Declaración

Declaración del presidente del CICR, Peter Maurer, tras su visita a Siria

La visita que realicé esta semana a Siria refuerza mi opinión de que la guerra se ha convertido en una aterradora moneda corriente en esa región. Los enfrentamientos impulsados por la lógica del ojo por ojo aumentan en intensidad, sin tener en cuenta sus devastadores efectos en los civiles.

El enorme sufrimiento de la población de Guta Oriental es el ejemplo más reciente, que se suma a los de Afrin, Mosul, Saná y Taiz. La meta parece ser la destrucción, dejando de lado los principios básicos de humanidad.

Esta semana, la crisis siria ingresa en su octavo año. ¿Hasta cuándo las potencias que lo impulsan dejarán que se prolonguen los enfrentamientos? Seguramente ya deben de saber que una guerra por venganza es una guerra sin fin, en la que todos pierden.

La última vez que había estado en la región, hace diez meses, había señales de esperanza. Eran posibles la recuperación y el regreso de la población. Pero, hoy en día, la situación se ha deteriorado.

¿Qué esperanza pueden tener niños que han visto tantas atrocidades y familias destrozadas? ¿Qué esperanza puede tener aquel niño que conocí en un campamento para desplazados que desde hace años no asiste a la escuela?

El conflicto en Siria se caracteriza por las infracciones frecuentes del derecho internacional humanitario: sitios, bloqueos, ataques desproporcionados en zonas urbanas y ataques contra civiles y servicios civiles, como los de ambulancia, abastecimiento de agua y mercados.

Estas tácticas se utilizan no solo en Siria, sino en toda la región: es un juego geopolítico que pone en riesgo vidas humanas. En las últimas semanas, he viajado por todo Oriente Medio y he visto con mis propios ojos el costo humano de la guerra indiscriminada.

Las personas con las que he hablado están exhaustas. Exhaustas por las bombas y los misiles arrojados en zonas civiles; exhaustas por no saber qué les ha sucedido a sus familiares desaparecidos o detenidos.

Estoy junto a muchos trabajadores en el terreno que están exhaustos y hartos de la ciega justificación de las graves violaciones que se cometen contra los civiles. La vida humana tiene el mismo valor en todos lados: en Guta vale tanto como en Damasco, en Alepo tanto como en Mosul, y en Siria tanto como en Yemen. El sufrimiento se ve exacerbado cuando no se permite que los trabajadores humanitarios cumplan su labor. La ayuda humanitaria no es un juego político y no debe formar parte del proceso político.

Estas tres cuestiones son cruciales: el acceso humanitario, la protección de los civiles y el trato humano de los detenidos. No entran en la categoría de lo deseable; son una obligación tanto moral como jurídica.

Siria es la operación de mayor magnitud y complejidad del CICR a nivel mundial. Nuestros años de experiencia aquí nos permiten entender cabalmente lo que los civiles necesitan. Mientras los misiles continúan cayendo sobre Guta Oriental y Damasco, los enfrentamientos persisten en Afrin y millones de personas siguen desplazadas, el CICR pide:  

  • respeto por los Convenios de Ginebra, y respeto por los civiles y la infraestructura civil;
  • acceso sin obstáculos a través de las líneas del frente que permita que la ayuda humanitaria llegue a las personas afectadas por los enfrentamientos, sin excepción;
  • acceso a todas las personas detenidas para verificar  las condiciones en que se encuentran y el trato que se les brinda;
  • suspensión de toda venta de armas que podrían ser empleadas en violación del derecho internacional humanitario. Los combatientes y sus jefes tienen la responsabilidad de adoptar un comportamiento lícito en el campo de batalla; pero los que venden armas también tienen responsabilidad; y
  • en relación con los desplazamientos y la migración, que se permita el regreso de los pobladores a sus hogares solo si las condiciones de seguridad son estables y solo si ellos deciden regresar.

 

A lo largo de los últimos siete años, el precio del conflicto en Siria ha sido altísimo:

  • cientos de miles de personas muertas o heridas;
  • 6,1 millones de personas desplazadas en el interior del país;
  • 4 de cada 5 personas en situación de pobreza;
  • 13 millones de personas (de las cuales 6 millones son niños) necesitan asistencia humanitaria;
  • 1,75 millones de niños sin asistir a la escuela;
  • 2,9 millones de personas viven en zonas sitiadas y de difícil acceso.

Para más información:

Ingy Sedky, CICR, Damasco, tel.: +963 930 336 718
Ralph El Hage, CICR, Ammán, tel.: +962 7 7845 4382
Iolanda Jaquemet, CICR, Ginebra, tel.: +41 79 447 37 26