Derecho internacional humanitario y política sobre

La violencia y la guerra urbana

Es desolador ver morir a la ciudad que uno ama. Sin embargo, es exactamente lo que sucede cuando los conflictos armados toman las calles de las ciudades, donde ponen en riesgo a la población civil y la infraestructura de la que esta depende. Las consecuencias humanitarias de la guerra urbana persisten por muchos años —a veces, décadas— luego de que cesan los enfrentamientos.

A woman amidst the city ruins after heavy fighting in Benghazi, Libya.

Servicios urbanos durante conflictos armados prolongados

Un inadmisible costo humano

En los centros urbanos, la población civil y los objetivos militares suelen coexistir en las mismas zonas. Las armas explosivas pesadas, como grandes bombas, misiles, cohetes, morteros y municiones de artillería, tienen mayor probabilidad de alcanzar el objetivo militar, pero también tienen áreas de impacto amplias, imprecisas y, muy a menudo, indiscriminadas, que arrasan con todo a su paso. Esto afecta significativamente a la población civil y ocasiona muertes, lesiones y traumas.

La preocupación constante por la seguridad de seres queridos y la ansiedad incesante por el alimento y por otras necesidades básicas exacerban todas las dificultades personales asociadas con esta situación traumática. Es común vivir con un dolor intenso y con miedo. Si bien muchas personas logran seguir adelante con su vida y sobrellevar la angustia, otras padecen traumas psicológicos incapacitantes.

La interrupción de la vida diaria

Los enfrentamientos urbanos suelen dañar o destruir infraestructura crítica necesaria para la prestación de servicios vitales, como energía eléctrica, agua y saneamiento, asistencia de salud, alimentos y educación. La población urbana, que depende de la infraestructura y de los bienes y servicios de terceros para su supervivencia diaria, es intrínsecamente vulnerable a las interrupciones del mercado y de las cadenas de suministro. La falla de un sistema a menudo genera el colapso de muchos otros. Esto incrementa los riesgos para la salud pública y los medios de subsistencia de las personas, lo que a su vez puede llevar al desplazamiento poblacional en masa.

Los bombardeos y los ataques de artillería también pueden ocasionar daños irreparables a los hospitales, evitar que las ambulancias lleguen a los heridos y alterar la prestación de suministros médicos. Los trabajadores de la salud, como miembros de la población civil, también sufren estos efectos en forma directa y pueden verse obligados a dejar su empleo y huir.

Huir por sus vidas

Cuando los barrios se van convirtiendo en frentes de batalla, todos los aspectos de necesidad básica —el agua, los alimentos, la asistencia de salud, el trabajo, la educación y el alojamiento digno— empiezan a escasear. Muchas personas se ven forzadas a huir de sus hogares; esto altera su vida y las expone a mayores riesgos, como violencia sexual y de género, dado que pierden sus medios de subsistencia y sus redes de apoyo. En general, son las comunidades locales, que a menudo también sufren los efectos del conflicto armado, las que prestan ayuda a las personas que han sido desplazadas.

El desplazamiento puede continuar por muchos años, incluso después de finalizadas las hostilidades, a raíz de la destrucción de viviendas e infraestructura. Por otra parte, las zonas residenciales quedan plagadas de explosivos abandonados sin estallar. Puede llevar años, incluso décadas, retirar esos dispositivos, lo que impide que los residentes regresen a salvo a su hogar.

Volver a empezar

La destrucción masiva causada por los conflictos armados en las ciudades puede retrasar los índices de desarrollo durante décadas.

Cuando las personas abandonan las ciudades en busca de más seguridad o mejores oportunidades, la “fuga de cerebros”, es decir, el éxodo de los trabajadores que saben cómo construir, operar y mantener la infraestructura (y los sistemas complejos que dependen de ella), se vuelve un problema. De igual manera, la situación de inseguridad y el cierre de las escuelas impiden durante años que los niños puedan recibir educación, lo que dificulta que toda una generación pueda tener una mejor calidad de vida.

Las consecuencias humanitarias de la guerra urbana son complejas, directas e indirectas, inmediatas y a largo plazo, visibles e invisibles. Pero eso no significa que sean un efecto colateral inevitable de la guerra.

¿Cómo se puede reducir o incluso evitar el daño a la población civil en los conflictos urbanos?

1. Para proteger mejor a la población y la infraestructura civil, las partes en conflicto deben aplicar y acatar con rigurosidad el derecho internacional humanitario vigente, que está adaptado a las tendencias principales de la guerra. Los principios básicos de distinción, proporcionalidad y precaución son fundamentales para proteger a la población civil de los efectos de las hostilidades en zonas urbanas.

2. A su vez, las partes en conflicto deben reevaluar con urgencia su enfoque en relación con las operaciones en entornos urbanos, lo que incluye revisar las doctrinas de guerra urbana, los procedimientos de planificación e instrucción, las tácticas y la elección de armas. La planificación y la conducción de operaciones militares deben priorizar la protección de las personas civiles, dado que las partes tienen la obligación de tomar todas las precauciones posibles para evitar causar daños incidentales a la población.

3. Las partes deben evitar por todos los medios el uso de armas explosivas pesadas. Estas armas están diseñadas para detonar una gran fuerza explosiva a distancia sobre áreas de gran tamaño y ocasionar daños indiscriminados, lo que las hace poco adecuadas para uso en zonas urbanas y otros centros poblacionales. Deben evitarse a menos que se adopten medidas de mitigación suficientes para limitar su radio de impacto y el consiguiente riesgo para la población civil.

4. Las fuerzas aliadas y los socios de las partes en un conflicto armado también tienen una gran responsabilidad: deben diseñar y encuadrar su apoyo adecuadamente con el fin de evitar exacerbar las consecuencias humanitarias en las ciudades. Deben contribuir activamente a promover más seguridad para las personas civiles y los bienes de carácter civil.

Qué hacemos para limitar las consecuencias humanitarias de la guerra urbana

El CICR y todo el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja siguen reforzando su capacidad de prevenir las consecuencias humanitarias de la guerra urbana y responder a ellas. Promovemos un enfoque integrado multidisciplinario para ayudar a la población civil, que combina actividades de prevención, protección y asistencia adaptadas específicamente al contexto urbano. Dialogamos con los beligerantes en todos los niveles, sobre la base de las necesidades de las personas más afectadas.

 

Asimismo, trabajamos para prevenir el colapso de infraestructura crítica, que podría sumir en una crisis a millones de personas, mediante la reparación y rehabilitación de infraestructura, la entrega de repuestos, actividades de formación y fortalecimiento de capacidades para proveedores de servicio locales y el desarrollo de planes de preparación ante emergencias.

 

Sin embargo, la respuesta humanitaria colectiva se ve limitada por el daño sustancial y la destrucción de infraestructura crítica, así como por el uso indebido de estos recursos por las partes en conflicto. Cuando los sistemas fallan, la magnitud de las consecuencias excede en gran medida lo que la acción humanitaria puede lograr por su cuenta.