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América Central: dilemas humanitarios en el nuevo decenio

Centroamérica es una región inmensa, casi 13 veces el tamaño de Suiza, y heterogénea, con países que tienen circunstancias geográficas, económicas, sociales y políticas muy diferentes, lo que dificulta cualquier generalización, comparación o la aplicación de fórmulas de intervención humanitaria estandarizadas.

En este vasto territorio, contamos con oficinas permanentes desde hace varios años en Honduras, Guatemala, El Salvador y, desde 2018, de nuevo en Nicaragua. Costa Rica y Belice los cubrimos desde Ciudad de México, donde está la sede regional.

Este informe resume nuestro trabajo en América Central, llevado a cabo mano a mano con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja, con instituciones oficiales y organizaciones de la sociedad civil. Una labor conjunta que benefició en 2019 a más de 117.200 personas. Este documento trata también de los retos humanitarios que enfrentamos, pero, sobre todo, habla con voz propia de las necesidades de las personas más desfavorecidas, de su lucha para salir adelante con dignidad y valentía, de padres que anhelan un futuro mejor para sus hijos, de los peligros que enfrentan en busca de una vida más segura, de sus derechos en las cárceles y fuera de ellas, de la búsqueda de seres queridos que desparecieron. En otras palabras, este informe habla de la vida misma en Centroamérica, de la de millones de personas menos afortunadas que nosotros, de situaciones incómodas que muchos preferirían ignorar. Honduras, Guatemala y El Salvador consolidan, juntos, una tasa de homicidios de 33 muertos por cada cien mil habitantes y algunos de los porcentajes de pobreza más elevados de América Latina: Guatemala el 59,3%, Honduras el 52,6% y El Salvador, que ha avanzado en los últimos años en su reducción, con un 29%, según fuentes oficiales. Estos tres países cuentan, además, con altos índices de migración y desplazamiento interno, mayormente en Honduras, seguido de Guatemala y El Salvador.

Más de 50 familias acudieron a la brigada médica que se realizó en El Huerto. La comunidad tuvo dificultad para acceder a los servicios de salud por casi una década. CICR/O. Leiva

La violencia es, a su vez, la causa de muchos otros problemas tales como heridos, desplazamientos, amenazas, falta de acceso a derechos básicos como educación, trabajo o salud, y tiene correspondencia con fenómenos más integrales como el deterioro del sistema de justicia, la corrupción, la desigualdad y la impunidad. En todos estos casos, la pobreza aumenta la vulnerabilidad de las personas frente a la violencia y su capacidad y acceso a los medios para superar situaciones traumáticas y victimizantes.

Las secuelas que dejaron los conflictos armados que finalizaron en los años noventa en El Salvador y Guatemala implican también desafíos para los miles de familiares que continúan esperando noticias de sus seres queridos desaparecidos. Pero la desaparición no es un problema solo del pasado, sino que sigue ocurriendo en estos y otros países día tras día, lo que entraña un reto aún mayor de esclarecimiento y no repetición.

Los cambios políticos recientes en El Salvador y Guatemala y las elecciones del próximo año en Honduras y Nicaragua generan nuevas expectativas y esperanzas en la ciudadanía. Sin lugar a duda, políticas sociales nuevas y mejores, de reparación y justicia pueden aliviar muchas de las situaciones humanitarias que encontrarán en este informe. Otras medidas políticas, sin embargo, alimentan incertidumbres sobre la evolución a largo plazo de la situación y la continuidad institucional de muchos programas.

Lucía, de Xalbal, prepara un altar con 32 velas en honor a sus familiares que murieron o desaparecieron en el conflicto armado en Guatemala. CICR/F. Panetta

Un común denominador de las políticas públicas en la región es el énfasis en la seguridad, con la participación cada vez más activa de las fuerzas armadas, una estrategia que fomenta numerosas preocupaciones y que requiere de una capacitación y un marco jurídico de uso de la fuerza muy bien definidos.

Este mosaico de realidades y la gran extensión del territorio nos plantean desafíos a la hora de desplegar nuestra acción humanitaria para que sea oportuna, diferenciada y responda a las necesidades reales de la población. Por y para ello, trabajamos junto con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja, a fin de aumentar el impacto y la pertinencia de las actividades.

De forma global, nuestro trabajo persigue promover y proteger la integridad, la seguridad, la dignidad y los derechos de las personas. Respondemos a las consecuencias humanitarias de la violencia, la desaparición, la migración y el desplazamiento interno, sumados a la visita a personas privadas de libertad y la promoción del respeto a los derechos humanos fundamentales, el Derecho Internacional Humanitario y de los estándares internacionales que rigen el uso de la fuerza por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. También dialogamos con las autoridades y otros actores estratégicos sobre la importancia de contar con normativas adecuadas para responder a estos problemas.

Nuestros equipos sobre el terreno no cejan en la búsqueda de fórmulas innovadoras de intervención humanitaria para responder mejor a los problemas crónicos y a las emergencias, en función de las necesidades específicas de los más desfavorecidos y respetuosas con las tradiciones y culturas de esta rica y diversa región.

En apoyo a la prevención de la COVID-19 donamos insumos de limpieza e higiene a la Penitenciaria Nacional Femenina de Adaptación Social en Honduras. CICR/ F. Pavón

Muestra de ello, es nuestra respuesta para hacer frente a la crisis global desatada en el planeta por la COVID-19, una emergencia sanitaria sin precedentes en la historia reciente, que ha convertido a toda la población mundial en vulnerable. Adaptamos nuestra forma de trabajo previniendo el contagio entre nuestro propio personal y las personas beneficiarias; brindando nuestro apoyo financiero, material y técnico a las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y autoridades para mejorar la respuesta en términos de prevención y atención; centrándonos en la asistencia y protección del contagio entre los grupos más vulnerables foco de nuestra respuesta habitual: personas migrantes, privados de libertad y comunidades afectadas por la violencia, detectando sus vulnerabilidades y procurando atenderlos en situaciones especiales en que las autoridades no dan abasto.

Las necesidades son y siempre serán infinitamente mayores que nuestras capacidades. Sabemos que nunca lograremos hacer todo lo que debemos y que estamos condenados a hacer lo que podemos. Por ello nuestra acción humanitaria es, y siempre será, limitada. Pero, al mismo tiempo, podemos mucho: las acciones del Movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja tienen un gran impacto en las vidas de millones de personas. Y juntos podemos más. Solo el trabajo constante y articulado a largo plazo con las autoridades, las instituciones y los mismos beneficiarios logrará un efecto ampliado y permitirá hallar soluciones duraderas que contribuyan a romper el círculo de violencia y sufrimiento de Centroamérica.

América Central: informe de actividades 2020