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Tres jóvenes refugiados burundeses se reúnen con sus familiares en Ruanda

Gérard tiene trece años. Fue separado de sus padres y luego de su hermano cuando una ola de violencia se expandió en Burundi en abril de 2015. Ahora es un refugiado en Ruanda.

Solía sentarme a solas y preguntarme si alguna vez encontraría a mis padres. Pensaba mucho en mi madre porque no había podido despedirme de ella.

Un año después, Gérard y otros dos jóvenes - Ernesto de trece años de edad y Eric de doce - se reunieron con sus padres, hermanos, hermanas y amigos. Fue un día lleno de felicidad y de emoción.

Alrededor de las once de la mañana, los tres jóvenes fueron recogidos por el CICR en Gashora y conducidos, tras cuatro horas de ruta, al campamento de refugiados de Mahama, este de Ruanda. En la actualidad, el campamento alberga a unos 50.000 refugiados burundeses. Y allí es donde familiares y amigos esperaban ansiosos su regreso.

Ernesto (a la derecha) en brazos de su madre. CC BY-NC-ND / CICR / E. Nyandwi

Eric y Ernesto fueron los primeros que salieron del auto y se lanzaron a los brazos de sus padres. Luego fue el turno de Gérard. Lo embargó la emoción cuando su padre lo abrazó. "Gracias, muchas gracias". Esas fueron las únicas palabras que sus padres nos pudieron decir al principio. Luego, su padre agregó:

Que Dios los bendiga a todos. Es la única forma que tengo para agradecerles.

Gérard y su padre son inseparables. CC BY-NC-ND / CICR / E. Nyandwi

Sobrevivir solo

Cuando los disturbios que comenzaron en Burundi en abril de 2015 se esparcieron a la provincia de Kirundo, Gérard y su hermano de catorce años temieron por sus vidas y decidieron abandonar el país. Trataron de persuadir a sus padres para que fueran con ellos.

"Les contamos lo que planeábamos hacer, pero creyeron que nos habíamos vuelto locos. Creyeron que se trataba de una broma. Entonces decidimos irnos solos. Abandonamos nuestro hogar en medio de la noche y seguimos a otros que partían a Ruanda", nos contó Gérard.

Los dos hermanos lograron huir de los grupos armados y llegaron a Bugesera, sur de Ruanda, cerca de la frontera con Burundi. Allí fue donde Gérard y su hermano tuvieron que separarse para intentar encontrar una forma de sobrevivir Su hermano encontró trabajo, realizaba quehaceres domésticos para una familia ruandesa. Gérard entonces se quedó solo, lejos de sus padres y de su hermano. Estaba muy asustado y angustiado.

Pero, afortunadamente, pronto encontró trabajo como cuidador de quince cabras. Su trabajo consistía en darles de comer y de beber. "Me levantaba realmente muy temprano para juntar cien litros de agua y llevar al rebaño a pastar", explicó Gérard.

Luego, el CICR lo ayudó a encontrar a su familia, entonces Gérard pudo dejar atrás ese período de tristeza y soledad.

Entre abril de 2015 y abril de 2016, el CICR reunió a 105 niños burundeses, como Gérard, con sus seres queridos.

Ernest y su padre felices de poder estar juntos de nuevo. CC BY-NC-ND / CICR / E. Nyandwi

En cooperación con la Cruz Roja Ruandesa, brindamos nuestros servicios de Restablecimiento del Contacto entre Familiares a las personas que deseen reunirse con sus familiares.

También trabajamos con las autoridades ruandesas y otras organizaciones para llevar un registro de los niños no acompañados y otros niños y adultos vulnerables que han sido separados de sus familiares.