Comunicado de prensa

Cambio climático y conflicto armado: las comunidades del Sahel en estado de desesperación

Bamako (CICR) – El sufrimiento de millones de personas en Malí –y en la región del Sahel en general– tiene su origen en la combinación mortal de conflicto armado y crisis climática. Comunidades enteras están atrapadas entre los desiertos que avanzan, el clima imprevisible y la violencia, y se ven forzadas a abandonar sus hogares, ganado y medios de subsistencia.

En su primer viaje operacional como presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Mirjana Spoljaric advirtió que está en aumento la tensión en el Sahel entre las personas que han sido desplazadas y las comunidades de acogida que comparten su agua, alimento y tierra con ellas. Es necesario mitigar esta tensión para que no genere resentimientos que puedan dañar los vínculos entre las comunidades.

"Estas familias están desesperadas por una mejor calidad de vida. Estuve con mujeres que tuvieron que enterrar a sus hijos mientras huían de su aldea. Muchas perdieron a sus maridos y hermanos. La asistencia humanitaria es limitada, y no ven una salida. Debemos romper este círculo vicioso de cambio climático y violencia que impide que los pobladores vivan de su tierra", dijo la señora Spoljaric.

Bintou tiene diez hijos, su marido murió de sed mientras la familia huía de la aldea, y vive en un campamento improvisado sencillo en las afueras de Gao con cinco de sus hijos; los otros cinco están en diferentes partes de la región.


Desde la crisis de 2012, no hemos vuelto a tener paz", dijo Bintou. "Luego de los ataques recientes que atentaron contra nuestra vida, tuvimos que huir de la aldea. Los combatientes armados asesinaron a todos los hombres, a nuestros maridos, a nuestros hijos e hijas, y violaron a algunas mujeres.

La violencia ha obligado a 4,5 millones de personas a abandonar sus hogares en Malí, Níger y Burkina Faso, lo que representa un aumento de 200 % en los últimos dos años. El 80 % de la población del Sahel depende de la agricultura para su subsistencia; al desplazarse, pierden el acceso a sus tierras y ganado.

El cambio climático es una realidad diaria en Malí. Lagos enteros, como el lago Faguibine, se han secado, con la consecuente eliminación de ecosistemas completos y el desplazamiento forzoso de las comunidades. La desertificación se propaga, y el agua subterránea escasea cada vez más, lo que genera tensión en los agricultores. Malí perdió 90.000 hectáreas de cosecha en 2021 debido a la sequía, con consecuencias para los medios de subsistencia de más de tres millones de habitantes. El resultado fue la disminución del 10,5 % de la producción de cereales en todo el país.

La Cruz Roja Maliense, cuyos voluntarios están todos los días en el terreno con comunidades de todo el país, es uno de los principales actores de la labor humanitaria en Malí. Las palabras no alcanzan para expresar la motivación, la dedicación y la contribución de los voluntarios. Pero las dificultades siguen siendo enormes.

"En tiempo de inestabilidad mundial y retos humanitarios crecientes, debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para que los países del Sahel no queden olvidados", dijo la señora Spoljaric. "Si bien es fundamental atender las emergencias actuales, se necesitan inversiones específicas para ayudar a que las personas se adapten a los rápidos cambios generados por la crisis climática y dejen de depender de la asistencia". 

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