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Uso de armas químicas: una historia repetida e inaceptable que exige atención

19º período de sesiones de la Conferencia de Estados Partes en la Convención sobre las Armas Químicas, 1 a 5 de diciembre de 2014, La Haya, Países Bajos. Declaración del CICR.

El centenario del primer empleo de gases tóxicos durante la Primera Guerra Mundial, que se cumplirá en abril del año próximo, brinda una oportunidad para reflexionar sobre los logros notables obtenidos en la manera de liberar al mundo de las armas químicas, así como también sobre los retos significativos que aún persisten.

Durante la Primera Guerra Mundial, el Comité Internacional de la Cruz Roja (el CICR) fue testigo de las lesiones terribles que padecieron los soldados a raíz del empleo de gases tóxicos. En febrero de 1918, hicimos un llamamiento a los Estados y a la opinión pública para "prohibir esa forma de hacer la guerra que sólo puede ser calificada de criminal". En ese entonces, la gravedad y la magnitud del sufrimiento habían conmocionado la conciencia pública y consolidado la determinación de los Estados de acordar un nuevo tratado que prohibiera el uso de armas químicas, el Protocolo de Ginebra de 1925, aplicable a los conflictos interestatales. En 1993, la Convención sobre las Armas Químicas fortaleció esta norma, al prohibir el empleo de armas químicas en toda circunstancia y proveer un marco amplio para su eliminación total.

Hoy en día, la prohibición del empleo de armas químicas es una norma universal, es decir, una norma de derecho internacional humanitario consuetudinario que obliga a todas las partes en conflictos armados, así sean Estados o actores no estatales. Sin embargo, como toda norma de derecho internacional, su solidez se comprueba en caso de incumplimiento, según cómo reacciona la comunidad internacional ante las infracciones. La solidez de la norma fue confirmada el año pasado por la amplia condena al uso escandaloso de armas químicas en Siria en agosto de 2013. Posteriormente, el CICR recibió con beneplácito la adhesión de Siria a la Convención, y ahora encomiamos la destrucción de sus existencias declaradas de armas químicas bajo verificación de la misión conjunta de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) y las Naciones Unidas.

Sin embargo, informes más recientes sobre el empleo de armas químicas en el conflicto armado en Siria suscitan una profunda preocupación. La Misión de Determinación de los Hechos de la OPAQ ha confirmado el uso reiterado del cloro como arma química en abril de este año. Es la misma sustancia química tóxica empleada hace casi un siglo para envenenar a los soldados que combatían en Ypres, Bélgica. Es una historia repetida, escandalosa y completamente inaceptable, que exige atención.

Cabe recordar que el empleo de armas químicas por cualquiera de las partes en cualquier conflicto armado constituye una grave violación del derecho internacional humanitario, independientemente de que las víctimas sean soldados o civiles. El CICR insta a todas las partes en los conflictos armados en Siria, y en todo el mundo, a que respeten esta prohibición absoluta.

La solidez de esta norma que prohíbe las armas químicas también depende de la adhesión universal a la Convención sobre las Armas Químicas, así como de la implementación plena de las obligaciones que establece en materia de desarme. Hoy en día, casi todos los Estados son Partes en la Convención sobre las Armas Químicas; y durante los diecisiete años transcurridos desde su entrada en vigor (y aunque quede mucho por hacer), los Estados Partes han logrado avances significativos en lo que respecta a la eliminación de las armas químicas y las instalaciones donde se producían. El CICR insta a los pocos Estados que aún no son Partes en la Convención a ratificarla o adherirse a ella sin demora. Si lo hacen, demostrarán o confirmarán su compromiso con la eliminación total de esas armas abominables.

Es preciso mantener la atención para lograr la eliminación completa de las armas químicas y la prevención de nuevos usos, al tiempo que también deben seguirse de cerca las prácticas que amenazan la integridad de la prohibición de las armas químicas. El CICR considera que el desarrollo de sustancias químicas de alta toxicidad como armas para el mantenimiento del orden —denominadas "agentes químicos incapacitantes" — constituye una de esas amenazas.

La posición del CICR, definida tras muchos años de análisis y reuniones con expertos, hoy en día es bien conocida: el empleo de sustancias químicas tóxicas como armas para el mantenimiento del orden debería limitarse exclusivamente a los agentes de represión de disturbios. El desarrollo y el empleo de otras sustancias químicas tóxicas como armas conllevan graves riesgos para la vida y la salud y, en nuestra opinión, son contrarios al objeto y el propósito de la Convención.

Por ende, nos complace en grado sumo que, en los últimos dos años, varios Estados Partes hayan dado a conocer sus políticas nacionales en esta materia, e instamos a todos los Estados a adoptar o reafirmar políticas y legislación nacionales que restrinjan el empleo de sustancias químicas tóxicas como armas para el mantenimiento del orden sólo a los agentes de represión de disturbios. Tales medidas son esenciales para reforzar el objetivo de la Convención de prevenir para siempre la proliferación de armas químicas.

Asimismo, encomiamos a los 13 Estados Partes, al menos, que han promovido los debates sobre el desarrollo y el empleo de empleo de sustancias químicas tóxicas como armas para el mantenimiento del orden. Sin lugar a duda, se necesita un diálogo abierto y transparente entre los Estados Partes sobre esta importante cuestión, particularmente en los órganos normativos de la OPAQ. Estos debates deben llevarse a cabo sin demora para preservar la integridad de la Convención.