Artículo

Colombia: menos riesgos para los estudiantes en Ituango, Antioquia

Entregamos un albergue con su propia huerta para que alumnos y profesores de la comunidad estudiantil de la vereda Quebrada del Medio de Ituango (Antioquia), puedan pasar las noches allí y, así, evitar riesgos propios del conflicto armado que aún se vive en la región. En épocas anteriores, esta estructura educativa fue usada por actores armados como campamento.

En una pequeña sede rural de una de las instituciones educativas las aulas no tenían pupitres, en sus tableros no había operaciones matemáticas o una plana de letras. En el pequeño patio no se escuchaban los gritos de felicidad de los estudiantes persiguiéndose unos a los otros o jugando a la pelota.

La guerra había dicho presente y en esos salones de clase descansaban los fusiles, en las pizarras los mensajes no estaban dirigidos para alumnos y afuera, en la pequeña placa de cemento, se hacían formaciones no precisamente de un equipo de fútbol.

La presencia de combatientes en esta sede educativa era una constante, este espacio construido para la educación había sido invadido por el conflicto armado, no había espacio para el aprendizaje y el sano esparcimiento, sí para el descanso o paso de actores armados.

Pero la esperanza de la comunidad nunca se apagó y por el contrario siempre soñaron en recuperar su sede educativa y esos días llegaron. El reto era entonces renovar la infraestructura, hacer de este espacio uno digno para el aprendizaje o reposo de la comunidad estudiantil. Allí entró el Comité Internacional de la Cruz Roja y luego de diversas reuniones con los habitantes de la vereda, se inició todo un trabajo que hoy ya disfrutan alumnos, profesores y padres de familia.

 

Arrastre el cursor hacia los lados para ver cómo era antes la sede de la escuela y cómo es ahora.

Hogar Juvenil Corazón Valiente, así fue bautizado este renovado espacio. Fue decisión de la comunidad convertirlo en un albergue para estudiantes, para esos niños, niñas y adolescentes que deben caminar por horas para llegar a los salones de clase, desafiando las amenazas, como el reclutamiento o hasta los artefactos explosivos, de un conflicto armado que aún genera zozobra.

"Era una edificación antigua que debía tener adaptaciones y por eso trabajamos de la mano con docentes y estudiantes. Finalmente se diseñó un espacio que ahora cuenta con un dormitorio para niñas, otro para niños, un espacio para la persona encargada del hogar, una cocina con despensa, un aula, dos pequeñas bodegas y baterías sanitarias y lavadero. A esto se le suma un espacio para una huerta", explicó Valentín Palacios, responsable de la unidad de Agua y Hábitat de la subdelegación Medellín del CICR.

Elcy Durango Berrío empezó a cursar noveno grado. Su casa está a más de tres horas de camino de la escuela y ahora con este nuevo hogar, podrá dormir allí toda la semana y evitarse, en horas con poca luz, las largas caminadas, el paso por quebradas, empinadas lomas y hasta la posibilidad de encontrarse con un actor armado o un artefacto explosivo. "En el camino hay muchos riesgos relacionados con el conflicto o con la naturaleza, ahora cambia todo, estoy más tranquila para estudiar y concentrarme en lo que quiero", afirmó la estudiante.

Ricardo Monsalve / CICR

La educación le ganó este terreno al conflicto armado. El aprendizaje recuperó el espacio que antes tenían los fusiles.

Esta nueva oportunidad para la comunidad educativa de Ituango también le llegó a los estudiantes del corregimiento de La Granja, donde se entregó totalmente renovado un hogar juvenil con su propia huerta. Poco a poco los espacios educativos recuperan su espacio y su alegría que nunca debieron haber perdido. Desde el CICR seguiremos trabajando en las zonas más apartadas, golpeadas por el conflicto armado, para apoyar a quienes más nos necesitan.