"Ya no soy una mujer feliz. Me temo que nunca volveré a ser feliz, ya que la vida es una lucha constante", se lamenta Vajda, una madre sola con cinco hijos.
Hace un año, Vajda tuvo que huir de su pueblo natal en Sudán del Sur con cinco niños pequeños. Su marido había sido asesinado mientras recibía alimentos para la familia, lo que motivó que Vajda se fuera.
Su muerte fue una de miles en el país, desde que estalló la violencia a finales de 2013. Los enfrentamientos obligaron a cientos de miles de personas en todo el país a abandonar sus hogares; una fuga hacia la seguridad que provocó profundas necesidades alimentarias.
"En mi pueblo, la vida solía ser buena", dijo ella. Pero ahora, "el conflicto ha afectado toda mi vida. Mi marido era un hombre bondadoso. Siempre estaba trabajando y ayudándonos. Actualmente, todo depende de mí."
Vajda hablaba sentada en el suelo, esperando semillas, herramientas y alimentos que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) está distribuyendo para 13.000 personas en Rokon, en Ecuatoria Central.
Miles de personas se vieron obligadas a huir de sus tierras y abandonar sus pertenencias en Ecuatoria, lo que les impidió cultivar las tierras fértiles de la región.