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República Centroafricana: para huir, es preciso poder caminar

Cuando los enfrentamientos recrudecieron en República Centroafricana, tres niños con discapacidades físicas, Mikaella (9), Djaffarou (14) y Zenabou (15), no pudieron huir junto con sus familiares del pueblo de Bossentelé (300 km al noroeste de Bangui). Después de un largo periplo, finalmente lograron encontrar a sus seres queridos en Camerún. Testimonio de Jeanne Djeukeng, miembro del equipo del CICR en Camerún.

Resulta difícil definir cómo pueden sentirse los padres a los que no les queda más alternativa que dejar a alguno de sus hijos para salvar al resto de la familia. Zenabou, la mayor de los tres, nos confió que ella sugirió a su padre que la abandonara para que el resto de la familia pudiera huir.

En enero de 2014, Mikaella, Djaffarou y Zenabou se encuentran solos y librados a su propia suerte en Bossentelé, en medio de un conflicto intercomunitario con un nivel de violencia extrema, en el que de ninguna manera se respeta la vida de los civiles.

Pese a todo, los niños logran sobrevivir. Unos aldeanos que huyen de los ataques de grupos armados los llevan con ellos y los esconden en la selva. Mal que bien, logran llegar a la ciudad de Carnot, donde unas religiosas los albergan en un convento. A mediados de febrero de 2014, integrantes de la Misión Internacional de Apoyo a la República Centroafricana con Liderazgo Africano (MISCApor su sigla en francés) los llevan a la ciudad de Garoua-Boulai, en Camerún, donde  la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se hace cargo de ellos y los traslada al campamento de Gado. En abril de 2014, el CICR visita el campamento por primera vez. Apenas ahí comienza la búsqueda para encontrar a los padres de Mikaella, Djaffarou y Zenabou, de quienes se sabe que huyeron para refugiarse en Camerún.

En los campamentos de refugiados de Lolo, Mbilé y Borgop (este de Camerún), donde se alojan cerca de 130.000 centroafricanos según los datos de ACNUR, el CICR trabaja en cooperación con la Cruz Roja de Camerún a fin de restablecer el contacto entre familiares separados y de reunir a los niños con sus seres queridos. Gracias a la extensa red formada por los socios del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, se logra localizar a los padres de los tres niños logran en los campamentos de Mbilé y Lolo.

El día en que padres e hijos deben finalmente reencontrarse, la emoción aumenta durante las cuatro horas de camino que separan el campamento de Gado de los de Mbilé y Lolo. Cuando divisa a su hijo sano y salvo, el padre de Mikaella no puede contener las lágrimas. Había perdido toda esperanza de volver a verlo algún día.

El CICR capacitó y equipó a 14 voluntarios de la Cruz Roja de Camerún, que ahora trabajan en los campamentos situados cerca de la frontera con la República Centroafricana, donde registran las solicitudes de búsquedas e inscriben a los niños no acompañados. La Cruz Roja es la única organización que busca activamente a los miembros de las familias dispersas. Hasta ahora, los voluntarios recibieron más de 1.000 solicitudes e inscribieron a 83 niños no acompañados.

 

De izquierda a derecha, Djaffarou, Mikaella y Zenabou se preparan para reunirse con sus familiares. CC BY-NC-ND/CICR