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República Centroafricana: aquí curamos también heridas invisibles

Cuando las personas son testigo de asesinatos o del saqueo de todas sus pertenencias, o cuando son sometidas a violaciones o torturas, sufren traumas psicológicos y requieren ayuda urgente. Erica Pellizzari, psicóloga clínica, trabaja en la provincia de Nana Gribizi, al norte de Bangui. Tiene una experiencia considerable en el ámbito de la ayuda a personas con problemas psicológicos en los territorios palestinos, Haití, República Democrática del Congo y China. En esta entrevista describe la situación en la República Centroafricana.

¿Qué problemas tienen las personas que buscan ayuda en los centros de salud que supervisa?

La mayoría de ellas han tenido experiencias traumáticas vinculadas con la guerra en el país: fueron heridas o secuestradas, o fueron testigo de los asesinatos de sus seres queridos o de la destrucción de sus hogares. Padecen varios síntomas distintos, como pesadillas frecuentes, reexperimentación del hecho traumático, trastornos del sueño, trastornos de la alimentación, ansiedad, agresividad, la sensación de que sus vidas se han detenido o no tienen sentido, aislamiento, respuestas de evasión o problemas de concentración o de la memoria.

Esta situación es nueva, ya que está casi exclusivamente vinculada con la presencia de hombres armados en la región, y se agrava por la casi total impunidad que tienen. La región no siempre ha estado en paz, eso está claro, pero el conflicto actual ha durado mucho tiempo y es especialmente violento.

Desde mediados de julio, hemos atendido a más de 260 personas, alrededor de la mitad eran víctimas de violencia sexual. Lo difícil en estos casos es que las personas que han sido abusadas sexualmente deben recibir tratamiento médico en un plazo máximo de 72 horas a partir del incidente, para reducir el riesgo de contagio de infecciones y enfermedades de transmisión sexual, en especial el VIH, y obtener los anticonceptivos de urgencia que permita la legislación nacional.

¿Cómo se trata a las víctimas de la violencia en sus propias comunidades?

Hay un riesgo bastante real de que sean rechazadas por la comunidad por haber sido violadas o haber quedado "un poco trastornadas". Los miembros de la comunidad, y también las propias víctimas, a menudo malinterpretan síntomas como las pesadillas o la agresividad. Esto en sí mismo causa más ansiedad y más sufrimiento. Las propias víctimas suelen considerar que están "destrozadas", que son incapaces de recuperarse o que están malditas. Son comunes las acusaciones de brujería o de que están poseídas por demonios.

Recuerdo a un niño pequeño que fue secuestrado y torturado. Sus amigos se burlaban de él por lo que le había pasado. No tenían ni la menor idea del sufrimiento que estaba padeciendo. Por eso es esencial concienciar: a la población, por supuesto, pero también, especialmente, a los líderes religiosos y tradicionales y a los jefes de la aldea. Suelen ser ellos los que llevan a centros de salud a las personas que sufren y los que ayudan a reducir el estigma.

Antes de atender a las víctimas, nuestro equipo viajó por todos los rincones de la región para explicar las causas de estos síntomas y la manera de tratarlos. La respuesta ha sido extraordinariamente buena. Por ejemplo, más del 70 por ciento de nuestros pacientes que han sido víctimas de la violencia (salvo violencia sexual) son hombres. No en todas partes se da el caso de que los esfuerzos por promover la salud mental genere semejante confianza.

¿Qué función cumple el CICR en la atención a las víctimas de la violencia?

Aquí no es posible centrarse en un solo tipo de violencia y no tener en cuenta los demás. Nuestra puerta está abierta para todos los que sufren. Gracias a la presencia de un asistente psicosocial, un enfermero y una matrona en los centros de salud de tres aldeas de la región, los pacientes se pueden beneficiar de tratamientos diversos, como los que se basan en medicamentos, en alguien que escuche, etc.

Nuestro personal médico no es de la región, lo que me parece que tranquiliza a los pacientes. También es una forma de tener personal mejor capacitado en una zona tan remota. A los pacientes que presentan sufrimiento psicológico vinculado a un trauma, tras haber sido derivados en caso necesario a una matrona o un enfermero, los escuchan de manera atenta y comprensiva los equipos psicosociales.

¿Qué sucede en una sesión en la que se escucha a víctimas de la violencia?

Formulamos preguntas de respuesta abierta y nos centramos en el sufrimiento asociado con una experiencia traumática y tratamos de ayudar a las víctimas a afrontar sus problemas y recuperar la capacidad de valerse por sí mismas. Es lo que llamamos resiliencia.

También utilizamos ejercicios de relajación y respiración, que fueron muy bienvenidos entre los pacientes. Los ejercicios ayudan a aliviar los síntomas de la hiperactivación (como los problemas de concentración, el nerviosismo constante, el miedo constante, la irritabilidad y el insomnio), que son muy comunes entre personas que han tenido una experiencia traumática. A veces atendemos a domicilio, si es necesario para hacer frente a una situación especialmente delicada o para llevar a cabo una mediación con la familia.

Una violación es principalmente una tragedia para la víctima, pero también puede ser una tragedia para la pareja. Nuestra función es ayudar a las familias a superar este tipo de problemas. El objetivo se cumple una vez que el paciente logra volver a salir, regresar al trabajo y vivir con esa situación, y una vez que los síntomas han disminuido lo suficiente.

La labor de escuchar a veces es difícil, pero los buenos resultados que obtenemos son una verdadera fuente de motivación. Más del 75 por ciento de nuestros pacientes vuelve para una segunda o tercera visita. Eso es señal de que el tratamiento que reciben en nuestros centros de salud está siendo verdaderamente beneficioso para ellos.