces lo que trasciende son cifras de las personas que fueron atendidas, de muertos, de quién pudo haber sido el perpetrador de tal o cual acto, pero en pocas ocasiones se habla de los voluntarios de la Cruz Roja Nicaragüense.

Imaginé por un momento ser un voluntario que conduce una ambulancia en un país afectado por una oleada de disturbios y violencia, y lo que encontré fueron rostros cansados, con afectaciones psicosociales, pero dispuestos a despojarse de sus afiliaciones políticas para ayudar a los más afectados en estos días tan convulsos en Nicaragua.

Lo estoy viviendo tan de cerca que puedo decir que ellos me han permitido conocer el espíritu de ser "voluntarios para toda la vida", que sin duda son quienes, en silencio, pero con una labor encomiable, representan el ideal humanitario del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.