Declaración

Adelanto de la mujer: declaración del CICR ante las Naciones Unidas, 2014

Asamblea General de las Naciones Unidas, 69° período de sesiones, tercera comisión, tema 27, declaración del CICR, Nueva York, 17 de octubre de 2014.

Como grupo, las mujeres no son inherentemente vulnerables en tiempo de conflicto armado. Pueden ser víctimas, combatientes, trabajadoras humanitarias, testigos o partes influyentes. Sin embargo, independientemente del papel que cumplan a título individual, los conflictos armados suelen tener en efectos devastadores en las mujeres y en las niñas. Pese a las protecciones generales conferidas a todas las personas civiles y a las protecciones específicas otorgadas a las mujeres, éstas afrontan mayores riesgos durante los conflictos armados, incluido el de la violencia sexual.

En los conflictos armados, a veces se ve comprometido el acceso de las mujeres a la atención médica, los alimentos y el agua. Por ello, son fundamentales las evaluaciones exhaustivas para comprender mejor y satisfacer sus necesidades específicas. Esas evaluaciones también ayudan a detectar grupos particularmente vulnerables debido a circunstancias especiales, como las mujeres y las niñas desplazadas, las familias con una mujer sola como jefa de hogar, separadas de sus maridos, que con frecuencia han sido detenidos, han muerto o han desaparecido. Estos grupos son particularmente vulnerables a la violencia sexual.

 La violencia sexual es una infracción del derecho internacional humanitario. No es inevitable; es posible prevenirla.

La violencia sexual está absolutamente prohibida por el derecho internacional humanitario, tanto en los conflictos armados internacionales como en los no internacionales. Todas las partes en conflicto están vinculadas jurídicamente por ese derecho en todo momento.

La violencia sexual nunca se produce por accidente. Con frecuencia se la emplea como táctica de guerra deliberada. Sus consecuencias son graves y deshumanizadoras no solo para las propias víctimas, sino también para sus familias y sus comunidades.

Aunque se recurre a la violencia sexual en forma generalizada, lamentablemente se trata de un fenómeno invisible, a cuya frecuencia y consecuencias en general no se presta la debida atención. Los tabúes culturales, el sentimiento de vergüenza o el temor a sufrir represalias suelen impedir que las víctimas hablen y busquen la atención que necesitan, lo que constituye un grave reto para quienes se esfuerzan por dar respuestas humanitarias eficaces.

Por ello, para responder en forma eficaz a la violencia sexual se necesita dinamismo. Las organizaciones humanitarias y los Estados deben dar por descontado que en los conflictos armados se cometen actos de violencia sexual y actuar consecuentemente, de forma específica y multidisciplinaria.

Uno de los elementos de esa respuesta es la atención oportuna de las cuestiones médicas, psicosociales y de salud mental, absolutamente esencial para las víctimas de violencia sexual. Por ello, el acceso inmediato y sin obstáculos a los servicios de salud, incluido el apoyo psicológico, debe ser respetado y garantizado por todas las partes en conflicto.

El CICR insta a los Estados miembros a que cumplan sus responsabilidades, mediante el fortalecimiento de sus aptitudes y competencias internas para responder a las necesidades y las vulnerabilidades específicas de todas las víctimas de violencia sexual. Los Estados deben asegurarse de que se brinde la asistencia médica, psicológica, psicosocial, económica y jurídica adecuada.

Al mismo tiempo, han de tomarse medidas para evitar, ante todo, que se cometan actos de violencia sexual. Esas medidas deben incluir el diálogo con todas las partes en conflicto y mecanismos simples pero eficaces de reducción del riesgo. En numerosas situaciones, el CICR ayuda a las comunidades a identificar a nivel local formas de reducir el riesgo de que se cometan violaciones, incluida la violencia sexual, a través de medidas como la perforación de pozos en sitios cercanos a las aldeas a fin de evitar que mujeres y niñas tengan que recorrer largas distancias en entornos inseguros. El CICR también proporciona a las familias con mujeres como jefas de hogar alimentos y otros artículos de primera necesidad, para reducir en parte su vulnerabilidad ante la explotación sexual y la necesidad de recurrir al sexo para sobrevivir.

No obstante, el papel de los Estados es esencial. Recae en ellos la responsabilidad principal de poner término a la violencia sexual y de actuar cuando se la comete.

El CICR insta a los Estados a seguir integrando el derecho internacional humanitario, en especial la prohibición absoluta de la violencia sexual, en sus sistemas jurídicos nacionales y a combatir la impunidad mediante la adopción y la aplicación de legislación interna que criminalice la violación y otras formas de violencia sexual.

Sin embargo, ello solo será eficaz si los Estados también abordan las grandes falencias que permiten la persistencia de la violencia sexual, como la falta de competencias por parte de los sistemas de justicia y seguridad. Por ello, es preciso adoptar mecanismos efectivos para investigar los crímenes, procesar a los sospechosos y sancionar a los culpables a fin de garantizar que los autores rindan cuenta de los actos cometidos. Las víctimas que buscan justicia deben recibir información sobre el apoyo que está a su disposición y deben poder informar de lo que les ha acaecido en forma segura, sin temor a sufrir represalias, a ser estigmatizadas, y sin someterse a procesos innecesariamente largos.

La violencia sexual es una infracción del derecho internacional humanitario. No es inevitable; es posible prevenirla. En el objetivo 2.2, "Mejorar la protección de las mujeres en los conflictos armados", aprobado por la XXXI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en 2011, los Estados se comprometieron a mejorar la prevención y la sanción de la violencia sexual en sus sistemas internos. Con miras a la Conferencia Internacional que se celebrará en 2015, el CICR está listo para trabajar junto con los Estados miembros y todos los componentes del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja para proseguir con esta importante labor.