Derecho internacional humanitario y política sobre

Personas protegidas: niños, niñas y adolescentes

Conforme al derecho internacional humanitario, los niños, niñas y adolescentes afectados por conflictos armados tienen derecho a un respeto y protección especiales.

Children play with a ball in Beledweyne, Rasmi camp.

Los niños, niñas y adolescentes y el derecho internacional humanitario

Los niños, niñas y adolescentes son especialmente vulnerables en situaciones de conflicto armado. A pesar de la protección que les confiere el derecho, continúan siendo reclutados por fuerzas armadas y grupos armados. Muchas veces se los separa de sus familiares, se los aleja de su hogar, son víctimas de asesinato, mutilación, abuso sexual o explotación de otro tipo.

Los conflictos armados y otras situaciones de violencia imponen un gran sufrimiento a los niños, niñas y adolescentes que pueden ser especialmente vulnerables a la violencia física y psicológica, incluida la violencia sexual. Pese a la protección que les otorga el derecho internacional, los niños, niñas y adolescentes siguen enfrentado muchos peligros.

Puede que, en conflictos armados y otras situaciones de violencia, queden alejados de sus hogares y que pierdan contacto con sus familiares o cuidadores y así es más probable que corran el riesgo de sufrir malos tratos, explotación, violencia y, en algunos contextos, reclutamiento por parte de fuerzas armadas o grupos armados.

Con demasiada frecuencia, se ven arrastrados a participar en los conflictos. Tanto niños como niñas son reclutados como combatientes por fuerzas armadas o grupos armados, pero también para desempeñar otras tareas, como trasladar artículos, recabar datos de inteligencia, cocinar, servir de mensajeros, o para cumplir funciones sexuales, lo cual también los pone en grave peligro.

Los niños y las niñas asociados con fuerzas armadas o grupos armados corren un mayor riesgo de que los detengan, hieran, lesionen o asesinen. También es posible que afronten dificultades cuando regresen a su hogar, debido al trauma y a la estigmatización, y que encuentren obstáculos para reintegrarse a sus familias y comunidades. La vivencia de los conflictos armados y las situaciones de violencia es distinta en cada niño o niña y, a su regreso, a las familias y a las comunidades podría resultarles difícil aceptarlos.

Suele ocurrir que niños y niñas terminen en detención, por ejemplo, por su asociación concreta o percibida con un grupo armado, o por la imposibilidad de acceder a formas adecuadas de justicia de menores, como alternativas al procesamiento y a la detención.

Las mujeres o niñas detenidas pueden dar a luz mientras están detenidas o estar acompañadas de sus propios hijos. Desde una perspectiva más amplia, la vida de millones de niños, niñas y adolescentes se ve afectada drásticamente debido a la detención, por ejemplo, cuando detienen al padre o a la madre, al tutor o a otro familiar cercano, en especial cuando esa persona es el único o el principal cuidador del menor.

Los conflictos armados y otras situaciones de violencia causan estragos en la educación. Las escuelas pueden recibir ataques deliberados o sufrir daños incidentales, ser usadas con fines militares, tomadas como alojamiento de personas internamente desplazadas o usadas como centros de reclutamiento ilícito. A menudo, a los niños y las que están detenidos se les impide continuar con su escolaridad. La discontinuidad de la educación tiene graves consecuencias en el futuro de los niños y las niñas y en la capacidad de recuperación del país, en especial cuando las crisis son prolongadas.

La labor del CICR

En el terreno, nuestras actividades se centran en los grupos de niños especialmente vulnerables, en particular, niños y niñas no acompañados o separados de sus familiares, detenidos, o asociados con fuerzas armadas o con grupos armados.

Los niños y las niñas migrantes (incluidos los refugiados) también son un grupo de interés, en especial cuando están separados de sus familiares, en detención de migrantes o en riesgo de que los regresen a lugares en donde las condiciones son peligrosas. Además, prestamos apoyo a niños y niñas que puedan tener uno o más familiares desaparecidos y les brindamos bienes y servicios esenciales, como alimentos o atención médica, de ser necesario.

En primer lugar, procuramos evitar que se separen las familias. Si los familiares se separan por un conflicto armado, otra situación de violencia o la migración, el CICR y las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja los ponen en contacto otra vez; de ser posible, los niños y niñas son reunidos con sus familiares. Se registra a los niños y niñas que no están acompañados, los que están separados de sus familiares y los que tienen otro tipo de vulnerabilidad, para hacer un seguimiento de sus casos y que se satisfagan sus necesidades.

