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Ucrania: miedo, temperaturas heladas y un futuro incierto para las familias que viven cerca de la línea del frente

"Cuando comienzan los tiroteos, hacemos entrar inmediatamente a los niños a la casa. El más pequeño, que tiene cuatro años, grita: "¡Abuela, ven para aquí!" Se para contra la pared y me pide que me quede con él, porque las balas vuelan de un lado a otro y tiene miedo".

Liubov es una abuela que reside en el poblado de Mariinka, este de Ucrania. Su vida, al igual que la de cientos de miles de personas que viven cerca de la línea de contacto, se ha visto alterada por siete años de conflicto armado.

Liubov ha terminado por acostumbrarse al sonido de los disparos, pero su nieto de cuatro años se estremece cada vez que los oye.

El conflicto sigue teniendo graves consecuencias mentales y físicas para la población civil. La violencia y la inseguridad causan muertes, heridas y separación de los seres queridos. Debido a los daños que han sufrido las instalaciones de agua, gas y electricidad, las tareas cotidianas básicas se han convertido en una ardua lucha. El paisaje del invierno se anuncia plagado de minas y dispositivos sin estallar.

 

Al igual que en años anteriores, el Comité Internacional de la Cruz Roja ha prestado apoyo a las personas a ambos lados de la línea de contacto y las ha ayudado a prepararse para las temperaturas heladas del invierno. Este año, el CICR ha reparado las viviendas de 1500 personas, mientras que otras 2500, aproximadamente, han recibido asistencia financiera para acondicionar sus casas y mantenerlas a resguardo del frío.

En el distrito Petrivskyi de Donetsk, en la zona de Donbas no controlada por el gobierno, Valentyna, de 80 años, tiene un nuevo techo. Los intensos bombardeos hicieron estallar todas las ventanas de su casa y el fuego destruyó parte del techo, lo que la dejó expuesta a las inclemencias del tiempo.

"Todo estaba roto y entraba aire frío por todos lados", dice. "Calentaba botellas de agua y me las ponía cerca para darme algo de calor". Valentyna ahora puede mantener el frío alejado: el CICR volvió a colocar el techo de su casa y le instaló una puerta frontal y ventanas nuevas.

Como el invierno se avecinaba, el CICR también entregó combustible o asistencia financiera para comprar leña a unos 10 000 hogares de ambos lados de la línea de contacto. Las familias también recibieron cuatro toneladas de briquetas para calentar sus viviendas.

Una de las beneficiarias es Svitlana, que vive en el poblado de Triokhizbenka, en la región de Luhansk, este de Ucrania. "Nuestra casa quedó muy dañada por los bombardeos, pero este año el CICR reemplazó las ventajas viejas por unas nuevas, de metal y plástico. También nos dieron material de aislación térmica para la casa y 8000 grivnas para comprar leña. Gracias a esa ayuda, la casa mantendrá más el calor y gastaremos menos dinero para calefaccionarla. Tal vez podamos ahorrar algo para hacer algunas reparaciones el año que viene".

El CICR también ha hecho reparaciones y reemplazado ventanas en once centros médicos y trece escuelas de ambos lados de la línea de contacto. Todas estas tareas forman parte de las actividades que permanentemente realiza el CICR para ayudar a las personas a reconstruir su vida y hacer frente al conflicto. Además de casas, escuelas y hospitales, el CICR ayuda a reparar instalaciones de abastecimiento de agua y otra infraestructura vital.

Por otro lado, el CICR colabora con los programas de apoyo a los medios de subsistencia y trabaja para mejorar las condiciones de los lugares de detención. Asiste a familiares de personas desparecidas, presta apoyo en salud mental, brinda acceso a programas de educación y realiza actividades de sensibilización sobre el peligro de las minas. El CICR ha incrementado progresivamente sus actividades en Ucrania desde 2014.