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Yemen: un equipo de cirugía del CICR rumbo hacia una zona de guerra

Marco Baldan tomó la bandera blanca y roja del Comité Internacional de la Cruz Roja y la ató al lateral del sencillo bote de madera. Las cuatro banderas que se fijaron al carguero de 18 metros de eslora indican claramente que la nave está en misión humanitaria. Destino: Adén, en Yemen, una ciudad con demasiadas bajas y demasiado pocos cirujanos.

Marco, cirujano general, dirige un equipo de cuatro miembros del personal médico del CICR que se va a adentrar en el corazón de una zona de guerra en el momento preciso en que otros que pueden hacerlo están huyendo a lugares más seguros. Enviar equipos médicos a zonas de conflicto es una parte central de la labor del CICR, y a Marco, oriundo de Italia, no lo asustan los riesgos.

"Podrían matarme, pero no creo que eso suceda. Una vez que esté allí, puedo jugar mis cartas", señaló justo antes de partir. A un hombre armado hostil, le diría: "Mire, amigo, puedo ayudarlo a usted y a todos los demás".

Marco, de 51 años de edad, tiene el currículum de un médico de conflictos: Beirut en 2006. La violencia poselectoral en Nairobi en 2008. Georgia en 2008. Gaza y Bengasi. Darfur. Kandahar.

"Esto es lo que me gusta. He estado en estas situaciones muy a menudo. Siempre veo que, si sigues las normas de seguridad, estás a salvo. En todas mis misiones con el CICR, siempre me he sentido seguro", señaló.

El equipo del CICR en Yibuti, a bordo del barco que lo llevará a Adén, Yemen. CC BY-NC-ND/CICR

El equipo médico embarcó a última hora de la noche del martes en Yibuti e inició un viaje de doce horas para cruzar el Golfo de Adén. Mientras esperaba en el muelle, Elin Oddsdottir, enfermera de quirófano oriunda de Islandia, afirmó que no tenía miedo. "Pero muchas veces me pregunto por qué no lo tengo", reconoció.

Birgitte Gundersen, enfermera especialista en posoperatorios procedente de Noruega, indicó que el CICR aplica buenos sistemas de seguridad. "Si hay algún peligro, entramos en la sala segura y luego salimos. No es la primera vez que el CICR hace esto".

Ana Lufinha, anestesióloga de Portugal, señaló que le causa el mismo miedo la tarea que tiene ante sí.

"¿Qué pasa si hay más pacientes de los que podemos tratar? Odio cuando se me muere un paciente. ¿Puedo responder ante esta situación? ¿Vamos a poder prestar la atención médica que se necesita?", se preguntó.
"Pero aun así voy. Creo que es mi deber ir. Creo que, como médica, debo ayudar a otras personas si puedo hacerlo".

Los residentes de Adén se están viendo muy afectados por intensos combates. Los conocimientos médicos y el material necesario escasean cada vez más, a medida que aumenta el número de víctimas. Marco ya conoce esta ciudad portuaria. Vivió allí a principios de 2013 y describe ese lugar costero como "interesante pero salvaje". A veces llegaba a la sala de urgencias alguna persona armada y empezaba a darnos órdenes a los gritos", recordó.

El equipo de Marco va a trabajar durante tres semanas, casi las 24 horas los días de mucho trabajo, y luego será reemplazado. Los informes provenientes de un solo hospital de Adén dan cuenta de más de 200 personas enfermas y heridas, y de pocas aptitudes avanzadas en materia de cirugía.

"Cuando se trata de traumatismos de guerra, es una especialidad en el sentido de que las balas o los fragmentos de bombas causan más daño del que podemos ver a simple vista y se requiere un enfoque distinto de lo que nos enseñan en las aulas", señaló. "No hay ningún lugar en el mundo donde las universidades enseñen a los cirujanos las heridas provocadas por los traumatismos de guerra".

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