También conversamos con las fuerzas armadas y grupos armados, además de trabajar con las comunidades que están en riesgo, para prevenir que se reclute a niños y niñas para el combate. En países en los que el reclutamiento de menores es un problema considerable, como en la República Democrática del Congo, nos dedicamos a los niños que estuvieron asociados con grupos armados y a sus familiares para ayudarlos a reintegrarse a la sociedad.

En lugares de detención, trabajamos para que las autoridades protejan a los niños y las niñas y tomen medidas que respondan a sus necesidades específicas. Los niños y las niñas no deben ser detenidos solo por su condición migratoria. Nuestra labor también se centra en proteger y prestar apoyo a los niños y las niñas cuando los padres están detenidos. Todas las actividades que implican a menores de edad se guían por su interés superior.

Prestamos apoyo a las familias y a las comunidades afectadas por conflictos armados u otras situaciones de violencia para que conserven o recobren el acceso a la educación, en especial, cuando los niños y las niñas están detenidos, son desplazados internos o viven en zonas particularmente peligrosas.

En estrecha colaboración con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, fortalecemos la seguridad y protección de las instituciones educativas y sensibilizamos a los estudiantes y los docentes acerca de los comportamientos seguros que deben aplicarse en zonas en las que los conflictos armados y otras situaciones de violencia suelen interrumpir las clases.

Por último, también asesoramos a los gobiernos sobre la implementación nacional de sus obligaciones conforme al derecho internacional, entre ellas, la adopción de legislación y otras medidas para proteger a los niños en un conflicto armado.

Principios de París

Principios de París sobre los niños asociados a fuerzas armadas o grupos armados

De la Revista Internacional de la Cruz Roja

Preguntas frecuentes

  • La Convención sobre los Derechos del Niño entiende que “niño” es todo ser humano menor de dieciocho años y, en consecuencia, el CICR considera que todas las personas menores de dieciocho años son niños 1. Todas las personas menores de dieciocho años gozan de protecciones específicas en virtud tanto del derecho internacional humanitario (DIH) como del derecho internacional de los derechos humanos. Es cierto que, en algunos contextos, se considera que la infancia finaliza mucho antes de esa edad. Se podría pensar que se es adulto a partir de que aparecen los primeros signos de la pubertad; por ejemplo, cuando comienza a crecer vello en la barbilla. No obstante, a los fines de las actividades del CICR, todas las personas menores de dieciocho años de edad son niños.

  • La estrategia del CICR promueve un abordaje multidisciplinario dirigido a evaluar, analizar y responder a las necesidades de los niños y las niñas sin perder de vista el contexto. La estrategia se centra en cuatro cuestiones prioritarias, que guían nuestra labor en favor de los niños y las niñas, sus familiares y comunidades: menores y detención, reclutamiento de niños y niñas, consecuencias de los conflictos y la violencia en el acceso de los niños y las niñas a la educación, así como separación familiar.

    La detención de menores es una de nuestras prioridades. Por ejemplo, puede haber niños y niñas detenidos en el marco de la justicia penal por actos que presuntamente han cometido. Entre ellos, niños y niñas acusados de cometer un delito menor por primera vez, como el hurto, y niños y niñas detenidos por su asociación con un grupo armado. Puede haber niños y niñas que acompañan a sus padres en centros de detención (algunos nacidos durante la detención de su madre) y también hay muchos menores en lugares de detención de migrantes. El CICR tiene el objetivo de garantizar que las condiciones de detención de los menores respeten sus necesidades específicas, así como que se cumplan las normas de la justicia de menores reconocidas internacionalmente. Si es necesario, el CICR ofrece servicios de restablecimiento del contacto entre el niño o la niña detenido y sus familiares.

    Otra cuestión prioritaria es el reclutamiento de menores. En varios de los contextos en los que está presente el CICR, hemos observado que las fuerzas armadas o los grupos armados continúan reclutando y utilizando a niños y niñas. Este es un tema que el CICR aborda en su diálogo confidencial con las partes en conflicto, a quienes les recuerda su obligación de no reclutar menores de edad. En algunos contextos, como en la República Democrática del Congo, el CICR ayuda a los niños y las niñas que estuvieron asociados a grupos armados a volver a sus comunidades de origen y a reanudar su vida.

