Palabras de Gilles Carbonnier, vicepresidente del CICR — 16 de noviembre de 2020, Ginebra
XVIII Reunión de los Estados Partes en la Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción
La Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal es uno de los tratados sobre armas más exitosos de la historia.
Desde el punto de vista humanitario, la Convención, que entró en vigor en 1999, protege y continuará protegiendo a generaciones presentes y futuras contra la muerte y las lesiones. Mediante la prohibición general del empleo, el almacenamiento, la producción y la transferencia de minas antipersonal, y con el respaldo de un plan sólido de acción humanitaria en virtud del cual los Estados proceden a eliminar la amenaza de las minas que se encuentran en sus territorios, crear conciencia acerca de sus peligros y asistir a las víctimas de estas armas, la Convención ha contribuido a reducir el número de víctimas civiles anuales en alrededor de un 90%.
La Convención también ha tenido efectos secundarios positivos para el desarrollo y para la seguridad de las personas. Gracias a la ausencia de minas, decenas de millones de metros cuadrados de tierra han vuelto a tener un uso productivo en las comunidades. Las personas ya no necesitan huir de sus hogares en busca de seguridad, y los refugiados y los desplazados internos pueden regresar a sus comunidades y contribuir a su crecimiento.
La Convención puede considerarse exitosa también en términos de cooperación diplomática. Es un excelente ejemplo de cómo la asociación entre los Estados, el CICR, las Naciones Unidas y las organizaciones de la sociedad civil, cuando aúnan esfuerzos por una causa común, puede ser una fuerza del bien.
Gracias a nuestros esfuerzos conjuntos:
- más del 80% de los Estados son Partes en la Convención;
- el nuevo uso de minas antipersonal, incluso por Estados que no son Partes en la Convención, es una anomalía poco frecuente;
- el comercio y la producción legales de minas antipersonal prácticamente han desaparecido, y se han destruido más de 55 millones de minas almacenadas; and
- 31 Estados Partes han removido la totalidad de las minas que había en sus territorios. Chile y el Reino Unido han completado este año la limpieza de minas y son ejemplos del compromiso firme con el cumplimiento de las obligaciones que impone la Convención, garantía del éxito futuro del tratado. El CICR se complace en felicitar a estos dos Estados por los logros obtenidos.
Sin embargo, si bien el éxito que ha tenido hasta ahora la Convención es innegable, no debemos olvidar que aún tenemos un largo camino por recorrer antes de llegar a un mundo sin minas. Todavía hemos de sortear varios obstáculos que dificultan la plena universalización e implementación de la Convención. En especial:
- en los últimos años, el empleo de minas antipersonal en conflictos en curso por parte de actores no estatales ha causado numerosas víctimas;
- 33 Estados, entre ellos, varios que tienen grandes depósitos de minas antipersonal, aún no son Partes en la Convención, y el ritmo de adhesión se ha enlentecido considerablemente; en los últimos tres años, no se ha incorporado ningún nuevo Estado Parte;
- 32 Estados, incluidos algunos de los más afectados por las minas en el mundo, aún se encuentran tratando de implementar sus obligaciones relativas a la limpieza de minas, y muchos de ellos aún no se han puesto en marcha.
Por su parte, la pandemia de COVID-19 no ha hecho más que agudizar los problemas.
El CICR y el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja han trabajado incansablemente para promover la adhesión universal del tratado y su fiel aplicación. En forma paralela, el CICR asiste a las víctimas de las minas antipersonal –personas que nunca deberían haber sufrido lesiones por esa causa– con prótesis, fisioterapia y apoyo psicosocial.
En su nombre, y en el de todos los que no han sobrevivido al pisar una mina, el CICR exhorta a los Estados Partes a redoblar esfuerzos en la realización de actividades para eliminar las minas antipersonal. Con ese fin, a un año de la celebración de la IV Conferencia de examen en Oslo, los Estados Partes deben comenzar ahora a hacer efectivo el Plan de acción de Oslo, que los guiará en la implementación de la Convención de 2020 a 2024, procediendo a:
- realizar un mayor progreso en la realización de estudios técnicos y la remoción de minas;
- garantizar que la contaminación causada por las minas antipersonal improvisadas sea informada y eliminada;
- asistir a las víctimas de estas armas;
- fortalecer los aspectos relativos a la protección humanitaria de la Convención mediante la educación de las comunidades afectadas y los grupos vulnerables sobre el riesgo que implican las minas; y
- garantizar la incorporación de la perspectiva de género en todos los aspectos de la acción contra las minas.
La Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal demuestra que, a través de asociaciones entre los Estados, las organizaciones internacionales y la sociedad civil, es posible adoptar medidas contundentes y decisivas para resolver los problemas colectivos. Es un triunfo que, en la práctica, la Convención haya tenido un impacto humanitario tan grande. La voluntad de aunar esfuerzos debe constituir una fuente de inspiración para recorrer el último tramo del camino y poder afirmar que, por fin, hemos logrado tener un mundo sin minas.