Azerbaiyán: una familia recibe los restos de un ser querido desaparecido y le rinde homenaje con una ceremonia de entierro después de treinta años
Sitara Mahmudova y sus dos hijos, Nijat y Elchin, esperaron más de treinta años para recibir noticias de su esposo y padre, respectivamente, Akif Mahmudov, quien desapareció en Joyalí en 1992 durante la guerra de Karabaj. Antes de que se denunciara su desaparición, Akif se había unido al ejército para defender Joyalí, su ciudad natal. Hace poco se identificaron sus restos, que fueron entregados a su familia gracias al esfuerzo continuo de la Comisión Estatal de Prisioneros de Guerra, Rehenes y Personas Desaparecidas de Azerbaiyán (en adelante, la Comisión Estatal) y al apoyo técnico del Comité
La entrega del cuerpo de una persona desaparecida es la última etapa de un proceso complejo
Este implica recopilar información sobre la persona, realizar búsquedas y exhumaciones, recuperar restos y llevar a cabo exámenes forenses. El CICR ha recolectado cerca de 11.000 muestras biológicas de familiares de personas desaparecidas que viven en 72 distritos de Azerbaiyán. También ha dictado talleres y sesiones de capacitación exhaustivas para especialistas, tanto en Azerbaiyán como en otros países. Además, viene prestando un valioso apoyo técnico y material a la Comisión Estatal en los procesos de búsqueda y recuperación, a fin de proporcionar una respuesta eficiente y eficaz a los familiares de personas desaparecidas.
La identificación y la entrega de los restos de Akif han puesto de relieve no solo la dedicación de las autoridades locales y del CICR, sino también la fortaleza inquebrantable de sus seres queridos. Tras más de treinta años de espera, la familia de Akif finalmente encontró consuelo y pudo realizar un entierro según sus costumbres islámicas. También celebró ceremonias especiales al tercer y cuadragésimo día después de la inhumación para honrar a Akif y sanar el dolor con la tranquilidad de haber seguido sus tradiciones.
Sitara recuerda con claridad cómo el conflicto de 1992 cambió violentamente su vida. “Fue una pesadilla, una lucha constante que se cobró la vida de mis seres queridos y nos dejó a la espera eterna de mi esposo desaparecido”, dice. Elchin, su hijo menor, tenía apenas siete meses cuando él, su hermano y su madre abandonaron su ciudad natal y emprendieron un tortuoso viaje hasta el distrito de Agdam en busca de refugio, para luego llegar a Bakú, la ciudad capital del país.
Sitara cuenta que tuvo que rehacer desde cero su vida, que había quedado destrozada. “Trabajé incansablemente para que mis hijos tuvieran comida, ropa y un lugar donde vivir”, recuerda Sitara.
En sus esfuerzos por dar un cierre a la situación, Sitara y su familia buscaron la ayuda del CICR para registrar a Akif como persona desaparecida. A medida que los años se convirtieron en décadas de espera, la incertidumbre respecto de qué le había sucedido a Akif continuó ensombreciendo la vida de esta familia.
Los hijos de Sitara, que ahora son personas adultas e instruidas, y tienen su propia familia, son la prueba del espíritu indomable de esta mujer. “No conocí el amor de un padre, pero, ahora que yo mismo desempeño ese rol, agradezco que mis hijos no tengan que atravesar ese dolor”, expresa Elchin. Para Nijat, el camino hacia el fin de esta etapa estuvo marcado por sentimientos encontrados. “La recuperación de los restos de nuestro padre significa el cierre de un capítulo de incertidumbre. Aunque el dolor por la pérdida persiste, nos reconforta saber que su alma finalmente descansa y que tenemos un lugar adonde ir y orar por ella”, dice.
Mientras se despiden de la incertidumbre, Sitara y sus hijos se mantienen fuertes y son la prueba de que es posible superar momentos difíciles gracias a la resiliencia.
