La salud en medio de los conflictos armados en Colombia
Los ataques que se registraron el año pasado contra los prestadores de asistencia de salud en las zonas más afectadas por los conflictos armados fueron particularmente graves y se sumaron a los múltiples perjuicios derivados del alto nivel de violencia que sufre la población civil en dichos lugares.
Nuestra presencia en estos territorios y el diálogo cercano con el personal de salud de estas zonas nos permitieron identificar actos de violencia contra la asistencia de salud que no se reportaron al sistema oficial. Estas afectaron especialmente a los departamentos de Arauca, Nariño, Cauca, Norte de Santander, Putumayo, Chocó y Antioquia.
Durante 2022, se registraron al menos siete homicidios de pacientes y trabajadores de la salud. Una cifra que supera incluso a los seis casos que se reportaron en total entre 2018 y 2021. Además, se recibió información sobre otros tipos de violencia contra el sector de la salud, como violencia sexual, bloqueo de ambulancias por parte de actores armados, extracción forzada de personas que estaban siendo trasladadas en ambulancias, así como amenazas y extorsiones.
En el contexto de los conflictos armados también se generaron situaciones que afectaron de forma indirecta la prestación de los servicios de salud como la detonación de artefactos explosivos cerca de instalaciones sanitarias o el confinamiento de comunidades que bloqueó su acceso a la asistencia de salud.
Adicionalmente, hubo casos en los que el personal de salud fue llevado contra su voluntad para dar asistencia a personas heridas o enfermas. En estas circunstancias, el personal sanitario se expuso al riesgo de quedar en medio de combates y a ser judicializado por prestar asistencia de salud a quienes participaron en las hostilidades. Cabe recordar que el DIH, entre otras normas, protege al personal de salud contra ataques en el marco de las hostilidades, así como de judicialización por prestar servicios sanitarios a cualquier parte en conflicto, en línea con la deontología médica.
En este escenario de violencia contra la asistencia de salud en zonas remotas afectadas por los conflictos armados solemos encontrar auxiliares, enfermeros, médicos, conductores de ambulancia y equipos de salud pública que, con resiliencia y valentía, siguen esforzándose para prestar servicios de salud a personas y comunidades.
Algunos deben recorrer hasta ocho horas en mula para llegar a quienes más los necesitan. Muchas veces nos preguntamos ¿de dónde sacarán la fuerza para resistir? En Putumayo, obtuvimos la siguiente respuesta: "las vidas de todos son igual de valiosas".
Aun a pesar de su valentía no hay que olvidar que esta violencia tiene un impacto importante en la salud mental y requiere una respuesta con enfoque diferencial.
Si bien en el contexto de los conflictos armados se presentan los hechos más complejos, en otros escenarios también se registran agresiones contra la asistencia de salud. El año pasado, la Mesa Nacional de Misión Médica registró 426 agresiones contra el personal de salud, instalaciones y vehículos sanitarios. El 62 % no tenía relación con los conflictos armados.
Más allá del contexto particular, es importante entender que quienes prestan asistencia de salud deben ser respetados y protegidos en cualquier circunstancia porque la vida de otras personas depende de ellos.
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