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Colombia: lo que aprenden los forenses de su trabajo con los vivos

Exhumación en Arauca realizada por forenses del CICR en mayo del 2013. CC-BY-ND-NC/Anne Sylvie Linder/CICR

El argentino Luis Fondebrider, autoridad mundial en la búsqueda de desaparecidos y consultor del CICR, destaca que la actividad forense en Colombia es la mejor en la región. En esta entrevista el experto asegura que las fuerzas para seguir buscando restos humanos las saca de su contacto con los familiares de las víctimas.


Luis Fondebrider, forense argentino y consultor del CICR. CC-BY-ND-NC/Andrés Monroy/CICR

Cuando comenzó el último régimen militar en Argentina, en 1976, Luis Fondebrider tenía 12 años. Sus recuerdos son vagos. Pero luego de más de tres décadas escarbando información, pistas, huesos, dientes, cráneos de los desaparecidos de esa época, Luis se ha convertido en testigo de la historia de su país.

Hoy es el presidente del Equipo Argentino de Antropología Forense (EEAF), una institución conocida en todo el mundo por haber participado en la búsqueda de los restos de Ernesto 'El Che' Guevara y por su intervención en más de 30 países.

Desde 2005, ha trabajado como consultor del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en la identificación de personas y apoyo forense en zonas de conflicto como la región del Cáucaso, Sri Lanka, Irán, Irak y Colombia.

Recientemente, Luis dictó un taller en Bogotá, en el que capacitó a fiscales en una mejor atención a familiares de desaparecidos e instruyó a forenses sobre cómo mejorar su trabajo con restos humanos. El seminario fue organizado por el CICR, en cooperación con autoridades estatales y otras organizaciones no gubernamentales.

 (Lea también: CICR saluda medidas para la búsqueda de personas desaparecidas anunciado por el Gobierno de Colombia y las FARC-EP)


¿Cuánto demora la identificación de un cuerpo?
Depende del estado del cuerpo y de los datos de identificación que se tengan. Se puede demorar algunos meses o 20 años. No se puede dar un plazo concreto.
Hemos avanzado mucho y hemos duplicado la cantidad de identificaciones gracias al recurso de la genética. Pero eso tampoco funciona como algo mágico como se ve en la televisión.


¿Cuáles son las mayores dificultades que han encontrado al trabajar en Colombia?
La limitante más importante es trabajar en un país donde todavía hay un conflicto. La cantidad de casos, la complejidad del conflicto en Colombia, de la geografía del país, también limita la capacidad de identificar a más personas. Ahora estamos asesorando al Ministerio del Interior sobre la identificación de restos humanos de personas que fueron sepultadas sin nombre en cementerios y con el Banco de Perfiles Genéticos de Desaparecidos en Colombia. La colaboración es constante. Sin embargo, la capacidad forense en Colombia es la mejor en América Latina.

(En video: forense del CICR explica cómo se busca a los desaparecidos)

Ustedes han trabajado en muchas partes del mundo, pero ¿qué queda pendiente en su país?
Comenzamos a trabajar en Argentina en 1984, después del regreso a la democracia, como una alternativa forense independiente para encontrar los cuerpos de los desaparecidos, porque las víctimas desconfiaban en los médicos oficiales. En 31 años de trabajo hemos recuperado unos 1.300 cuerpos, de los cuales más de 700 ya han sido identificados. Ese no es un número muy grande, pues se calcula que hay entre 10 mil y 30 mil desaparecidos en Argentina. El porcentaje de identificación es bajo por la complejidad del proceso, por el paso del tiempo. Pero seguimos trabajando en diferentes partes del país.

¿Cómo afecta su vida la experiencia de tantos años viendo muerte y violencia?
Nosotros decimos que nuestro trabajo tiene más que ver con la vida que con la muerte, ya que tenemos un contacto muy estrecho con los familiares, que son las personas con las que trabajamos, las que nos dan fuerza, impulso. Son ellos quienes, muchas veces en situaciones terribles, siguen peleando y van para adelante con las investigaciones. Si yo estoy acá es por la lucha de miles de familiares, tanto en mi país como en Colombia y muchas partes del mundo, que han exigido que se investigue. Más allá de lo terrible que puede ser trabajar en esto –porque nosotros no devolvemos vida, sino gente que ya está muerta– el trabajo con los familiares nos deja una satisfacción enorme.

¿Y qué ha aprendido de ese trabajo con los vivos?
Que a pesar de todo lo terrible que es el mundo, toda la violencia y la destrucción que vemos todos los días, creo que hay esperanza, sobre todo por las mujeres, porque la mayoría de los familiares que salen a la calle a reclamar por sus desaparecidos son mujeres.

Es muy feo ver a las personas solamente como víctimas: eso es ponerlos en un espacio alejado y muy pobre. Son seres humanos, con sueños, ideologías, esperanzas. No hay que tratar a los familiares como niños sino como personas adultas y creo que este trabajo contribuye de alguna manera a luchar en contra de la impunidad, el olvido y por la justicia que todos queremos.