    Los efectos de los conflictos o de otras situaciones de violencia sobre el acceso de los niños y las niñas a la educación es otra de nuestras prioridades. Los alumnos o los docentes pueden sufrir ataques en la escuela o en el trayecto hacia el establecimiento; las escuelas pueden usarse como lugares para el reclutamiento ilícito, recibir ataques deliberados o sufrir daños incidentales durante un ataque, y, con bastante frecuencia, se usan con fines militares. La consiguiente discontinuidad de la educación tiene graves consecuencias para el futuro de los niños y las niñas. El CICR dialoga con las autoridades y los portadores de armas para promover la protección de la educación, apoya a las escuelas que están particularmente expuestas y aboga por el acceso a la educación de los menores vulnerables, como los niños y las niñas detenidos y los desplazados internamente.

    Por último, la separación familiar también forma parte de nuestras prioridades en materia de protección de los niños y las niñas. Los conflictos armados y otras situaciones de violencia, que a menudo llevan a las familias a abandonar sus hogares de manera intempestiva, muchas veces, obligan a los niños y las niñas a separarse de sus seres queridos. El CICR tiene el cometido, en virtud del DIH, de restablecer el contacto entre familiares que han sido separados. Junto con nuestros asociados de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, identificamos a los niños y las niñas no acompañados y hacemos todo lo posible por localizar a sus padres, por ejemplo, ir al último domicilio conocido del menor, colaborar con los referentes de las comunidades desplazadas o recurrir a carteles, localizaciones en línea o mensajes de radio. En todo el mundo, brindamos a decenas de miles de familiares separados por la guerra o la migración la posibilidad de hacer llamadas telefónicas, como en los casos de Sudán del Sur o Angola.

    Después de que los niños y las niñas se han reencontrado con la familia, el CICR evalúa sus necesidades y bienestar a medida que se reincorporan al hogar y a la comunidad. En ese sentido, las actividades del CICR de 2018 facilitaron la reunión de 840 niños y niñas con sus familiares.

    El CICR también administra un sitio de internet exclusivo para que quienes buscan a un familiar que ha desaparecido puedan encontrar información sobre las distintas alternativas de búsqueda y localizar a la persona desaparecida en línea, mirando los nombres y las fotos de personas desaparecidas en situaciones de emergencia concretas.

    Esas son las prioridades específicas –que no necesariamente aparecen en orden de importancia– de nuestra labor dirigida a los niños y las niñas. Al mismo tiempo, hay muchas otras cuestiones relacionadas con los conflictos armados que afectan a los niños y las niñas y que el CICR aborda en su diálogo con las partes en el conflicto.

    Debido a su edad, tamaño e inmadurez relativa, los niños y las niñas también suelen ser sumamente vulnerables a padecer violencia física y psicológica. Tampoco están exentos de sufrir violencia sexual, como víctimas directas o como fruto de una violación, lo que los hace vulnerables y los estigmatiza.

    En nuestra labor relativa a la protección de los migrantes vulnerables, nos encontramos con niños y niñas que pueden padecer algunos de los problemas mencionados anteriormente, como haber perdido el contacto con sus familiares o ser enviados a lugares de detención. Podrían encontrarse en situaciones que los expusieran a la explotación, el abuso o el tráfico de personas, y podrían tener dificultades para acceder a servicios esenciales, como la asistencia de salud o la educación.

  • En efecto, ocurren situaciones de ese tipo. En contextos de desplazamiento interno, por ejemplo, los niños y las niñas a veces prefieren soluciones de largo plazo que pueden diferir de las que manifiestan sus padres. Los padres y otros familiares adultos podrían querer regresar a su lugar de origen, mientras que los niños y las niñas que nacen en contextos de desplazamiento o que han pasado muchos años desplazados en un entorno urbano podrían preferir quedarse e integrarse allí, pues no conocen su lugar de origen ni tienen ningún vínculo con él, y no imaginan su futuro en otro sitio que no sea el lugar de desplazamiento. 

    En esas circunstancias, durante la búsqueda de soluciones de largo plazo, el CICR procura escuchar todas las voces de la comunidad, incluidas las de los niños y las niñas. Sin embargo, no tratamos de cambiar la cultura local ni los valores sociales que normalmente conceden a los mayores el poder de decisión sobre las cuestiones de la familia o de la comunidad. No le corresponde al CICR cambiar las normas sociales ni las estructuras de poder existentes, pero siempre preferimos las opciones que no contradigan el principio de atender “el interés superior del niño”.